If These Walls Could Talk⋆ˢᵃⁿʷᵒᵒ𝄪

único extra🍂yunjong🍂

Punto de Vista en Primera Persona: JongHo

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No me gusta la frase "felices por siempre", es muy trillada. 

Finales felices dicen. Vivir en un país donde aun existe la realeza, cortes y todo aquello puede que sea lo que hace pensar a muchos (mayormente niños) que siempre tendrán un final feliz.

Bien, quizá es que nunca les han contado las historias con finales tristes, quizá es porque muchos piensan que declararse amor y casarse es el final feliz ideal.

Pero no lo es, el momento en que se cierra el libro y dejamos de imaginar la vida de los personajes no hace que su historia se detenga, ellos siguen viviendo, sufren y lloran, aman y ríen.

No me gustan los finales felices, porque no son más que el comienzo del verdadero camino difícil que enfrentarán, ese camino que los escritores a veces deciden no contar, porque no vale la pena.

Mucho negativismo de mi parte, puede que sí.

Pero hablo desde la experiencia.

Yo soy uno de esos que le ha tocado ver a los demás cumplir con su "y vivieron felices por siempre": el segundo príncipe y mi hermano se casaron y juntos adoptaron a una pequeña niña, que por sus hermosos ojos dorados hyung llamó Byeol*.

Es una pequeña adorable que siempre me hace sonreír, paso mucho tiempo jugando con ella cuando no estoy de turno.

Y no se confundan, amo a mi hermano y estuve eufórico cuando anunciaron su compromiso, sin embargo, fue aquella acción la desencadenante de mi principal tristeza en segundo plano.

Porque yo soy hombre y no puedo quedar embarazado, desearía que fuera así, con todo mi ser. No me importaría nada, que me llamen raro o que rechacen los demás la idea de un hombre dando a luz. Yo desearía poder engendrar.

Porque así no lo hubiesen quitado de mi lado.

Fue una decisión de ambos, en realidad, queríamos ver a nuestros hermanos felices y con bien, así que ninguno dijo una palabra, siempre cuidando nuestras acciones porque la gente habla y te destroza sin compasión.

Porque YunHo y yo somos pareja (¿o lo éramos?) desde que él tenía dieciocho y yo recién cumplía mis diecisiete. Nos amamos, claro que sí. Necesitamos al otro para estar completos, eso sin duda.

Pero el reino necesita un heredero, uno de sangre, y yo no puedo darle eso a él, ahora que es rey tiene mucho peso en sus hombros y lo único que puedo hacer, como su guardián, amigo y pareja, es quedarme a su lado y darle mi hombro en apoyo.

Pero aun así me duele, porque desde pequeño venía soñando con finales de cuento de hadas, sé que no expreso tan abiertamente mis emociones como lo haría otras personas, pero claro que soy consciente de lo que siento. Tengo un alma de niño que intento disimular bajo la máscara del líder de escuadrón temerario.

Quizá se deba a mi fuego interior, siempre está ahí, latiendo debajo de mi piel y algunas veces simplemente sale en forma de una emoción y acciones que sorprenden a mis amigos y familia.

Estoy dando muchas vueltas, la verdad es que no quiero aceptar lo que será mi destino de ahora en adelante.

Porque no hacen falta más palabras, ya tuvimos muchas discusiones, noches donde cada uno se iba a dormir a su habitación, enojado con el otro por algo que dijo o hizo. Pero no puedo culparnos, somos humanos y aun estamos en edad de cambios entre la adolescencia y vida adulta.