Pensé que después de varios años ya había podido superar esa escena en mi vida, sentía que por fin tenía la estabilidad emocional que había perdido en su tiempo. Al final termino siendo que no era así, solo fue una ilusión que yo misma me hice creer para no tener que vivir en una depresión constante de mi vida.
Al despertar a la mañana siguiente me desperté con dolor de cabeza, como en los viejos tiempos cuando trataba de superar este episodio. Busque en el botiquín del baño un ibuprofeno para tomarlo después de desayunar, al ser fin de semana no tenía que preocuparme por lo que las cosas de la universidad no podían importarme menos en estos momentos.
Con un rodete a medio hacer y un remeron negro desgastado con el logo de nirvana igual de desgastado, me fui a la cocina para poder prepararme un café y ver si podía hacer algunas tostadas para acompañarlo. Eran en estos días donde me agarraba mi bajón depresivo donde vivía a solo café y tostadas, Roció odiaba que hiciera eso, sabía que no comía nada en días cuando eso pasaba. Cuando apenas había pasado y no me podían sacar del pozo donde estaba, se asustó que con mi metro setenta había llegado a pesar 55 kilos y me arrastro a un médico. El medico se había puesto pálido cuando vio mi peso y me diagnostico bulimia a punto de pasar a la anorexia. Roció fue la única que se quedó a mi lado, hasta que no terminaba de comer y esperaba por lo menos una hora para asegurarse que no vomitara lo poco que lograba ingerir.
El olor a quemado me había despertado de mis pensamientos y me apure a sacar los panes quemados de la tostadora, dándome cuenta que eran mini carbones en vez de tostadas comestibles. Solté un suspiro bastante frutada, no estaba siendo un buen principio de mañana.
Conecté mi celular a la televisión y puse algo de música, mi idea era ponerle un poco de onda a la mañana ya que me había quedado sin tostadas y posiblemente mi café ya estaba frio en lo que preparaba todo para poner algo de música.
Con Blake sonando de fondo la mañana ya no me parecía tan mala, una buena base de rap y buena lirica siempre alegra la mañana y el alma. Mientras movía la cabeza y tarareaba un poco la base, vi un cuaderno viejo de dibujo arriba del mueble del televisor.
No me acordaba de ese cuaderno la verdad, había bocetos viejos, las hojas estaban algo amarillas por el correr de los años, la tapa y contratapa estaban cubiertas de polvo. Lo sacudí un poco y en la tapa estaba escrito "diabla" con una perfecta letra gótica y un pequeño corazón con cuernos y alas de demonio. No pude evitar soltar una carcajada cuando lo vi, ese apodo que me habían puesto hacia tantos años porque supuestamente había salido del infierno a gobernar a todos.
Con la nostalgia encima se me callo una pequeña idea, agarré una pequeña mochila, metí el cuaderno con cuidado, una cartuchera con lápices y mi billetera con algo de plata. Tome mi celular y le mande un mensaje a Rocío que iba a salir a caminar sola, que posiblemente volvía tarde. Solo respondió con un emoji de pulgar arriba, dándome a entender que posiblemente estaba con su novio en un momento privado y yo la interrumpí, importuna como siempre.
Me cambie el remeron por un top negro, un short de jean y mis zapatillas viejas para caminar, me ate el pelo en una cola de caballo un poco desordenada y agarre las llaves que estaban en la mesa al lado de la puerta. Tomé mi mochila y me puse los auriculares con la música lo más fuerte posible, recordando viejos tiempos de cuando me escapaba tardes enteras a algún café y me ponía a dibujar por horas, sin darme cuenta del correr de las horas.
No me había dado cuenta cuando había llegado a un pequeño bar café, no había mucha gente y desde afuera parecía un lugar bastante rustico. Tenía una luz muy cálida y paredes con tablas de madera con un color rojizo, mesas de color negro con las sillas a juego. No me tarde mucho en decidir por entrar, era de esos lugares que tanto amaba pisar y podía perderme por horas sin darme cuenta.
Por suerte no tarde en encontrar una mesa libre cerca de la ventana, mi lugar favorito para sentarme a dibujar. Tome la carta que estaba arriba de la mesa y no tarde mucho en decidir que quería tomar.
Pasaron unos cuantos minutos hasta que un mesero se acercó a mi mesa, era bastante lindo la verdad a leguas se notaba que media más de uno ochenta fácilmente, unos ojos azules casi celeste de lo claros que eran y un negro azabache en un pelo desordenado, con camisa blanca delantal negro, un jean ajustado de un color azul oscuro y una sonrisa con blancos dientes.
-buenas tarde, soy Gonzalo, voy a estarte atendiendo por esta tarde, ¿Qué te gustaría ordenar? - me pregunto con una sonrisa en la cara, como si disfrutara hacer todo el tiempo la misma pregunta.
La verdad que si ese chico me pedía algo con esa sonrisa tampoco me podría negar mucho. Pero que mierda estoy diciendo por dios, debe ser el clásico mujeriego, pero no por eso iba a responderle mal cuando me trato tan bien y solo está haciendo su trabajo.
-Buenas tarde-dije con la misma sonrisa que me dio- quisiera pedir un café con caramelo, una porción de choco torta y 3 medialunas de manteca, por favor.
-Con gusto, en unos 10 minutos estará su orden, cualquier cosa no dude en pedirlo-me respondió con la misma sonrisa mientras terminaba de anotar mi orden en una pequeña libreta.
Apenas se alejó unos metros de la mesa cuando saque de la mochila mi cartuchera con el cuaderno, no sabía con exactitud que iba a dibujar. Mi mente estaba en blanco, empecé a tirar líneas muy al azar, dejándome guiar por lo que salía de ese extraño garabato. No tenía ninguna forma en específico hasta que vi un atisbo de lo que podía llegar a ser un lobo aullando a la luna.
Cuando empecé a dar los detalles del pelaje, sentí que ponían algo en la mesa por el distintivo sonido de la porcelana apoyándose en madera. Levante la cabeza y vi al mesero acomodar mi pequeña orden en la mesa.
-un café con caramelo, una porción de choco torta y 3 medialunas de manteca, que lo disfrute señorita- me dijo con una sonrisa como cuando me tomo la orden, la verdad que no puedo dejar de mirarlo, esa sonrisa con dientes blanco es hipnotizante.
-gracias- respondí muy brevemente con una sonrisa dejando el dibujo apoyado en la mesa y me acercaba el café para poder tomar un poco.
-antes que me retire, sé que tal vez no le importa mi opinión de un simple camarero, pero tengo que alagar su dibujo del lobo, es muy hermoso la verdad- me comento el camarero, la verdad no esperaba un comentario como ese, normalmente no dicen "tal vez no le importa mi opinión", solo opinan como si nada. Me intereso a donde podía llegar esta conversación.
-bueno, para serte muy sincera, solo tire líneas y se asomó ese pequeño lobo, faltan demasiados detalles- argumente mientras volvía a apoyar mi café en el plato que lo presentan.
-en lo personal, soy solo un simple espectador de un buen dibujo, seguramente no es la primera vez que se lo dicen. -me respondió haciendo una pequeña burla.
-de hecho, es la primera vez que me piden permiso para opinar, también la primera vez que opinan de un dibujo y no de mi persona. Así que la verdad, me gusto ese comentario, Lilith, un gusto- le extendí mi mano, no tardó mucho en agarrarla y volverse a presentar.
-Gonzalo, curioso nombre la verdad, la señora del infierno puede ser, la que no se deja dominar por lo hombres también.
No pude evitar soltar una carajada cuando hizo la broma-bueno, se puede ver de esa forma la verdad, mi mamá parece que amaba el nombre de un demonio para otro pequeño demonio.
-no creo que pueda ser tan malo, ¿o sí? -pregunto levantando una ceja y la sonrisa imborrable de su cara.
-tengo muchas anécdotas que contar la verdad-le respondí a su pregunta tomando otro sorbo de mi café.
-me encantaría escucharlas algún día, ¿sería inapropiado de mi parte pedirte tu número? - me pregunto con una sonrisa y una picardía que al parecer le caracteriza bastante.
La verdad es que ya no sabía que podía pasar, una parte mía se estaba sintiendo muy cómoda hablando con él y quería seguir haciéndolo. Por otra, estaba la sensación de que podía llegar a ser la misma mierda de siempre, pero talvez era momento de empezar a confiar, no de golpe, pero sí muy de a poco.
-claro, no hay problema-le respondí con una sonrisa anotándoselo en un papel del cuaderno con el lápiz que estaba dibujando.
Talvez esto podía llegar a ser el comienzo de algo lindo y más interesante que de lo que había pasado, ya era momento de poder dar vuelta la página de una buena vez.
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Una historia de amor real...
Teen Fictionpara todos los que se quedaron con las ganas de leer un libro donde sientas que enserio te pueda pasar, donde cuando lo termines de leer, sientas que todo lo que leíste enserio te pueda pasar, talvez no es el típico cliché, pero enserio espero les g...