Todos tenemos una fobia y obviamente también padezco de una, los automóviles, si bien me puedo subir a uno mi mayor temor es cuando llegue la hora de que comience a manejar o de cruzar la misma calle. Existen demasiados por que en mi vida para describir el motivo como: mi primera mascota fue atropellada frente a mis ojos, mi hermano casi es atropellado por uno, sufrí un choque que me dejó inconsciente y la últimas que es la más tétrica razón comenzó a ser narrada desde que comenzaste con la primera página. Así que continua con tu lectura.
Cambiando de tema;sinceramente no me gusta hablar sobre mi vida amorosa, es tan vacía y tan corta que con 2 palabras podría terminarla de contar. Sin embargo, sentía que esta vez sería diferente, mi intuición altamente desarrollada me lo dice se que algo pasará con Alexander.
Y así fue, comenzamos a hablar literalmente yo estaba algo dudosa, hasta llegue a pensar que era un tipo de reto, pero esto sería un pésimo cliché, además los días e incluso unas tal vez ¿tres semanas? pasaron tan rápido que ahora mismo estamos en vacaciones de invierno, asimismo en tan poco tiempo el ya me tiene como una tonta sonriendo a el móvil; por lado, habitamos relativamente cerca pero no nos hemos animado a salir aunque a veces creamos planes de broma que sabemos que no se van a ejecutar, pero hoy a llegado el momento en el que ambos estamos de acuerdo en conocernos por primera vez en persona así que esta a punto de ocurrir de verdad y se que estaré relativamente nerviosa si lo tengo de cerca, aunque no se si esto se podría llamar cita.
—¿Con quién hablas?—pregunto mi madre sacándome de las nubes con un golpe en la cabeza.
—Oh, con una amiga, ¿porqué la pregunta?.
—No parece eso—sé detuvo un segundo y después de ello jalo mi brazo para arrebatarme mi móvil—"Claro que estoy emocionada de verte, Alex"— mencionó imitándome con una voz chillona, en realidad ni siquiera hablo así con ese tonto tono de voz con el que trata igualarme.
—Mamá no te metas en mis cosas privadas—fue casi un susurro en una tonada tranquila, no iba a darle el gusto de que me viera fuera de mis cabales, pero hizo caso omiso y seguía imitándome—¡Que dejes mis cosas, por favor!—grité en voz alta aventando mierdas que había en mi escritorio, después de ello comencé a forcejear para obtener de vuelta mi teléfono—Eres una maldita imbécil— ahora mismo sentía una mezcla de vergüenza y furia, a nadie le agradaría que se burlen de tus conversaciones privadas, sabía que me iba a ir aún peor después de escupirle esa palabra tan grosera y así fue ya que me sujeto del pelo arrastrándome por el piso hacía la salida de mi cuarto a lo que yo comencé a forcejear a un más fuerte para que me soltará
—Repite lo que mencionaste maldita estúpida malagradecida—realmente estaba furiosa, pero esto era una de las muchas cosas que vivía cada día, y yo ya no tenía ni un mínimo miedo.
—Que eres una imbécil—la proporcione una mirada arrogante, pero trate de suavizar la mirada para dar una explicación a lo que dije dado que así esperaba suavizar la futura golpiza—Mamá es enserio, yo jamás me meto en tus problemas o asuntos, déjame por favor por primera vez sentir algo por al— no pude ni terminar la palabra es más; jamás me ha dejado terminar decir un argumento puesto que sabe que diré algo en lo que tengo razón y prefiere darme un buen golpe, así que me levantó con los cabellos agarrados y me empujó hacía las escaleras, no es la primera vez que lo realiza.
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Eirene
RandomEirene es una joven de 18 años que creció en una familia abusiva, un padre no presente, diversos traumas automovilísticos, encuentros con la muerte, bullying en la infancia y además de unas que otras decepciones amorosas; aún con tanto daño en ella...