Capítulo 24: Lo inexplicable.

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Ese mismo día en el que Benny Tybur había regresado a casa de la tribu Yamuco y Pandora no lo podía creer, por otro lado Hugo se encontraba trabajando como vigilante en la parte este de la isla Cara. En aquel museo marino que estaba en la punta de la nariz de la isla, y que era muy visitado por cientos de los turistas por sus maravillas acuáticas. Anteriormente había trabajado como vigilante otro muchacho, pero como dejó de ir repentinamente el gerente sólo lo despidió, ya que Carl Hudson desde lo ocurrido con su madre no volvió a ser la misma persona. No salía de su casa y se la pasaba encerrado como un ermitaño, pues había quedado muy afectado.

Por eso su puesto estaba disponible, y cuando Oliver le sugirió el trabajo a su novio, éste no dudó dos veces en pasarse por el museo marino. Siendo contratado enseguida que tuvo la entrevista y que le dieron el uniforme, el cual consistía en una gorra negra que tenia el estampado de un símbolo marino, y una chaqueta de un colo azul obscuro que hacía juego con unos pantalones del mismo color y, que le quedaron a Hugo a la perfección.

Y a pesar de que lo único que Hugo quería hacer era tomar una interminable siesta en el colchón de su dormitorio, puesto que se había estado sobre-esforzando para buscar a Benny y, trabajando en todo lo que podía para solucionar un poco el problema económico por el que también estaban pasando. Se sentía feliz de estar trabajando como vigilante en el Acuario Bismuto, ya que el estar rodeado de vida marina le hacía sentir bien y, eso había sido así siempre, aunque, por un pequeño momento mientras que caminaba por los pasillos se preguntó en dónde habría muerto su padre cuando tuvo aquel infarto.

Sin embargo, dejó de pensar en eso al instante, puesto que no quería seguir pensando en cosas malas y siguió rondando por los pasillos azules del museo, repletos de peceras de todas las formas y de turistas.

El Acuario Bismuto era una gran edificación con vitrinales obscuros, y un enorme y llamativo letrero en la entrada que decía: «BIENVENIDOS AL MUSEO BISMUTO.» El edificio en sí era blanquecino, con una combinación azulesca. Por sus enormes puertas de cristal siempre entraba y salía gente, así que por eso estaba abierta la mayor parte del tiempo para los turistas curiosos. Muchas personas entraban y salían de allí. Muchos de ellos eran familias con niños, o parejas que, solían tomarse fotografías frente a las múltiples peceras con diversidades de peces y con múltiples colores, pues era una maravilla marina.

Y eso le había fascinado a Hugo en cierta parte de trabajar en el Acuario de la isla Cara, puesto que desde siempre tuvo atracción por el mundo subacuático y sus animales. Por eso pensó que quizás no era tan malo estar trabajando como pasillero en un sitio como ese, y solo se quedó admirando los peces de distintas peceras durante toda la mañana. Mientras que trataba de mantenerse en constante movimiento, ya que estaba tan cansado que sentía que se desplomaría en el suelo por el cansancio.

Se acercó a una de las peceras y se quedó viendo los peces, y algunos por alguna razón parecían estar tristes y decaídos. Eso le llamó la atención a Hugo, quien se acercó un poco más al cristal para ver mejor a los animales marinos, intentando ver sí lo que pensaba era cierto. Entonces cuando lo hizo, y miró también hacia otra pecera, notó que los peces parecían estar deprimidos, como sí una obscuridad les envolviese.

«¿Qué les darán de comer aquí?», pensó el muchacho, creyendo que los animales se encontraban en ese estado por la comida que les daban y, por eso pensó que más tarde le preguntaría al gerente, puesto que se veían muy decaídos. Tanto que, había alguno que otro pez que yacía recostado en una de las piedras marinas de la pecera, como sí estuviesen reposando con tristeza. «Oh, pobrecito», pensó Hugo y tocó suavemente el cristal con su dedo para ver sí alguno de ellos se movía o reaccionaba, pero se veían muy mal para hacerlo.

- Tal vez los están alimentando mal, y no les están dando la comida que deberían de comer- murmuró el rubio para sí mismo, y cuando tuvo pensando en darse la vuelta para seguir observando el resto de las peceras. Se dio cuenta de que había un animal entre las algas de la enorme pecera que parecía estar moviéndose rápidamente de aquí para allá, puesto que era tan rápido que lo único que Hugo veía era una silueta que se camuflaba entre lo verde.

Cara de Mujer ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora