Capítulo 8 (CAPÍTULO FINAL)

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Cuando Vegeta se percató de que estaba en la cueva, se tranquilizó y dejó de gritar vanamente.

—No. Mi futuro no puede ser así. ¡Debo hacer algo para cambiarlo! —expresó el saiyajin con gran pesadumbre.

De pronto, sus ojos se le iluminaron. ¡Una idea se le vino a la cabeza!

‹‹Eso es. ¡Aún puedo remediar lo que hice!››pensó el guerrero con una gran sonrisa en su rostro.

Luego de decir esto, rápidamente Vegeta se fue volando de la cueva con dirección a la Capital del Oeste.

Capsule Corp. 10:00 pm

Al llegar a su casa, el príncipe fue directamente a buscar a su mujer, con la sola detección de su ki.

—¡Bulma! ¡Bulma! —gritó.

La aludida se encontraba dando los últimos toques a la cena de Nochebuena que estaba preparando. Estaba sacando el penúltimo lechón del horno con un gran guante en su mano derecha.

—¿Vegeta? —preguntó ella muy sorprendida al ver al guerrero entrar a la cocina.

Luego de colocar la bandeja del lechón encima de los muebles de la cocina, la mujer fue a abrazar a su marido, pero este se apartó de ella, como siempre. La expresión de sus sentimientos no era algo muy característico en él.

—Me alegra que regresaras —señaló Bulma sonriéndole, guiñándole el ojo y enseñándole el pulgar derecho como muestra de aprobación.

—¿Sabes dónde está el radar de las bolas de dragón?

—¿Eh? —dijo asombrada la científica—. Pues si la memoria no me falla... —mencionó Bulma mirando hacia el lado izquierdo, tratando de recordar—, debe de estar en mi laboratorio

—Vamos, apúrate. ¡Dámelo! —insistió Vegeta.

—¿Por qué? ¿Qué ocurre?

—No hagas tantas preguntas y hazme caso —insistió el guerrero mientras observaba el reloj de la cocina que marcaba las 10:00 pm—. No tenemos mucho tiempo.

—Ok. Espérame, por favor —dijo Bulma aún un poco aturdida, yéndose de la cocina con dirección a su laboratorio para buscar el tan mentado radar.

En cuestión de minutos, la mujer regresó con su marido y le entregó lo le había solicitado.

—Bueno. Ya vuelvo —indicó Vegeta—. Ten un plato listo para mí en la mesa. Regresaré a la medianoche, para la cena —señaló el saiyajin.

—¿En serio, Vegeta? ¡Cuánto me alegro! —dijo Bulma con una gran sonrisa en su rostro.

El príncipe se despidió de ella con un gesto de sus dedos índice, medio y pulgar de su mano derecha. Después salió a volar con dirección desconocida.

El plan de Vegeta era reunir las siete bolas de dragón para, posteriormente, pedirle a Shen Long como deseo, la reconstrucción de la nave espacial que había destrozado días antes; y con ello, cumplir con el regalo que su hijo tanto había ansiado y que tanto trabajo le había costado construir a su mujer.

Polo Norte. 11:30 pm

Luego de reunir seis de las esferas de dragón, Vegeta se encontraba en la búsqueda de la séptima y última bola faltante. El pitido del radar le indicaba que aquélla se encontraba muy próxima.

Cuando estaba encima de una gran y pintoresca cabaña, el sonido del radar se escuchaba con más intensidad. Un indicativo de que debería de hallarse muy cerca la séptima bola de dragón. Empero, de pronto, la señal del radar desapareció.

De cómo un saiyajin salvó la Navidad (Fanfic de DBZ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora