Capítulo 46

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Nos adentramos al bosque mucho más que la vez anterior. Pudimos llegar hasta el lugar que Hotaru nos indicó como posible refugio de Taiki. Por eso es que Diamante pidió que nos quedáramos cerca de él y lejos de los árboles que dieran mucha sombra, pues no confiaba en ningún rincón oscuro de aquel bosque. Decidimos no buscar a Taiki hasta avanzar con nuestro propósito de crear empales.

Diamante cortó algunas ramas de árbol con un hacha y le dio forma en cada punta dejándolas como filosas lanzas. Mi madre y yo comenzamos a imitarle. De pronto, me enterré una astilla en el dedo índice. Me quejé e intenté quitarla con la otra mano, pero la astilla se quebró quedando una parte incrustada.

— Cariño, ten cuidado —dijo mi madre.

— ¿Qué caso tiene cuidarme ahora, mamá? —pregunté irónica y acongojada mirando mi mano— Es una herida que ni siquiera duele en comparación a todas las otras que tengo.

— La sangre fresca podría atraer a las criaturas —dijo Diamante y apretó mi dedo para que la astilla se asomara. Luego, acercó su boca y succionó la astilla. El roce de su mano tibia se sintió bien, sus labios en mi piel aún mejor... pero la mirada perspicaz de mi madre me arruinó el momento.

Mi mano sangró un poco. Diamante cogió una de las botellas de agua para lavar la zona.

— No es necesario, sangra muy poco y en verdad tengo heridas mucho más profundas —dije para que no desperdiciáramos el agua.

— Tus manos están muy maltratadas —dijo Diamante examinándome.

Mi madre alzó una ceja y siguió sacando filo a las puntas, pude notar una leve sonrisa burlona en sus labios.

— Es-Estoy bien —dije y quité mi mano de las suyas—. Gracias.

Diamante desvió la mirada y anunció que iría por más ramas, se alejó unos pasos.

— ¿Y bien? ¿Me vas a contar qué sucede con el muchacho? —preguntó mi madre fingiendo desinterés.

— Nada. No es lo que piensas.

— ¿Cómo sabes lo que estoy pensando?

— Es el tono que usas —dije entre dientes.

— ¡Ajá! Entonces, ¿qué hay con él?

— Nada, en verdad —aseguré con tristeza.

— Me gusta para ti.

— También a mí, pero no es mutuo —dije intentando finiquitar el tema.

— ¡Imposible! Yo sé lo que vi.

— Me quitó la astilla, no es la gran cosa.

— No me refiero a la acción en sí, me refiero a la delicadeza, a la forma en que tomó tu mano, cómo te miró y se preocupó por ti. A mí me parece que es mutuo —dijo e hizo un sube y baja de sus cejas que hizo que la sangre se me subiera al rostro.

— N-no, no lo es, madre.

— Voy a confesarte algo, Usagi —dijo mirándome a los ojos. Supe que sería algo importante porque dejó de tallar la punta para poner especial atención en mí—. Creo que él tiene miedo de tus verdaderos sentimientos.

— ¿A qué te refieres con "verdaderos"?

— Sé muy bien lo que te hace sentir ese ser... el tal Seiya —indicó—. Sé que no puedes ir en contra de lo que él te provoca.

— ¡Soy tan estúpida! —dije pensando en que, si mi madre lo sabía, obviamente también Diamante. Tapé mi rostro con ambas manos en un gesto de frustración y vergüenza.

Bloody Pleasures (Sailor Moon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora