Pretty Boy Toxic ;; Sanzu Haruchiyo 1 [ORIGINAL]

3. Sótano

Sanzu manejaba tarareando una canción que sonaba en la radio, Aoi seguía en la parte trasera, aún dormida y yo sólo miraba hacia las calles.

—

Aquí la dejaremos. — dijo frenando justo donde lo dijo; en un callejón.

— ¿Es seguro? Digo, no me cae bien pero, ¿y si le ocurre algo?

— ¿Ves esa casa, Rei-rei? — señaló a la casa del otro lado de la calle y asentí.

— ¿Es su casa? — pregunté.

— No, pero seguro que allí le ayudan. — dijo aguantando la risa.

— Que malo. — dije pero no pude parar la risa que salió de mí.

— Ayúdame a bajarla, anda.

Ambos bajamos y fuimos a la puerta derecha del auto. La recosté para que fuera más fácil y Sanzu la sacó como costal de papas.

— No pensarás meterla en el basurero. — dije.

— No tenía pensado hacerlo, pero...— dijo caminando hacia el mismo basurero

— ¡Haruchiyo! No hagas eso. — grité.

— Ya, ya, perdón — solo la dejó caer en el piso y se sacudió las mano para volver—. Vámonos, te quiero enseñar algo muy lindo en mi casa.

***

— ¿Tu sótano?

— Si, hay muchas cosas allá abajo.

El sótano de Sanzu. ¿Que podría haber?, ¿cadáveres?, ¿corbatas extravagantes? Me tomó de la mano para guiarme a su sótano mientras nos desplazabamos por las escaleras.

Abrió la puerta y una luz roja se miró. No había cadáveres ni corbatas. Una de las paredes estaba llena de katanas, otra estaba con cadenas y al frente una barra con botellas de alcohol.

— ¿Aquí torturas personas? — pregunté con sarcasmo.

— No, ¿te imaginas que mi piso o mi alfombra se manchan? — dijo indignado y reí.

— ¿Esto querías enseñarme? Porque de verdad es... ¿Increíble?

Entramos al sótano y lo miré más detalladamente.

— ¿Qué es esa puerta? — pregunté.

— Ah, ahí guardo juguetes especiales. ¿Quieres que te los muestre? — me preguntó coqueto.

— No, talvez luego. — dije sonrojada.

¿Hablaba de juguetes sexuales o de juguetes raros?

— Está bien, ¿quieres tomar algo?

— Si, por favor.

Él caminó a la barra y observó por algunos segundos las botellas hasta que tomó una y dos vasos. Me acerqué caminé más lento para mirar por más tiempo hasta llegar a él.

— Se que no es el mejor lugar para una cita. — dijo dándome el vaso.

— De hecho me gusta - bebí —. No puedo creer que vaya a decir esto pero... Creo que disfrutó de estar contigo, aún después de que te volvieras un poco insoportable.