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Tierra 87

Había un Ben en todo el multiverso tan confundido y perdido en el mundo que no era ni bueno ni malo.

Solía andar siempre con un suéter, siendo negativo y según el patético.

Nega Ben era quizás uno de los Ben mas peligrosos que existía por ese temperamento negativo y la facilidad que tenia de cambiar de bando solo porque si.

Pero aquella mañana todo seria diferente, andaba en pueblo bajo con su suéter cubriendo su cabeza para no llamar la atención de nadie, pero para su sorpresa pegó con un chico de cabello rubio, vestido de unos colores tan llamativos que para alguien tan sombrío como el se le revolvió el estomago.

Simplemente era tan brillante como el sol, había quemado sus ojos técnicamente.

-Eres tan diferente a mi que me harás vomitar – le comentó con tono apagado tapando sus ojos.

-Hola querido amigo soy Kevin – el chico lo tomó de la mano que cubría su rostro a la fuerza, la otra estaba en la bolsa del suéter.

Aquel contacto fue increíblemente cálido.

-Si como sea – Nega Ben soltó aquel agarre frunciéndole el seño de muy mala gana. Aquel sujeto desconocido lo veía con una sonrisa de oreja de oreja con un entusiasmo que el nunca en su vida se acostumbraría.

-Ben te invito a algo – lo volvió a tomar del brazo, Ben incomodo por aquel contacto pero a la misma vez no quería que lo soltara.

Simplemente se dejó llevar por el momento, no supo lo complicada que se volvería su vida cuando ese extraño chico estuviera cerca de el.


...


Esto no podría estar pasando, después de más o menos un año de investigación llegó a una triste y desafortunada noticia, supo de qué enfermedad se tratase, si era una enfermedad alienígena que se había contagiado quizás de su esposo, que no tenía cura y todo lo que Ben ha estado haciendo es impedir lo inevitable.

Cuando se enteró de aquella similitudes ya no pudo más y se quedó en shock, ¿Cómo le iba a decir todo eso a Kevin? Podría investigar alguna cura pero el apenas era un estudiante contra una enfermedad que expertos no habían sabido cómo lidiar con ella.

Ya basta de estarle dando esperanzas a lo que no se podía dar más.

En todo aquel día no contestó su celular, había aprendido muchas cosas que seguramente no pudiera saber si no tuviera sueños, dándose cuenta que si existía una especie de cura en alguna parte, el universo estaba plagado de tecnología desconocida, pero el tiempo se terminaba y no podía continuar dando esperanzas.

Un nuevo doctor de la base de los plomeros lo notó triste aquella mañana, no tardó en darse cuenta de los apuntes y de lo que decían realmente.

-¿No piensas decirle? – preguntó con tono serio en sus palabras.

-No sé cómo – en sus sueños había visto como Kevin se sacrificó por el por una enfermedad en específico haciendo un pacto con una raza, pero se regañaba mentalmente, eso de los alienígenas y del espacio no eran su mundo – al menos que tengas algún trato con el planeta Galvan.

Eso lo puso serio.

-¿Cómo sabes de la existencia de ese planeta? – se sorprendió ante el comentario.

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