Capítulo 41

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Andrew y Rei comenzaron a revisar lo que quedaba del kit cazavampiros, aunque eran pocas herramientas, Andrew llevaba un bolso con otras cosas que nos serían de ayuda.

— Todos deben llevar un crucifijo de plata, bendecido, para protección —indicó Andrew. Recordé que había perdido el de Rei y le pedí disculpas, explicándole que lo había extraviado cuando fui capturada... quizá, la verdad es que ya ni lo recordaba bien.

— No importa, tengo aún el mío, aquel era de... Zafiro —murmuró y no me hizo sentir mejor, al contrario.

Andrew me pidió que me acercara y colocó el crucifijo brillante alrededor de mi cuello. Mi corazón latió deprisa, una calidez me recorría el cuerpo. Mi madre fue la siguiente, luego le entregó uno a Minako y finalmente a Yaten, quien se giró para que Andrew abrochara la cadena a su cuello, y pude observar una cicatriz en su garganta, esa que yo le hice con la daga de plata y me sentí mal por ello. Miré su mano, la herida de cuando atrapó la daga, había sanado por completo, dejando una cicatriz de mal aspecto, mal sanada.

Artemis entró a la capilla, se veía inquieto, traía los cabellos tiesos. Me giré para hablarle, pero gruñó apenas lo hice.

— ¿Qué le sucede? —pregunté confundida.

— Artemis, ¿qué haces? Es Usa, nuestra prima, ¿recuerdas? —habló Minako acercándose a él para cargarlo.

Necesito que se acerquen un momento —indicó Andrew—. Padre celestial: te pedimos protección, claridad y fuerza para lo que se viene; cúbrenos con tu manto sagrado y no nos desampares... te lo rogamos In nomine patris et filii et spiritus sancti. Amén.

Repetimos amén al unísono. Luego, Andrew nos bendijo a cada uno por separado y nos exoneró de nuestros pecados. Fue claro y breve, pero aquello, me hizo sentir una paz enorme, un gozo, felicidad, tranquilidad. Algo que no me pasaba hace mucho, fue como si las preocupaciones se hubieren esfumado, a pesar de que no estaba ni cerca de ser así.

— ¿Qué harás con él? —preguntó Yaten a Minako, refiriéndose a Artemis.

— No lo sé, tengo miedo de llevarlo conmigo, pero también tengo miedo de dejarlo aquí —confesó Minako.

— Quizás aquí esté más seguro —dije—. Allá fuera podría ser presa fácil.

Artemis me miró con un aire despectivo, como diciendo: ¡Mira quién habla! Era tan expresivo y tenía razón... yo también lo era, pero en verdad me refería a que, si al él le pasaba algo, Minako enloquecería y eso Seiya lo debía tener claro, eso sí que era un peligro.

Intenté acariciarlo, pero Artemis retrocedió y olfateó mi mano con cierta aprensión.

— Tal vez no huelo igual que siempre —dije ofuscada, pensando en que había pasado demasiado tiempo con Seiya y quizá su olor y su aura se había impregnado en mí. Artemis se acercó un poco más a mi mano extendida y al fin pareció reconocerme porque apretó su nariz contra mi piel.

— No lo llevaré conmigo —dijo Minako abrazándolo con fuerza—. Pero si no regreso, te pido que te hagas cargo, Usagi.

Sus palabras me erizaron la piel. Negué con la cabeza, no quería ni pensar en eso.

— No dejaré que nada te pase, antes moriré yo —aseguré.

— No tenemos cómo saber eso. Si ninguna de las dos regresa, te lo encargo, Yaten —dijo Minako. Él significa mucho para mí y puedo ver que tú le simpatizas.

Andrew nos llamó para salir del lugar, entonces Yaten no alcanzó a responder, pero sus ojos se enrojecieron, creo que la sola idea de pensar en que Minako no lograra volver, lo desesperó tanto como a mí.

Bloody Pleasures (Sailor Moon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora