New York, Estados Unidos
24 de FebreroLas velas del pastel me hacen sentir nostálgica.
Son un recordatorio de que el tiempo pasa, mientras los deseos que he pedido durante años parecen resistirse a ser cumplidos.Incluso he empezado a descartar algunos de ellos -totalmente convencida de que la fecha en la que debían cumplirse ha expirado- como visitar el Castillo de Kenilworth, terminar el último semestre de griego antiguo, aprender a bucear sin balón de oxígeno e ir de compras sin escatimar en gastos.
-¡No olvides pedir un deseo! -exclama Channel.
Dirijo la mirada a su rostro profesionalmente maquillado y tuerzo los labios de forma inconsciente.
Channel es la hermana mayor perfecta y, probablemente, la emoción con la que pega saltitos y aplaude se deba a que es la única persona que conozco a la que se le han hecho realidad todos los deseos de cumpleaños.
-¡Date prisa, se apagarán! -insiste, señalando el evidente desgaste de las velas.
Sí, acabo de lanzar un suspiro.
Pero no me culpen.Esta podría ser la vigésima cuarta vez -exceptuando mi primer cumpleaños del que apenas conservo recuerdos porque ¿quién tiene recuerdos a esa edad?- que cierro los ojos, respiro profundo y, justo antes de soplar las velas, pido un deseo que posiblemente expire antes de ser cumplido.
Podría.
En cambio, esta vez, elijo retar a quien sea que haya inventado la superstición de las velas del pastel y su relación con los deseos, susurrándole con mi voz interior: ¡Sorpréndeme!
-¡Enhorabuena! -grita Channel sin esconder su sonrisa. No pierde tiempo, baña su dedo en la cremosa y achocolatada cobertura y la saborea-. ¡Uhmmm! ¡Esto está delicioso! ¿Y bien, qué se siente tener veinticinco?
-¿Lo mismo que tener veinticuatro? -mi sarcasmo es lo más. Mi hermana me regaña con su típico bufido casi insonorizado-. Supongo que esperas que diga que se siente fenomenal -asiente y eso me hace pronunciar con tono fingido-. Pues fíjate que sí, tener veinticinco se siente asombrosamente genial.
Le veo caminar hacia el salón de mi modesto departamento. Toma algo que no logro distinguir del interior de su bolsa y regresa al taburete de madera en el que estaba sentada frente a mí.
-Ten, es parte de tu regalo -susurra, ofreciéndome un sobre violeta decorado con purpurina.
¿He dicho que odio la purpurina? ¡Ufff!
Los pigmentos brillantes se adhieren a cualquier superficie y es casi imposible deshacerse de ellos fácilmente.
Cuando Channel decidió emprender su propio negocio y lanzar una línea de cosméticos, tuve que ofrecerme -rectifico- me vi obligada a ofrecerme como su conejillo de indias. Y la peor consecuencia fue asistir a la universidad, durante tres días, con una escandalosa sombra de ojos fucsia que se resistió a todo tipo de aguas micelares y desmaquillantes.
¿A que ya adivinan de que estaba hecha la maldita sombra?
En fin, odio la purpurina.
-¿Qué es? -pregunto con curiosidad.
-Descúbrelo tú misma -abro el sobre violeta bajo la atenta mirada de Channel y deslizo su contenido hacia el exterior.
Y ante mis ojos aparece una entrada VIP para el Museo Metropolitano de Arte, válida por un año.
-¡Oh cielos! -mis pupilas acaban de iluminarse-. ¡Gracias, gracias, gracias! ¡Me encanta!
-Lo sabía.
-Ni siquiera imaginaba que se podía conseguir un pase de este tipo -digo, acariciando con ansias la especie de tarjeta que lleva mi nombre grabado junto al logo del museo.
-Solo espero que mañana no despiertes a la seis con la intención de asistir a todas las exposiciones.
-5:30 -repongo.
-¿Qué? -inquiere como si hubiese perdido el hilo de la conversación.
-Despertaré a las 5:30 -confieso-, el metro demora dos horas en llegar hasta la estación del MET.
-No tendrás que ir en metro -asegura. Frunzo el ceño confundida hasta que ella mece en el aire un llavero-. Desde hoy no tendrás que ir en metro a ningún sitio porque esta es la otra parte de mi regalo.
-¿Es lo que creo que es? -Channel asiente-. ¡NO! -contesto de inmediato-. No puedo aceptarlo.
-Sí que puedes. Así me evitas tener que hacerte de chofer cada vez que necesites.
-¿Te he dicho que eres la mejor hermana que tengo? -ella niega con una expresión divertida.
-Soy la única que tienes.
-Aun así eres la mejor.
-Espero que sigas pensando lo mismo cuando veas tu nuevo vehículo.
-¿Tan mal está? -pregunto y su rostro me responde sin necesitad de emitir ningún sonido-. ¡Da igual! Mientras el motor arranque y no se deshaga en piezas al conducir, créeme, es un excelente regalo de cumpleaños -concluyo, encogiéndome de hombros con el pensamiento de que, quizá, haber retado al destino en vez de pedir un deseo fue la decisión acertada.
Hasta que escucho a Channel burlarse:
-Sabes que estás cubierta de purpurina, ¿no? -echo un rápido vistazo a mis manos y, efectivamente, brillan más que nunca.Entonces siento nacer desde lo más profundo de mi cuerpo una maldición:
-¡Joder con la purpurina!¡¡¡Hola a todos los que leyeron este primer capítulo!!!
¿Alguien más odia la purpurina?
Espero que hayan disfrutado unos minutitos con la lectura.
Si les ha gustado, porfa déjenme un comentario.
Se les quiere,
Saluditos♡
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Terapia de Corazones
HumorDicen que dos personas están destinadas a conocerse si piden a la vez el mismo deseo. Eila Benz ve siempre el lado positivo de las cosas, y aunque parezca perfecta, dista mucho de serlo. Porque Eila es testaruda y caprichosa, muy caprichosa. Por e...