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Tal vez no era solo el silencio lo que hacía que el clima fuera incómodo en el cuarto de Charlotte, aparte los azulejos del techo ya no le parecían tan entretenidos como antes. Se tiró a su cama boca arriba y tomó una gran bocanada de aire.

Tendría que buscar como escapar de aquel extraño y excéntrico lugar.

Comenzó a jugar con la punta de sus pies, o mejor dicho con los zapatos a medio poner. Zarandeo las piernas haciendo que los tacones de color rosa pálido volaran por los aires hasta aterrizar al otro lado de la gran habitación. Luego se levantó y empezó a caminar en círculos por el perímetro de la habitación. Pensó formas de escapar. Tal vez podría saltar por la ventana, pero era obvio que se perdería entre los altos matorrales antes de lograr llegar a las puertas que daban con el delgado camino de tierra, además era demasiado alto. Y también pensó que tan solo podría ir donde el hombre que decía ser su padre, decirle que la incomodidad era mucha y la dejaría ir a casa. Pero Charlotte no era tan tonta como parecía, y decidió no hacerse falsas ilusiones con su segunda opción.

La puerta se abrió de repente haciendo que Charlotte se sobresaltara. Una cabellera canosa se asomó por las grandes puertas cafés.

-Lo siento, princesa- se disculpó haciendo una reverencia- No he querido asustarla.

-No lo haces- le sonrió ella, luego miró risueña a la anciana-Y no me llames princesa, por favor. Me resulta incómodo.

-Claro, pince... señorita-sonrió ella- Venía a avisarle que es hora de la cena.

-Espérame, no se como llegar- asintió mientras Charlotte tanteaba calzándose una flats que había encontrado en el armario.

***

-Esta deliciosa, ¿cierto hija?

Charlotte estaba demasiado ocupada jugando con sus guisantes cuando su padre trato de tener aunque fuera una pequeña conversación con su hija. Los otros invitados en la mesa veían con curiosidad a Charlotte. Nunca en su vida habían visto a esa chica y se preguntaban quien era. El rey carraspeo varias veces, sin embargo la chica no separaba la vista de los guisantes.

-¡Charlotte!-.

Ella asustada, levantó la cabeza. Miró a su alrededor y se dio cuenta que no estaban solos en el castillo.

-¿Eh?-pregunto ella, mientras al fin llevaba el primer bocado de guisantes verdes a su boca. Vaya que estaban deliciosos.

-Olvidalo, hija-Charlotte iba a objetar pero pronto la mirada severa de un hombre que estaba parado junto a su padre, la calló.-Te presentaré a nuestros invitados, cuando haya terminado la cena.

Charlotte se encogió de hombros y comenzó a comer. Era lo único que podía hacer hasta que todos se hubieran ido.

***

-Princesa Hilary Dorith del Reino de Fragulatiend.

A cada nombre que le daba su padre, Charlotte menos recordaba, aunque la verdad es que la chica no se había tomado la molestia siquiera de tratar de aprender un nombre. Le dio una pequeña sonrisa a la rubia que estaba frente a ella. La princesa se la devolvió tímidamente y se retiró a la izquierda del que habían presentado como su padre.

El reloj comenzó a dar sonidos indicando que la medianoche había llegado.

Charlotte se levantó de su asiento, donde minutos antes su padre la había obligado a sentarse. Miró a todos e hizo un lastimoso intento de reverencia.

-Espero que tenga buen viaje a Frambuesa, o Caramelo y campanas- le sonrió ella a todos tomando las puntas de su vestido para empezar a subir las escaleras.

-Charlotte- el hombre arrastraba cada silaba- Nuestros invitados se quedarán por una corta temporada.

Ella abrió los ojos tanto que comenzaron a enrojecer. Al igual que su rostro. El color carmesí había subido hacia sus mejillas.

-Además, es Fragulatiend- sumo Hilary riendo, aquella princesa rubia...

-Y mi pueblo no es Caramelo y Campanas°1, es Carambeld- se quejó un apuesto chico desde atrás de toda la multitud, mientras cruzaba los brazos.

Así Charlotte tuvo que bajar los pocos escalones arriba que ya estaba y sentarse en su lugar, donde estaba hace menos de dos minutos. El hombre que siempre estaba junto a su padre la miraba de una forma severa pero a la vez con una chispa de diversión.

Y la velada paso tan aburrida para Charlotte como para las otras cuatro princesas que se encontraban el la sala-¿Acaso no comprenden que no entendemos ni una palabra?- susurraba una de ellas. ¿Pero has visto lo guapo que esta el príncipe de Carambeld?-le decía la otra. Pero su hermano no esta nada mal-dijo otra.

Giró su cabeza hacia otro ángulo. Lo último que necesitaba era escuchar cuchicheos sobre todos y cada uno de lo invitados. Logró divisar en una esquina apartada a Hilary. Estaba leyendo un libro que Charlotte logró reconocer. Volteó otra vez su rostro hacia la conversación. Carraspeó y dijo:

-Con su permiso-

Se levantó y dirigió su caminata hasta la chica rubia. Cuando llegó hasta ella, se sentó a su lado pero ella estaba tan sumergida en su libro que ni siquiera notó la presencia de Charlotte. Ella le tocó el hombro.

-Espera, espera... ¡No como puedes morir!- se susurró para ella misma, luego apretó los ojos y me miró cerrando su libro- Disculpa por eso, Charlotte.

-¿Como has conseguido el libro?-pregunto directamente a la chica.

-Bueno, bueno.-rió- No te apresures... Mi padre y mi madre van al mundo terrenal una vez al mes, y siempre se preocupan por que tenga mi dotanción mensual de libros -se encogío de hombros y luego le sonrió- ¿Lo conoces?.

Charlotte le devolvió la sonrisa por segunda vez- Claro, ¿Estabas leyendo la parte en la que muere Delfina?-le pregunto- Creo que ya has llegado a esa parte..

-¡Si! Es tan triste... se sacrifica por el amor de su vida- suspiro y se dejo caer en el sillón, pero luego frente a la mirada reprobatoria de su madre, se irguió.

Charlotte cayó en cuenta de algo.

-Eh. ¿Hilary?-

-¿Si?.

-¿Van en una especie de portal mágico?.

-Algo así... Es un cuadro en el pasillo principal del castillo donde vivo- contesto aún alegre- Es un retrato de una calle en... espera deja y me acuerdo. ¡A cierto! ¡En Londres!

Charlotte sonrió lo mas que pudo. Era perfecto, tan solo tenía que conseguir ir a aquel castillo. Además de evitar a toda costa los problemas.

Después empezó a hablar con Hilary y descubrió que tenían varias cosas en común.

-Me caes bien- le comento Hilary, una vez acabada la reunión mientras subían las escaleras-Nunca había conocido a alguien que le gustara leer... ¿Te puedo decir un secreto?-Charlotte asintió- Esas otras princesas no me caen, solo intentan pavonearse frente a los príncipes- refunfuñó- Pronto las tiraré de sus caballos cuando vayan tratando montar.

Ahí fue cuando Charlotte descubrió que ella y Hilary se llevarían bien.

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°1 Caramelo y campanas: Es un juego de palabras, al pronunciarlo en inglés suena candybells lo cual rima con Carambeld.

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Wujuuuuu. ¡capítulo! Espero que les guste. Voten y comenten si pasa. Gracias :)

Fecha del siguiente capítulo: Lunes 6 de abril.

Leonor xx

Dangerous Love ➳ [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora