Mesas y vecinas

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Zoe

¿Invierno o verano? Yo siempre digo invierno, porque será muy bonito y muy preciado y muy perfecto el verano, pero, existe un factor que está ahí, quieras o no. El calor. El estúpido calor. "Vale Zoe pues si tienes calor te bañas en una piscina y te lo pasas bien" perfecto, ¿y si estás en un pueblo en el que pega el sol a más de cuarenta grados a la sombra sin piscina municipal porque está cerrada porque nadie se quiere hacer cargo de ella? Ah, en eso no habíamos pensado ¿no? bueno pues en esas condiciones me encontraba yo. En invierno si tengo frío me pongo una manta encima, me preparo una bebida caliente o me hundo en el edredón de mi cama pero ¿si hace calor? o me desnudo en plena calle o me arranco la piel a tiras. Por eso yo prefiero frío, respeto a los que prefieren calor, pero no me fío de los que en verano les gusta el invierno y en invierno les gusta el verano. No te fíes de esa gente.

Bueno pues todo esto viene a que esa mañana me levanté por el calor, las sábanas mojadas, la cara sudada y la saliva de mi almohada. En este pueblo por la noche hacía un frío digno del Polo Norte y por el día el calor del Sahara se posicionaba en todas las casas. Las temperaturas daban miedo.

Esa mañana me levanté de buen humor a pesar de todo. No soy de la clase de personas que se levantan de mal humor y les dura todo el día, no podría. Me fui directa a la ducha a saborear el agua fría (sí, fría, no agua hirviendo como a muchos les gusta en verano) cayendo por mi cara. Cuando salí me envolví en una toalla y fui a mi armario a escoger la ropa del día. No fue difícil escogerla, no suelo tardar mucho de normal, no porque escoja al azar no, sino porque soy bastante segura en cuanto estas cosas, es una de las muchas promesas que me hice cuando era pequeña: no estar dos horas frente al armario o probarme mil cosas para elegir la ropa del día.

Me decanté por unos pantalones plisados que parecían una falda color verde lima con una camiseta de tirantes con el dibujo de una lima en medio (súper mega conjuntada, lo sé).

No soy la mejor persona para escoger ropa, pero no me importa lo que me digan por ello.

Salí de mi maravilloso cuarto de fantasía Disney para dirigirme al salón. Casi me sobresalté y todo cuando lo primero que vi fue "esa" mesa, juro que es la mesa más fea tallada en toda la historia de los muebles. Creo que el carpintero que hizo esto en años de Jesucristo se está cachondeando de nosotros desde el cielo. Era de madera oscura, pero no de cualquier madera oscura no, una mesa hecha de wengué, yo no lo había escuchado nunca hasta que ayer por la noche las energías que emanaba esa mesa me provocaron insomnio. Era oscura, tenía unas patas enormes con (agárrate que vienen curvas) una racimo de uvas tallado en la parte superior de cada pata y con una especie de... ¿Ángeles? En la parte que hay más pegada al suelo así como sujetando la mesa entera, a parte unas enredaderas de espinas en espiral rodeando cualquier espacio libre las patas. Las patas eran terribles pero además el tablero no iba a ser menos. Era muy gordo, no muy amplio y estaba lleno de arañazos o de rajas de cuchillos. Ah, y una de las patas tiene una marca de disparo, épico ¿no?, te la vendo por cinco euros.

Por la puerta de la cocina apareció mi tío con un mantel y lo desplegó sobre la mesa, al menos así podías comer tranquilo sabiendo que la mesa no sacaría dos brazos y te agarraría del cuello. Cuando mi tío me vio enseguida me dedicó una sonrisa.

–Buenos días Zoe, ¿qué tal has dormido? –se acercó y me dio un beso en la frente.

–Bien bien, he tenido un poco de calor pero da igual– evité el hecho de que me había quedado despierta hasta bastante tarde.

–Oh, pues ahora que lo dices teníamos un ventilador no muy grande que le prestamos a Mercedes, la vecina, porque se le estropeó el aire acondicionado. –pobrecita, que se quedó sin aire acondicionado un día y tuvo que sudar como una pueblerina– Más tarde vas a su casa y le pides que te lo devuelva.

Como Sol y LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora