EXTRA;

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Narrador;

Horacio lloraba abrazado de Viktor, mientras recordaba todos sus momentos junto a Gustabo. Llevaba más de una hora llorando, pero ¿Por qué no se disculpaba aunque fuese tarde?

Volkov abrazaba a su pareja dejando leves caricias en la espalda del de crestas.

Afuera de la casa se encontraba un Emilio bajando de su coche secando sus lágrimas, este se acercó con una AP en la mano y golpeó la puerta llamando.

— Espera aquí, cariño — Hablo susurrando Volkov levantándose del suelo para ir abrir la puerta, su cuerpo fue empujado a un lado bruscamente en cuando abrió.

El mexicano entro molesto y aún con lágrimas cayendo por su rostro para acercarse apuntando al de crestas que aún estaba en el suelo de rodillas llorando. Viktor se acercó lentamente con las manos levantadas para que el extranjero no hiciera una locura.

La molestia de Emilio creció más al ver a Horacio llorando con la carta en sus manos.

— ¿Ahora le lloras no, pendejo? — Pregunto Emilio molesto secándose las lágrimas con su otra mano, seguía apuntando pero ahora también al comisario. — Ahora, después de todo el puto daño que le hiciste. — Más lágrimas bajaron por su rostro al recordar a su rubio.

— Emilio, baja el arma — Hablo tranquilamente Volkov aún con las manos levantadas a la altura de su pecho. — Esto lo pueden hablar tranquilamente, sin necesidad de usar la violencia. — Su voz se escuchaba suave, trataba de calmar la situación.

Horacio no hacía más que llorar y si hablaba no se le entendía nada o no se le escuchaba ya que susurraba cosas sin sentido.

— Él... — Señaló con un dedo sal de cresta molesto. — Él pudo hablar las cosas con Gustabo, pero no, prefirió romperle su corazón. — Su voz empezó a quebrarse al recordar como el rubio andaba siempre con una mirada triste. — Mi chiquito fue infeliz mientras este cabrón era feliz con usted. — Soltó con rabia mirando a Horacio.

— E-emilio, y-yo no-. —El mexicano no dejo que terminara de hablar y lo interrumpió.

— ¿¡Tu no qué!? — Hablo alterado. — Tu no sabes nada Horacio, no sabes las noches que Gustabo paso llorando por ti, las veces que en el taller teníamos que obligarlo a dormir y comer, ¡Tu no sabes nada! — Las lágrimas bajaban por su rostro. — Perdí al chico que amo y me siento culpable por no poder sacarlo de esa puta depresión en la que lo dejaste. — Bajo el arma con su mano temblando.

— ¡Yo de verdad no sabía que él iba a ser capaz de hacer esto! — Exclamó llorando el menor de los tres.

— Él te amaba más que a nadie — Emilio lo miro serio. — Pero, tú no lo amabas como él a tí. — Suspiro mirando el techo y luego volvió a mirarlo. — Sus ojos siempre brillaban cuando hablaba de ti, hasta cuando supo que te ibas a casar, en ese momento sus ojos azules dejaron de tener vida. — Las lágrimas volvieron a aparecer en los ojos del mexicano, estás bajaron mojando nuevamente sus mejillas.

— No es mi culpa, joder — Horacio ya no lloraba, ahora miraba con pena al de coleta. Volkov miraba tristemente al mexicano.

Crestitas, me quitaste al amor de mi vida, a mi alegría. — Hablo con la voz rota y volvió a levantar su arma apuntando a Horacio y luego a Volkov.

Emilio soltó un suspiro y siguió apuntando pero esta vez a Horacio —Si lo vez en algún lado dile que lo amo y amare con toda mi alma. — Dijo el más moreno para luego sonreír tristemente.

Un disparo se escuchó en la casa, haciendo que el cuerpo del de crestas cayera al suelo con un disparo en la cabeza.

Volkov rápidamente saco su arma y apunto a emilio, este soltó su AP dejándola caer al suelo, el ruso se acercó y tomo unas esposas de un mueble para esposar al mexicano.

[•••]

El cuerpo de Horacio era llevado fuera de la casa en una camilla tapado con una sábana blanca.

Las luces de la ambulancia y de la policía era lo que alumbraban la calle, Volkov con el rostrl serio saco a un mexicano esposado y lo subió a un patrulla para que se lo llevarán.

Emilio iba mirando las calles en silencio recordando a su rubio favorito con una sonrisa triste, las lágrimas caían por su rostro, apoyo su cabeza en la ventana y miro el cielo tristemente.

— Perdón chiquito, se que no hubieras querido esto. — Susurro con la voz quebrada mirando el cielo aún con su sonrisa de tristeza.

Llegaron a comisaría para luego trasladarlo a federal por asesinato a un funcionario de la ley. En el camino Emilio se mantuvo en silencio hasta llegar al lugar en donde se despidió amablemente de los policías.

El mexicano subió las escaleras junto con unos guardias hasta su celda, al llegar en esta, el de coleta miro su "habitación", había una cama que su colchón era más delgado que una hoja de papel, un retrete, una silla y un lavamanos. Este se recostó y miro el techo, el guardia se había ido hacia menos de 20 minutos, miro el techo y al ver una pequeña ventana con fierros y un vidrio de protección.

Se levantó de la cama y tomo las sábanas, subió en la silla y empezó a hacer un nudo en uno de los barrotes que habían en la pequeña ventana, al asegurar que estuviera bien atada agarro la otra punta de las sábanas hizo otro nudo amarrandola con esta misma, sonrió tristemente pasando su cabeza por el agujero que quedó gracias al otro nudo y ajusto la sábana a su cuello.

— ¿Nos encontraremos, chiquito? Pregunto al aire suavemente para luego sonreír y botar la silla a un lado quedando colgado, el oxígeno empezó a hacer falta en sus pulmones al no poder respirar bien por la culpa de la sábana. No hizo falta tanto tiempo para que el rostro de Emilio se volviera morado y sus labios del mismo color, su pecho dejo de moverse, había dejado de respirar.

El cuerpo de Emilio fue encontrado colgado en la madrugada por un guardia que estaba haciendo sus rutas de vigilancia y viendo a los presos.

El último recuerdo de Emilio fue la sonrisa de Gustabo.

𝚃𝚛𝚊𝚒𝚝𝚘𝚛; 𝙶𝚞𝚜𝚝𝚊𝚌𝚒𝚘 𝚊𝚗𝚍 𝚅𝚒𝚔𝚝𝚘𝚛 𝚅𝚘𝚕𝚔𝚘𝚟.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora