La familia Sawamura, nadie sabe de la familia de su pitcher ruidoso, ninguno de ellos sabe quienes son, es poco lo que su castaño les dice;
Su abuelo, una vez lo conocieron en un partido sin embargo fue lo unico que supieron. Sus amigos, aquellos ch...
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Tomar el arma no te hace el asesino.
Y el a tomado muchas, de todo tipo. Claro no por gusto, obligación, estaba obligado para aprender lo, ser un líder implicaba su conocimiento en todo. Aún recuerda la primera vez que la tomó, con siete años, su hermano le indicaba como hacerlo.
Dar a las latas, tanto colgadas en el árbol como las del suelo. Tenia miedo núnca jamás había disparado y pensaba que no lo había. Meses practicando y aún no se acostumbraba, era muy bueno con ellas pero sus nervios no se iban.
Eso cambió.
Ser el objetivo en vez de ser la otra persona tras el arma, era completamente diferente.
No era la primera que le disparaban, tampoco que casi muriera, pero si fue la primera vez que dispararon en público, sin silenciar su acto. Aquellos planeaban algo, estaba seguro que querían llamar la atención y tiene razón, su hermano había llegado.
No mentiría si dijera que tuvo miedo, si lo tenía, pero no sería la última vez es ser un objetivo, esto apenas comenzaba.
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Dos jóvenes rubios cuidaban la entrada de esa habitación que de ahora en adelante sería la más importante para ellos, dentro de esta dos castaños convervaban sobre lo ocurrido.
Una conversación larga que los izo ponerse nerviosos, Eiko Sawamura era un joven protector con su pequeño hermano. Aunque el tiempo les pasara lento, suspiraron al ver como el mayor se retiraba le lugar, vieron a su Jefe sentado en su cama con un rostro pensativo y serio. Algo pasó.
Decidiendo dejarlo solo cerraron la puerta y se fueron por algúna bebida para él, mientras que el otro por comida, dejando lo solo.
Esas palabras rondaban por su mente, tomar la decisión correcta era lo que ahora debía de enfocarse, esto se volvería público, las empresas relacionadas con su padre hablarían incluso él mismo. Ya no era igual.
