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—¿Dónde mierda está?

Yoongi caminaba por los pasillos de la escuela con una velocidad aterradora, con sus puños apretados a más no poder y su mandíbula tensa. Hoseok estaba corriendo detrás de él mientras le pedía que bajara la velocidad e intentara pensar las cosas.

Pero el chico no quería razonar, o pensar siquiera.

Lo que había pasado era que alguien se dedicó a enviarles a todos un corto video de Yoongi y Jimin, además de una pequeña foto editada. Estaban en el baño, recostados en el piso. Yoongi estaba entre las piernas de Jimin, con una mano en su cadera. El de cabello rosa tenía su rostro escondido en el cuello ajeno, y parecía que lo estaba besando mientras Yoongi jadeaba. Y aunque el de cabello negro no recordara muy bien lo sucedido, sabe que gimió por el dolor de la caída y no por tener al chico sobre él.

Y la imagen era simplemente una foto de pantalla de ese momento con varios corazones en todos lados y de todos los colores. La misma que le había mandado aquel número desconocido esa misma noche.

Y Yoongi creyó que eso se quedaría ahí, entre el anónimo y él, pero al parecer el fin de semana se dedicó a mandar esas cosas a todos. Y estuvo esos dos días ignorando mensajes de gente que le preguntaba lo que había sucedido. Toda la maldita escuela estaba al tanto de que ambos chicos habían estado en el baño juntos. Todos lo compartieron. Y aunque no muchos los conozcan fuera de su escuela, el hecho de que dentro de ella se conociera ese momento, ya era un infierno.

Yoongi, o al menos una parte de él, sabía que a nadie le importaba. Es decir, sí era una especie de shock el hecho de que las dos personas que tantos choques tuvieron a lo largo del secundario estén cogiendo en una fiesta. Y más cuando estas dos personas eran los príncipes de la escuela. Pero a nadie le importaba más allá de ser un simple rumor.

Y luego estaba la otra parte de Yoongi, la que le decía que todo el mundo lo estaba juzgando, riéndose de él a sus espaldas. Se sentía humillado, como un estúpido.

Y la gente lo estaba mirando mientras caminaba como furia por los pasillos de la escuela. Y todos sabían hacia donde estaba yendo el chico de cabello azabache.

Jimin estaba en su esquina rosada, guardando unos libros y sacando otros hasta que Yoongi se acercó a él. El pequeño no tuvo tiempo de reaccionar cuando el más alto lo agarró por la espalda, girándolo y empujándolo contra los casilleros.

Jimin cerró los ojos, gimiendo ante el golpe duro contra su espalda. Estaba seguro de que se había lastimado con alguno de los candados.

—¿Qué mierda te sucede?—casi gritó, agarrando el suéter rosado del más bajo y volviendo a empujarlo contra los casilleros—. ¿Por qué mierda tomaste esa foto?

—¿De qué hablas Yoon-

—¿Eres idiota acaso?—volvió a empujarlo hacia atrás, y Jimin se encorvó levemente hacia adelante.

El candado se estaba incrustando en su espalda con un dolor punzante.

—¡Yoongi!—escuchó decir a Hoseok, quien pasó entre la pequeña multitud que se había juntado para ver al par—. Ya basta, Yoongi.

Su mejor amigo tomó al de cabellos negros por los hombros para alejarlo, pero este se removió en su lugar, haciendo que las manos de Hoseok cayeran hacia atrás.

—No me toques—gruño, sin despegar la vista de Jimin—. Contéstame, tarado, ¿por qué lo hiciste, eh?

Sus manos volvieron a agarrar el suéter del chico, y Jimin se achicó en su lugar. Sus ojos miraban temeroso al más alto, brillando con las intenciones de llorar. Su cuerpo se movía inquieto, sin lugar para escapar.

Candy Boy | yoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora