Capítulo 14: En la Cueva.

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Lunes, 05 de Julio de 2004.

Pasado.


Diez días.

Habían pasado diez días desde lo ocurrido en la playa Rubí para Faypher y su equipo, quienes habían quedado muy desconcertados desde lo que le había dicho ese anciano ciego que retrataba personas con esas dos cuencas negras.

Ninguno de ellos podía creer en esos disparates, pero estaban comenzando a considerarlo muy dentro de ellos... Porque ese anciano realmente estaba completamente ciego. ¿Cómo había podido dibujarlos en el lienzo de una manera tan perfecta?

Escalofriante.

Y desde ese día Faypher no dejaba de ver la cara de ese anciano en sus sueños cada vez que dormía, y quien le decía una y otra vez: «Tú vas a morir», y la muchacha siempre se despertaba exaltada y sudorosa en medio de la noche.

Por eso Faypher Martín esa noche volvió a ver la cara de ese escalofriante anciano, entre la penumbra, mirándola fijamente con esas cuencas vacías y siniestras, incitándola a gritar mientras que una ligera sonrisa diabólica aparecía en su rostro demacrado y flácido. Entonces cuando la pelirroja estuvo a punto de echarse a correr cubierta de pánico por ese penumbra, ese enorme hombre se alzó frente a ella y la tomó de los hombros con esa espeluznante cara, diciéndole con una voz monstruosa:

- ¡TÚ VAS A MORIR!

De pronto, todo oscureció y fue en ese instante cuando Faypher despertó, y se levantó de la cama pegando un fuerte grito de horror y repleta de sudor por todo el cuerpo. El corazón le latía erráticamente, y la mujer se vio obligada a llevar su cabeza dentro de sus piernas, mientras que las abrazaba para aferrarse a algo y recordaba las palabras de ese pintor. Y cuando estuvo a punto de romper en un descontrolado llanto puesto que no se había estado sintiendo muy bien por esas pesadillas. Sintió como alguien se acostaba a su lado rápidamente y que se le acercaba y cuando Faypher salió de sus pensamientos se dio cuenta de que esa persona era Donovan, quien había decidido mudarse al dormitorio de la pelirroja desde el momento en el que comenzó a tener crisis despertando en medio de la madrugada pegando gritos como loca.

África no era una mala amiga, puesto que se preocupó bastante por Faypher en su momento, ya que ellas eran compañeras de cuarto. Pero ella decidió intercambiar con Donovan porque la morena no sabía cómo lidiar con las crisis de Faypher, y por eso cada que la mujer tenía alguna crisis en medio de la noche el rubio se pasaba a su cama, hablándole dulcemente con una cara de medio dormido, y tratando de calmarla, como en ese instante lo hizo.

- Hey, descuida, todo va a estar bien- ronroneó Donovan de manera dulce y con voz tonta, sentándose a su lado para abrazarla, y cuando la pelirroja sintió el cuerpo del muchacho que tanto amaba, abrazándola. Se sintió completamente reconfortada. Y ese repentino estallido de horror que había tenido con anterioridad se suavizó, y volvió a la normalidad sin apartar su cuerpo del de aquel hombre que le acariciaba el pelo y le hablaba bonito en medio de la penumbra.

- ¿Por... Por qué me ayudas?- musitó la muchacha, bajito. Y levantó la mirada hacia el rubio con cierto brillo en sus ojos-. Porque... Porque simplemente podías hacer la vista gorda, y quedarte dormido en tu cama.

- ¿Es en serio?- cuestionó él con un tono indignado-. Eres mi mejor amiga de la infancia Faypher, ¿Cómo demonios te voy a dejar sola? Y te conozco a la perfección, y se qué necesitas de alguien en momentos como estos.

La muchacha se quedó muda, y se ruborizó un poco entre esos tonificados y fuertes brazos que la rodeaban.

- De verdad te agradezco que estés para mí...

Cara de Mujer ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora