Capítulo 7

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—Sonsón, ¡no te vayas! ¡Respóndeme! ¿Dónde está Trunks? —preguntó Vegeta sin obtener respuesta alguna.

En ese instante, nuevamente, un halo de una neblina muy espesa lo cubrió. Sin darse cuenta, el ambiente alrededor de Vegeta cambió radicalmente. Se encontraba en lo que parecía ser un sitio muy desolado y frío.

Un individuo con una túnica blanca, con el pelo pincho rubio y un aureola blanca sobre la cabeza, hizo su aparición a su lado.

—¿Tú quién eres? —dijo el guerrero muy asombrado.

—Mi nombre es SSJRicardo —indicó el sujeto.

—¿SSJRicardo?¿Qué nombre es ése? —refirió Vegeta.

—Bueno, lo que pasa en realidad es que mi nombre verdadero es Ricardo. Pero como estamos en una parodia de Dragon Ball, y estoy registrado en un foro de la misma temática, pues debía utilizar un alias para participar en éste. Es así que, decidí usar un nick friki que tuviera que ver con el estado poderoso de los saiyajines, así que simplemente agregué el SSJ a mi nombre.

—¿Eres un saiyajin? —le interpeló Vegeta cada vez más confundido.

—¡Qué va! Soy más que eso —dijo muy ufanado el aludido.

—¿Cómo?

—¡Soy el espíritu de la Navidad futura! —señaló SSJRicardo—. Pero más me conocen como el santo de Dragon Ball —refirió el hombre de la túnica, cerrando los ojos, juntando las palmas de su mano, en una posición como si fuera a rezar, destilando un gran halo de energía mística a su alrededor.

—¿Ah? —habló el príncipe evidentemente confundido.

—Por cierto, ¿sabes que estoy organizando un concurso de fanfics en el subforo a mi cargo?

‹‹¿Concurso? ¿Fanfics? ¿Subforo? ¿De qué diablos me está hablando este sujeto?››, pensó Vegeta.

En ese momento, el guerrero escuchó que en sus oídos se escuchaban las siguientes palabras:

Votadme a mí. Votadme a mí. Votadme a mí. 

Cuando se percató, SSJRicardo estaba susurrándole al oído dichas palabras.

—¿Qué demonios estás haciendo? —gritó Vegeta apartándose de aquél.

—Ohhh, nada. —Se rió—. Solo estaba probando mi nueva técnica subliminal de convencimiento —dijo SSJRicardo con los ojos llenos de vanidad y de ansias de la victoria.

Vegeta no tenía la más mínima idea de qué trataba esta charada.

—Oye, tú. ¿De verdad te llaman santo?

—Así es.

—¿Y qué es ese modo poco religioso de tratarme así? Susurrando palabras a mis oídos —preguntó Vegeta realmente fastidiado.

—¡Todos están bajo mi dominio místico! —SSJRicardo soltó una gran carcajada  y se puso las manos a la cintura como si fuera un peleador de boxeo que acabara de ganar su juego.

‹‹Este tipo está chiflado››.

—Este... ¿En verdad eres un espíritu de la Navidad futura?

—Sí.

—Y si es así, dime para qué has venido. Aparte de querer convencerme para un concurso o lo que demonios sea eso —dijo Vegeta con una mueca.

—Ah, sí. ¿No estabas preguntando por tu hijo Trunks?

—Así es. ¿Sabes a dónde se fue? Porque luego de observarlo con Sonsón todo se oscureció y...

—Trunks, ven. ¡Es por aquí!

Una voz femenina conocida para Vegeta se escuchó en el lugar. Era Bulma. Sin embargo, aparentaba más edad de la que el saiyajin la recordaba.

Un chico de aproximadamente veinte años también hizo su aparición. Era su hijo, Trunks.

‹‹¿Qué está ocurriendo? ¿Por qué todos han envejecido tan repentinamente?››,pensó Vegeta.

—No sé por qué debo venir a este lugar, cuando muy poco me apetece hacerlo —se quejó el muchacho—. Estoy de vacaciones en la universidad y tenía planes de irme de juerga, ¿por qué debo pasarlas en un lugar tan aburrido como éste? —señaló de mala gana.

Hasta ese instante, Vegeta no se había percatado de lo que estaba ocurriendo. Cuando, de pronto, la neblina se disipó poco a poco. Ahí se dio cuenta que el lugar en el que se encontraba era un ¡cementerio!

—Aquí es la tumba —señaló Bulma con una cara de tristeza.

Madre e hija se pararon junto a una lápida. En ella se podía ver el nombre del dueño de aquélla:

‹‹Vegeta, amado esposo y padre...››. 

Una lágrima caía por la mejilla derecha de Bulma, luego de que esta depositara un ramo de flores sobe la tumba.

‹‹¿Cómo? ¿Estoy muerto?››, habló Vegeta en su mente.

—Bueno, mamá. Ya estamos aquí y has dejado lo que querías —señaló un fastidiado Trunks observando un reloj que tenía en su mano derecha—. Ahora, ¿puedo irme ya? Mis amigos me están esperando en una discoteca.

—Hijo, por favor. Quédate un rato más y acompáñame a rezarle a tu padre.

—Él no se merece ni que vengamos a verle ni que le recemos, mamá. Nos abandonó pocos días antes de la Nochebuena de hace diez años. ¿Recuerdas?

—Lo sé, Trunks. Pero...

—Y nunca más regresó a casa —interrumpió el chico a su madre—- ¿Crees que un hombre que abandona a su familia merece la devoción de ésta después de que haya muerto?

—Trunks, no hables así...

—Lo siento, mamá. Pero no me pidas que le guarde respeto a mi padre después de muerto. Si él falleció solo, fue porque así lo quiso...

—Hijo, no digas eso...

—Perdóname, mamá. Ya te acompañé hasta acá tal como me lo pediste, pero no creas que es porque me nació hacerlo. Y si me permites, debo irme a una fiesta de Nochebuena. Se me va a hacer tarde.

Y al mencionar esto, el joven salió volando del cementerio con dirección noroeste.

—Trunks, ¡regresa, por favor! —gritó Bulma llamando infructuosamente a su vástago.

—¡Vuelve, hijo! —vociferó Vegeta con angustia uniéndose a los pedidos vanos de su mujer.

En ese instante, el halo de neblina tan característico que rodeó antes al saiyajin volvió a aparecer.

—No, no. ¡Maldición! ¡Ahora no! —gritó el guerrero.

Los reclamos de Vegeta fueron en vano, ya que, nuevamente, él se halló en la cueva donde ratos antes había estado descansando.

—¡SSJRicardo! ¿Dónde estás? ¡Déjame volver al cementerio! Quiero hablar con Trunks y decirle que no se vaya. Que no lo voy a abandonar. ¡No quiero morir solo! ¡Noooo! —siguió lamentándose Vegeta sin recibir respuesta alguna a sus pedidos.

De cómo un saiyajin salvó la Navidad (Fanfic de DBZ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora