5- Al despertarme.

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Todo desapareció. . . completamente todo, se había desvanecido como arena ante el viento. . . los pocos rastros que fueron quedando con el paso del tiempo desaparecieron hasta quedarse en nada. Había tenido una experiencia que nunca supe como llamarla, no había sido un sueño pero tampoco una pesadilla. . . y tal suceso me dejó dudosa desde que comenzaron a ocurrir aquellas escenas mentales y sentimentales. Era un largo pasillo, salía de una oscura habitación que me llevaba directo a este, la luz solar era muy tenue a pesar de aún ser de día, recorría ese lugar una y otra vez teniendo entre mis manos lo que era una larga y gruesa soga que arrastraba como la parca las cadenas y la guadaña. Llevaba la primera ropa que alguna vez usé y no era de mi antiguo estilo, varios sucesos en donde también podía ver como una piscina llena de agua que con el paso del tiempo se volvía de color rojo y comenzaba a formarse una tormenta en cuanto creía que estaba perdida, ahí despertaba, exaltada y sudando frío, miraba a todos lados pero no había nada, solo yo en la habitación y con toallas en la frente mojadas.

Habían sido los días en que empecé a enfermarme repentinamente, discutir y molestarme no me estaban haciendo muy bien, cada vez empeoraba más mi mente y con el paso de los días, me volvía más loca. Lo quería, solo para mí lo quería. . . pero siempre estaba fuera, me estaba olvidando y lo más triste era que no podía ir detrás suyo o de lo contrario podrían pensar lo peor.

-¡Me estas engañando!- le grité tirando los búcaros en la mesa de centro en la sala.
-¡Amor mio eso no es cierto! Pero ni si. . .- lo interrumpí por no querer escucharlo.
-¡Solo trabajas y ya te olvidas de mí! ¡De seguro es reconfortante porque no me quieres cerca o ya te has cansado!- seguía gritándole desgarradamente.
-¡No digas eso, claro que me importas, y mucho! Es solo que el trabajo. . .- volví a interponer mi voz.
-¡Trabajo, trabajo, lo único que sabes mencionar es eso! ¡No te quiero cerca. . . de seguro esas mujeres con las que te encuentras te pagan de lo más bien!- insinuaba mirándolo con algo de ira.
-Hermosa, por favor- pedía tratando de acercarse pero lo alejé.
-¡No te acerques!- chillé apretando los ojos- ¡vete!- me volví corriendo hacia la habitación y cerrando esta con seguro me dejé caer sobre la cama llorando sin consuelo.

Tras los ataques de agresividad han llamado a un doctor para que me revise, de paso, contrató a una empleada que se hiciera cargo de mí mientras estaba sola en la casa, mandaron pastillas y mucho reposo. . . prohibieron mi salida de la casa y el mayor tiempo posible relajada y entretenida. No sé como decirlo, todos creen que la situación esta mejorando pero no es así, cada noche con esas escenas que no me dejan dormir, he bajado mucho de peso gracias a que los medicamentos dan mucho sueño y paso todo el día durmiendo. . . ya casi no he bajado al segundo piso y siempre me veo con los ojos perdidos, parecería mejor de estatua pensativa en un museo antes de ser alguien vivo.

-¿Dónde esta él?- pregunté un poco distraída en lo que la empleada dejaba en mi mesa una bandeja con una taza de té.
-El señor no esta ahora, tuvo que salir porque el almacén esta vacío- mencionó en lo que agarraba la taza y me la daba.
-No quiero eso- ni siquiera la miré rechazando lo que me daba.
-Señorita, no puedo hacer eso. . . al menos tome esto. Las pastillas le harán daño con el estómago vacío- mencionaba intentando que cogiera aquello.
-Solo lo quiero. . . él es todo lo que necesito- fruncí el ceño mirándola atentamente a los ojos.
-De-De acuerdo- hizo una reverencia y se retiró dejando la taza donde mismo estuvo antes.

기억해 (Remember)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora