2. foedus cum peccatore

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Lucifer pov

Sobre las cuatro de la mañana ya me encontraba despierto, terminando el papeleo de la noche anterior.
Me había acostumbrado a dormir cortos períodos de tiempo, como máximo cuatro horas seguidas por culpa del trabajo que siempre se acumulaba en la mesa, los problemas que causaban mis hermanos o simples noches de insomnio donde mataba el tiempo de cualquier otra forma.

Hoy era lunes, los lunes me tocaba a mi preparar el desayuno y despertar a todos de la mejor forma posible, aunque eso era relativo.

Siguiendo la monotonía del día a día me encontraba ya en la cocina, llevando el uniforme de la Academia mientras batía un par de huevos de cuervo cuando una voz resonó en el comedor, obligandome a asomarme para ver de quien se trataba.

—Buenos ¿días? —Preguntó Psyche mirando por la ventana como seguía siendo de noche, revisando la hora de su teléfono como si tratara de descifrar el motivo de aquella eterna oscuridad.
Su vestimenta era... Extravagante, a falta de un mejor adjetivo.
El croptop negro con finos tirantes, las medias de rejilla rotas debajo de una parisina en la pierna izquierda y un pantalón corto de tela de protección que se veía a través de las dos obertura delanteras de la minifalda negra de tubo de talle alto, su cintura estaba decorada con un cinturón hecho de cadenas, por último, en su cuello yacía una gargantilla con tres aros, sus hombros eran cubiertos por una rebeca roja; si no fuera por su constitución física, ella podría confundirse perfectamente con una succubo.
En cierto punto me recordaba a una oscura versión de Caperucita Roja.

—En Devildom no existe el día como se conoce en el mundo humano, aquí siempre es de noche. —Hablé desde la puerta que unía la cocina con el comedor, mirando a la pequeña figura femenina con los ojos llenos de aquel brillo de curiosidad. — Creía que seguías dormida, aún no he despertado a los demás.

Mi voz pareció haberla sorprendido, pues rápidamente apartó la mirada del cristal para observarme, aunque aquella acción no duró mucho porque mientras caminaba en mi dirección sus ojos volvía a observar los ventanales como si lo que fuera que estuviera al otro lado fuera más importante que cualquier otro suceso.

—Esta casa es enorme, no sólo por la cantidad de habitaciones, sino por la casa en sí. —Comentó antes de pararse delante mia, enfocando sus orbes en los míos.

— No se realmente que esperas si los demonios son más grandes que los humanos. —Hablé en respuesta apoyando mi brazo en el marco de la puerta con cierta pereza, a decir verdad odiaba los lunes y odiaba las mañanas.
Estuve unos segundos en silencio, tratando de buscar las palabras para agradecerle el pequeño detalle que tuvo la noche anterior, pero las ojeras cubiertas tras el maquillaje hicieron que de mis labios saliera una frase completamente distinta.— Tienes mala cara ¿Has dormido algo?

—Siempre tengo mala cara, deberás acostumbrarte a verla día si y día también durante un año. —Respondio quitándole importancia al asunto e ignorando mi pregunta, pasando por mi lado para adentrarse en la cocina. — ¿Te ayudo a cocinar?

—¿Sabes cocinar comida de aquí? ¿Has dormido algo? —Pregunté otra vez mientras volvía a la encimera para continuar haciendo los pancakes de cuervo con sirope de escorpión, al no escuchar una respuesta giré mi rostro en busca de la contraria, viendo como esta trataba de subirse a la isla mientras negaba con la cabeza, terminando por rendirse y simplemente apoyándose contra ella.

—No, y te voy a ser franca, no quiero saber de qué está hecho.

Sus hombros se encogieron mientras miraba los ingredientes que estaban sobre el mármol, aunque volvió a ignorar aquella pregunta y me molestaba ser ignorado.

El Programa de Intercambio de Lord Diavolo. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora