Capitulo 7; Sábado

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Sábado

Despierto y miro al techo, me encuentro aturdido, no consigo recordar muy qué sucedió, las imágenes se suceden desordenadas, sin sentido. Miro a mí alrededor y estoy en mi apartamento lo que vuelve la situación aún más extraña. Me incorporo y escucho un sonido que viene de la planta de abajo, parece que hay alguien en mi mecedora. Bajo las escaleras sin saber que más podía suceder, me dirijo al salón y alguien está sentado en ella, me aproximo para ver quien es cuando descubro de que esa persona es Fred, me siento el sofá y sin apenas levantar la mirada del suelo le pregunto:

Yo: ¿Qué hacer aquí Fred?

Fred: Leo he venido para descubrirte la verdad

Yo: Nada importa ya viejo, todo ha acabado.

Fred: lamento ser portador de malas noticias pero tengo que contarte algo que seguramente te perturbará. Será mejor que me explique, en realidad he venido a contarte tu tercer secreto, hace un tiempo y tras un rutinario examen médico los médicos encontraron algo extraño, yo siempre he presumido de tener buena salud, he tenido épocas mejores y otras peores pero siempre he salido adelante. Esta vez fue distinto, me diagnosticaron cáncer, me hicieron decenas de pruebas, análisis etc. Los médicos estudiaron mi caso durante semanas y llegaron a la conclusión de que era irreversible. Estaba condenado a una prolongada agonía cargada de sufrimiento y dolor. Decidí entonces darlo todo por perdido y empecé a beber y frecuentar locales nocturno, una noche en uno de ellos, seguro que tú lo conocerás, se llama Boom, acudí para ahogar mis penas y entable conversación con un tipo llamado Izan, después de un rato hablando resulta que sabía más de mi vida que yo mismo. En un momento dado y mientras hablábamos de mi enfermedad comento que tenía la solución a mi problema, que él podía remediarlo, presentó frente a mí una nueva esperanza, era increíble cómo había conseguido llamar poderosamente mi atención. También me comento que esa solución no era gratuita, que a cambio yo debía hacer algo de lo que no estaría orgulloso y que me perseguiría el resto de mi vida, pero al fin y al cabo de eso se trataba de la vida. Comentó que tenía poderes y que estaba dispuesto a ofrecerme su ayuda,  que esos poderes podían transformarme en quien yo quisiera, adoptar cualquier forma y fue entonces cuando me lo explicó, debía utilizar ese poder para transformar a ciertas personas con macabras intenciones y he de reconocer que en un primer momento todo aquello me pareció una locura, si bien es cierto Izan sabía muy bien cómo llevarte a su terreno, una de esas personas iba a ser Mario, debía hacerle adoptar una apariencia demoniaca y grotesca, que reflejara los miedos de la humanidad. A continuación debía hacer lo mismo con Víctor, ir hasta su casa y repetir esa misma tarea, me garantizó que no les sucedería nada, que no sufrirían daño alguno. Mi primera reacción fue negarme, y así lo hice, Izan insistió convenciéndome de que era mi única opción para sobrevivir al cáncer, y volvió a repetir que no tenía nada que temer, que todo saldría bien y que ya lo había otras veces, había ayudado a gente como yo en situaciones tan extremas. Me sugirió que lo meditara y si aceptaba hacerlo él estaría allí todas las noches esperándome. Deje pasar el tiempo, intenté seguir con mi vida unas semanas hasta que empecé a notar los primeros síntomas de la enfermedad  y entendí el sufrimiento que iba a tener que soportar de manera que la propuesta Izan resonaba cada vez con más fuerza en mi cabeza. Decidí volver a Boom, esa noche volvió a explicármelo todo, todos los detalles y cuando terminó acepté, me colocó la mano sobre el pecho y me alivió. En ese instante tuve la sensación de ser veinte años más joven, una sensación de vitalidad extraordinaria. Todos los dolores habían desaparecido. Su parte del trato ya estaba cumplida, era mi turno.

Yo: ¿Qué hiciste qué?  ¡viejo estúpido! Solo alguien como tú aceptaría un trato así, tú eres el responsable, tú le mataste.

Fred: No Leo, he venido a explicarte lo que realmente hiciste anoche. Fuiste tú quien mató y descuartizó primero a Mario y después a Víctor, creíste que eran demonios y te ensañaste con ellos, los despedazaste descargando toda tu ira mientras ellos suplicaban clemencia.

Yo: ¡Es imposible! 

Fred: Puede parecer una locura pero es la verdad y he de reconocer que los poderes de este tipo eran más convincentes de lo que podía imaginar. De manera que si, tú lo hiciste.

Yo: ¿Qué quieres decir? No era consciente, tú mismo dijiste que era un engaño, ¿Cómo podía saberlo? Esto no puede estar pasando.

Fred: poco importa ya, no puedo dejar de pensar en cómo los golpeaste hasta dejarlos irreconocibles, toda aquella carnicería, la expresión de satisfacción en tu rostro es algo que nunca olvidaré y que no puedo perdonarte.

He decidido rechazar mi premio ya no me importa morir. Al fin y al cabo solo soy un viejo sin futuro. Le dije a Izan que no quería mi recompensa que  lo único que quería es ver como sufrías la misma suerte que ellos, que no tuvieras opción alguna. Él asintió con la cabeza y dijo que solo esperara tres días y a eso he venido, a decírtelo para que sufras tres días de insoportable desesperación esperando lo inevitable, créeme si te digo que no será agradable para ti.

Yo: Eso no es más que una sarta de mentiras, ¡lárgate ahora mismo de mi casa! ¡fuera de aquí!

Fred: Como quieras Leo pero recuerda, tres días.

¿Cómo iba a poder hacer algo así? Jamás le haría daño a ninguno de ellos, esto tiene que ser una pesadilla. Pero, ¿cómo puedo tener la certeza de que es mentira? ¿Cómo puedo saber que es verdad? ¿Es posible que todo lo que me dijo Charlotte a cerca de esa daga y de cómo matar a Zorba fuese parte de la ilusión? ¿Había caído en la trampa desde el principio? 

Cogí mi gabardina y me dirigí hasta su tienda para buscar respuestas, solo ella podía aclarar esta situación. Le pagué una propina extra al taxista con el fin de que fuera lo más rápido posible. Finalmente allí estaba, la tienda y en su interior Charlotte, en el mostrador con la mirada clavada en el suelo, ausente hasta que escuchó mi voz llamarla, entonces levantó la mirada y sin decir nada esbozó una extraña sonrisa que yo no podía entender, pude observar que no me miraba a mí si no a alguien que había justo detrás de mí, me giré y esa fue la última persona a la que vi, su padre se acercó a mi mientras cogía un objeto metálico de una de las estanterías y antes de que pudiera decir nada me golpeó con ella en la cabeza dejándome inconsciente.

El Tercer SecretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora