Capitulo2; Lunes

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Lunes

Por la mañana cuando me dirigía al estudio, allí es donde trabajo, un taller de restauración de cuadros aunque es cierto que no me apasiona demasiado. Limpiamos y saneamos lienzos antiguos con un sistema de aire a presión. También reconstruimos objetos antiguos como jarrones, pequeñas esculturas y ese tipo de reliquias. De camino y como cada Lunes pasé a saludar a Fred,  el abuelo de Mario, un anciano acomodador en el Gran casino desde hace más de treinta años aunque corrían rumores de que el  cambio en la dirección del Gran casino iba a llevar al viejo Fred al despido aunque él no comentaba nada al respecto. Normalmente cuando lo visito la conversación se basa en temas bastante superficiales y en ocasiones recurrentes pero a mí no me importaba, formaba parte de mi rutina al iniciar la semana y sé que al tampoco le importaba, estoy seguro que era de las pocas ocasiones en las que podía hablar con alguien conocido más allá de las puestas del casino.

En esta ocasión y llegados a un punto de la conversación Fred comento algo sorprendente, no recuerdo la conversación exacta pero debió de ser algo así:

Fred:   Sabes Leo, no me queda demasiado para reunirme con mi destino, pero si tengo una cosa clara y  es  que cuando llegue ese momento espero que mi tercer deseo sea morir en paz para poder reunirme con Helena (su difunta mujer)

Yo: ¿Cómo dices Fred, tu tercer secreto? ¿Qué quieres decir?

Fred: Lo siento mucho Leo, de veras que lo siento, nunca imaginé que podría pasar algo así… tengo que dejarte he de volver dentro, me están vigilando. Cuídate mucho.

Fue así como el viejo Fred consiguió volver a ponerme todos los pelos de punta, por lo que me dijo, por como lo hizo y por la tristeza que inundaba su mirada, me dio a probar  una vez más el sabor del miedo. No pude hablar más con él de modo que seguí hasta el estudio, tenía por delante tres horas para quitar la porquería a unos objetos antiguos y sin ningún valor, al menos para mí. Durante ese tiempo no conseguía concentrarme, estaba claro que algo pasaba, no tenía sentido lo que Fred me dijo y sobre todo que mencionara lo del tercer secreto pero ¿Qué podía saber él? Acaso ¿existía alguna relación?

Al salir del trabajo decidir investigar un poco y hacer una visita a Mario para comentarle lo que estaba sucediendo y charlar sobre aquella noche en Boom. Le envié un Wasap para ver si estaría en casa y me respondió que sí, que estaría allí. Tenía un largo paseo hasta su casa aunque eso nunca fue un problema para mí, además era casi la única opción ya que era prácticamente imposible circular en coche por aquella gigantesca ciudad, realmente se ganaba tiempo caminando.

Llegué a su piso pero nadie me abrió la puerta, estuve un rato esperando. Pasaron un par de hora y conseguí acabar con mi paquete de cigarrillos pero no apareció. No volvió a contestarme a los mensajes ni a responder mis llamadas. Era bastante extraño ya que Mario no trabaja los lunes precisamente para quedarse en casa, aprovecha ese día para hacer trabajos atrasados de la oficina. Trabaja en un despacho en el centro financiero de la ciudad como contable, lleva un par de años trabajando allí y sin duda le va todo bastante bien, él vino a esta ciudad siguiendo un camino similar al mío, buscando un sueño, sin duda él estaba más cerca que yo de conseguirlo ya que siempre quiso tener su propio despacho con empleados a su cargo etc. En cierto modo tanto Víctor como yo le admirábamos. Aunque ahora estuviéramos más distanciados no podía olvidar que gracias a él tenía todo lo que había conseguido en esta ciudad y que por triste que parezca él fue mi familia en este lugar. 

Al marcharme volví la vista atrás en un último intento por verlo y fue entonces cuando al mirar a su ventana  de la planta superior vi la silueta de una persona cerrando la cortinilla pero no parecía Mario. Era la silueta de alguien mucho mas corpulento, rápidamente miré a mi alrededor con la intención de buscar a alguien para que me ayudara pero no había nadie, ¿Cómo podía no haber nadie? Estaba en el centro de la ciudad, ¡allí viven cinco millones de personas! Eso hizo que una corazonada, algo instintivo me sacudiera, de repente, estaba corriendo hacia su casa, decidí abrir la puerta de una patada y entrar, tenía la intuición de que pasaba algo malo, subí corriendo la escalera que daba acceso a la planta superior, guiado por un impulso desconcertante ya que no buscaba a un amigo, buscaba a mi hermano, corrí por el pasillo enmoquetado que llevaba a su habitación y al llegar  abrí la puerta.

El Tercer SecretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora