Prologo

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Los caminos boscos y escondidos en la penumbra de la noche solo fueron iluminados por la casi inexistente luz de la luna y las docenas de linternas descontroladas en manos profesionales, acompañadas de el constante repliqueo de la malesa seca destruida bajo los muchos pares de botas de suela gruesa y los silbidos nasales de los 5 canes que les acompañaban.

Había sido una noche larga para todos los implicados, pero el esfuerzo había rendido sus frutos, y ahora podrían marcharse a casa con la satisfacción de haber capturado a ese malnacido que les había provocado tantos inconvenientes en las últimas semanas. O eso parecía.

Los de mayor experiencia en su campo laboral, solían decir que el final del camino no es más que el rebuscado comienzo de uno nuevo. Quizá tenían razón.

Los intercomunicadores rompieron el pacífico silencio de victoria con un llamado de auxilio, necesitaban ayuda médica de inmediato.

Siendo de los más cercanos a la zona, el detective Kim corrió ante el llamado, llegando rápidamente a una pequeña vivienda de fachada sencilla y bien conservada; allí, a los pies de la entrada, un oficial con aspecto catatónico y piel más blanca que el papel, se encontraba siendo socorrido por uno de los detectives de su unidad.

─ Es solo un novato. La escena le ha caído como un balde de agua fría

Aclaro el detective Tuan, invitándolo a pasar con la mirada. El interior de la vivienda no era muy diferente, paredes con pintura impecable, mobiliario en muy buenas condiciones, o al menos la mayor parte de ellos. Al final del pasillo, destacándose gloriosa ante su entorno, se encontraba una mancha rojiza sobre la blanca pintura de la puerta de madera. Una mano, sin duda, no lo suficiente fresca para manchar al tacto, pero si para desprenden el inconfundible olor a hierro.

Con cuidado, arrastró ligeramente la puerta, encontrando del otro lado de esta la inconfundible marca de uñas sobre la madera, y descubriendo con sigo la habitación de las pesadillas.

Apestaba a sangre y sexo.

El lugar a simple vista no era más que una habitación mediana y bien equipada, no poseía ventanas ni tragaluz y las paredes de gris olivo se encontraban lisas y únicamente decoradas por más manchas. En el lustroso piso de madera un inconfundible camino de sangre y semen seco lo guiaron a la gran atracción final.

Tendido en medio de la cama, con los tobillos atados firme y dolorosamente a los muslos abiertos y las manos juntas por encima de la cabeza unidas por gruesas sogas, se encontraba la víctima de aquella escena de terror.

Un hombre joven, quizá en las últimas etapas de la tan odiada adolescencia, con el caballero lo suficientemente largo para caer pocos centímetros por debajo de los hombros y una piel pálida de tono casi grisáceo.

De no ser por sus años de experiencia, quizás se encontria en un estado similar al oficial; aunque eso no quitaba el amargo sabor de la vilis subiendo por su garganta. Si, incluso sus compañeros más veteranos admitían nuca estar lo suficientemente preparados para un caso de abuso sexual, en especial uno tan brutal como este.

Al escuchar la escandalosa sirena de la ambulancia, giro sobre sus propios talones, llamando la atención de los paramedicos que recién entraban.

─ Será mejor que tu vayas a casa Taehyung, yo me quedaré con los muchachos a apoyar a los de criminalística.


Aconsejo el detective Tuan con una pesada expresión de resignación.

─ Bien, los alcanzaré en unas horas en el hospital.


Crueles Intenciones [VKook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora