Mi muchacho

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*

El profesor de historia había estado tan pendiente de Tanjiro como jamás lo había estado de ningún otro alumno, pero lo disimulaba constantemente, los únicos que lo notaban eran esos tres.

-Le dije que ese Sabito era una amenaza y no me creyó.

-Ya lo sé Tomioka, ahora creo que no se ha dado cuenta que esos dos podrían estar en una relación ¿Tenemos que explicárselo?

-Creo que debemos callarnos Uzui, si Rengoku no se da cuenta, tal como dijo Tomioka, que se trague sus palabras.

-Sanemi, no lo quieras tanto...

-¿Quién dijo que lo quiero?

-Eres imposible Sanemi.

Los tres maestros se dieron la vuelta y se fueron hablando del tema hasta llegar al aula.

En cuanto a Rengoku, esa mañana los había visto llegar de la mano, sus frentes estaban algo sudadas y con su sonrojo evidente, parecía que habían estado corriendo.

A duras penas llegaron a tiempo a su clase, los dejó pasar sin decir nada, por esta vez se los podía permitir.

Ambos jóvenes entraron y tomaron sus asientos con Genya, trabajaron bien como de costumbre y al final de la clase, el profesor llamó a Tanjiro y Sabito.

-Los deje pasar porque es la primera vez que llegan tarde, que no se repita ¿De acuerdo?

-Sí -contestaron al unísono.

Tanjiro tomó la mano de Sabito y bajó la cabeza antes de pedirle al contrario que salieran para ir a la cafetería.

Tener la imagen de la mano de Tanjiro enlazada con la de Sabito en la cabeza tan grabada, era un juego sucio de la mente del profesor de historia.

Su sonrisa fue algo extraña, parecía más una mueca de molestia que cualquier otra cosa.

En los últimos dos días esos dos habían estado caminando por los pasillos tomados de las manos, incluso si estaban hablando con personas diferentes, no se soltaban, fue tan mágico para Sabito el poder ver a Tanjiro sonrojado cada vez que se miraban de reojo.

Había un progreso constante en la parejita, hasta causar que la historia con su docente pasara al segundo plano en la vida del pelirrojo, pues ese amor platónico ahora parecía un fantasma del ayer.

Genya sonrió antes de preguntar con timidez y un poco de curiosidad -¿Ustedes dos están saliendo?

Con la sonrisa más dulce y y cálida del joven de la cicatriz en el rostro, sus ojos dijeron mucho más que cualquier palabra, pero se contuvo para decir la verdad.

-Eso intento, espero que los cielos no se enfaden conmigo por llevarme uno de sus ángeles.

Fue realmente adorable ver a Tanjiro con ese vibrante y notorio sonrojo, apretó la mano que lo sostenía con mucha más fuerza y el también puso una cara confiada al asentir con la cabeza.

*

Estaba muy avergonzado de que nos vieran juntos, pero lo permitía porque me hacía sentir confortado.

La paciencia que me tenía sabiendo que en mi corazón hay alguien más, aunque lo este sacando de mi vida, me daba valor para sujetar sus dedos entre los míos en un cálido apretón.

Pero... 3 días después empecé a dudar que esto fuera lo mejor, porque extrañamente me topé con los ojos de Rengoku-sensei en repetidas ocasiones.

Estaba actuando raro, me miraba de forma discreta y luego...

-¿Kamado-san?

Me acerqué al profesor mientras Sabito guardaba sus cosas.

¿Puedo besarte?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora