Capítulo 17

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Subí lo más rápido que pude las escaleras del edificio donde vivía Ruggero mientras acomodaba mi cabello.

Camine con cuidado por el pasillo sin que mis zapatos de tacón hagan mucho ruido, me detuve en la puerta con la enorme D pintada de negro, toque el timbre 3 veces y espere, mis manos temblaban y estaba nerviosa no iba a dudarlo.

La puerta se abrió y me encontré con un muy guapo y arreglado Ruggero, traía una camisa blanca, con los dos botones de arriba desabrochados, vaqueros negros, zapatos negros y el pelo alborotado.

Sus ojos me miraban de arriba a abajo como sorprendido.

-Disculpe creo que se equivocó espero a alguien-dijo con una sonrisa.

-Ja, ja, ja, ¿me veo muy ridícula? -, pregunte mirando mis pies, sentí como él se acercaba a mí, después agarraba mi mentón y me subía la cabeza para que lo mirara directamente a los ojos.

Aquello ojos color miel hacían que mi mundo desapareciera por completo.

-Creo que no te has visto más hermosa en toda tu vida-susurro cerca de mis labios, cerré los ojos y sentí la cercanía de sus labios-Además creo que con una bolsa de papel también te verías preciosa-dijo y me hizo reír, agache la mirada y Ruggero me robo un beso.

Me ruboriza, pero no dije nada.

-Ven entremos-dijo y agarro mi mano, me hizo pasar y cerró la puerta, un exquisito olor inundo mi nariz haciendo que mi estómago rugiera.

-Que rico olor ¿qué es? -pregunte dejando la cartera y la chaqueta en un perchero junto a la puerta.

-Canelones con salsa blanca-dijo y yo lo, mire extrañada.

- ¿Canelones? -, pregunte

-Comida italiana-dijo y yo asentí comprendiendo todo.

- ¿Te gusta mucho la comida italiana? -, pregunte mientras

-Si, su comida es riquísima y además me gusta su acento es lindo-dijo y sonriese acerco a mi oreja y en un susurro dijo- "Sei Bellissima"-

La piel se me erizo y sonreí bobamente.

Ruggero se alejó de mí y beso mi mejilla.

Recorrí la habitación con la mirada y me centré en la parte donde estaban los sillones.

La mesa ratona que estaba en el centro de los dos sillones estaba decorada con platos, copas y velas, muy romántico y dulce, eso hizo sonrojarme.

Había cojines sobre el piso, tal vez comeremos como los chinos o japoneses en el suelo, eso me resultaba divertido porque nada que ver con la comida que íbamos a comer.

-Siéntate en los cojines, en un minuto traigo la comida-dijo y se dirigió la cocina, me acerque a la mesa y me senté de tal forma que el vestido no se me subiera y no se viera nada.

Acomodo mi cabello mientras Ruggero estaba en la cocina.

Minutos después apareció con dos platos en la mano.

Ruggero los puso en la mesa y se sentó en uno de los cojines al lado mío.

Miré la comida y no pude diferenciar que era, jamás había comido eso y no sabía si me iba a gustar o no, no quería hacer sentir mal a Ruggero por todo su esfuerzo, era algo grueso y largo, creo que era masa con carne cocinada adentro no podía ver bien, tenía una especie de salsa blanca arriba de eso.

- ¿Has comido alguna vez esto? -pregunto Ruggero cuando me vio como miraba a los "canelones".

-Am... La verdad... Es que nunca-dije sintiéndome pésimo, no quería hacerlo pasar un mal momento por mi culpa.

Este sonrió de costado y agarro un tenedor, partió un pedazo chiquito de mi plato y lo pincho con el tenedor. Con la mirada en mis ojos acerco la comida a mi boca.

-Abre la boca-dijo con tono dulce.

Sin quitar mi mirada de la suya abrí la boca un poco y él acercó la comida aún más cerca.

-Come-me ínsito, miré la comida que estaba en el tenedor y después volví la mirada sus ojos color miel, sin vacilar metí el bocado en mi boca.

La salsa blanca se dispersó por mi lengua, el sabor era exquisito lo mejor que había comido en mi vida, la masa era suave, la carne estaba bien cocina y estaba realmente espectacular.

-Dios esto es riquísimo-dije cubriendo un poco la boca, ya que tenía la comida en él.

Ruggero sonrió y comió un poco de su plato.

-De verdad está delicioso-dije agarrando un tenedor y comiendo por mí misma.

-Gracias-dijo Ruggero y sonrió. - Si te gusto esto no me imagino el postre-dijo y comido un pedazo.

- ¿Hiciste postre? -pregunte atónita, este hombre era el hombre perfecto.

-No lo compre-dijo y rio.

Solté una carcajada y seguí comiendo.

La comida paso lento y me encanto, hablábamos, reíamos un espectacular cumpleaños, terminamos de comer y Ruggero levanto todo y entre los dos limpiamos los platos.

La mesa ratona solo quedó con dos copas llenas de sodas sobre ella. Estábamos sentados en los cojines mi cabeza reposaba en su hombro mientras que él jugaba con mis dedos.

Su perfume era exquisito más que el olor de la rica comida que preparo.

-Tengo algo para ti-dijo Ruggero y se paró, se acercó a un mueble y abrió uno de los tantos cajones.

Saco algo de los cajones, que no pude diferencial, y después volvió a sentarse a mi lado.

-Feliz cumpleaños-dijo mientras me entregaba una cajita color roja con un moño dorado.

-Ruggero no tenías porque-dijo algo avergonzada.

-No fue nada, tómalo y ábrelo- dijo, lo mire y después solté un gran suspiro, agarre la cajita y después la abrí.

En él había un collar en forma de corazón, era algo antiguo, pero verdaderamente hermoso era de un color oro con tonos plateado una preciosura.

-Ruggero es hermoso-dije con una sonrisa.

Este sonrió y agacho la mirada.

-Apenas lo vi me gusto para regalártelo, era sencillo y bello igual que vos-dijo mirándome a los ojos, esas palabras quedaron en mi pecho, rápidamente deje el collar en su caja, que este estaba sobre mis piernas, agarre el rostro de Ruggero y lo atraje hacia mí besando dulcemente sus labios.

-Todavía no acaban tus regalos-dijo cuando me separe de él, muy cerca de mis labios, se levantó y yo me quede sentada, se dirigió a la cocina, escuche ruidos de cubiertos y platos, después de un segundo apareció Ruggero con una mini torta y unas velas encendidas sobre ella, sonreí bobamente mi cara era un tomate, así que agache la mirada, Ruggero dejo la torta en la mesa ratona y se sentó a mi lado.

-Debes soplar las velitas-dijo cerca de mi oído, levante la vista y me hipnotizaron sus ojos color miel.

Se acercó a la mesa y con un encendedor prendió las 5 velitas que estaban sobre la torta, dejo el encendedor en la mesa después de prenderlas todas, agarro la torta y la acerco a mí.

Comenzó a cantar la canción de feliz cumpleaños y yo me sonroje aún más, lo mire y él hizo un gesto con la cabeza para que apagara las velitas, sonreí y di un leve soplido.

Ruggero aplaudió y yo también, después corto un pedazo de torta y lo comimos entre los dos.

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Hola, mis hermos@s Bunnies 💞

Espero que le allá gustado

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Vayan a leer mis otras novelas espero que les guste

Atte: camy

Mi Alumna Preferida (Ruggarol)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora