Una tierna rubia con aires de grandeza.
Un apuesto asesino con muy poca paciencia.
Dos legados que cumplir.
Muertes por doquier.
Una venganza.
Y una extraña atracción incontrolable.
La vida de Amalia jamás fue sencilla, siempre entrenaba arduamente para cargar con el destino que la esperaba por ser la primogénita de su familia. Creció con toda la admiración hacia sus padres, quería ser como ellos, así que decidió someterse a un duro entrenamiento desde los cinco años para poder superarlos, pero existía una regla que le impedía ser ella misma...
Cero sentimientos
Nunca le dio importancia, pues ella era la personificación de la nobleza y creía en las segundas oportunidades.
Y él necesitaba una nueva oportunidad.
Katze Richter.
Asesino en serie sin ninguna pizca de sentimentalismo en su corazón.
Esperaba lo peor que podría suceder en cualquier momento. Sus padres estaban muertos, no tenía hermanos ni hermanas o algún otro familiar. Sólo contaba con la compañía de su amigo castaño que le era fiel en todo.
Esa era su vida desde que su amada se esfumó...Aquella mujer le había dado todo, hasta un legado que obtendría una vez graduado de la universidad con honores por ser el más inteligente de su clase.
Su vida era desolada, pero estaba resuelta gracias a ella.
Y todo hubiese permanecido en su lugar si no fuese por esa rubia que ahora bailaba a unos cuantos metros de él.
—Estás completamente jodido—canturreó su amigo con burla mientras llevaba el vaso de cristal a sus labios—Jamás creí que te vería así de embobado por una mujer.
El alemán divisó el club en el que se hallaban y luego enfocó sus ojos verdosos nuevamente en la chica que no paraba de sonreírle a la vez que bailaba al ritmo de la música.
«Es perfecta...» pensó y, una sonrisa surcó en su rostro maduro.
Se encogió de hombros, no cayendo en sus provocaciones—Siempre hay una primera vez para todo, ¿no?—se limitó a decir. Pues la figura que observaba le importaba más que esa conversación.
—Si no tuviera dieciocho, ya estarías en la cárcel—Steve rió levemente y relamió sus labios, observando igualmente a la rubia—He notado algo...—le comentó, llamando su atención—De Bely te atrajo su experiencia—analizó sus palabras, estaba seguro de que Katze pensaba lo mismo—Pero Amalia te mató con su inocencia.
Ahora fue el turno del pelinegro reír bajo al percatarse de que su chica se acercaba a ellos—Toda ella me mató, Steve—corrigió rápidamente.
El dolor era inevitable, pero el sufrimiento era opcional.
Y él decidió no sufrir más.
Pero no todo era color de rosas.
Su pasado empezará a cobrarle factura, volviendo su vida y la de Amalia un verdadero infierno...
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Un par peligroso©
Teen Fiction¿Oíste lo que le sucedió a la pobre Amalia? Sí, que tragedia... Y todo por intentar ayudar al desquiciado de Katze... Por supuesto, es obvio que es el único culpable. El pelinegro observaba como todos los estudiantes le miraban no muy discretamente...