La Amiga de los Merodeadores - Regulus Black

.9.

Sirius no podía dormir en la noche, solo pensaba en ______________ y en qué podría estar pasándole. Claro que no era el único que estaba preocupado por ella, pero si alguien no hacía algo, él lo haría. Para los cuatros chicos era raro verla llorar y haberla visto algo destruida les preocupaba aun más. Su amiga no era de ir por la vida haciendo dramas o llorando, en realidad ella era quien aguantaba los dramas de ellos, sobre todo de James y Sirius.

Tomo su abrigo y miro por la ventana, tal vez eran como la 1 o 2 de la mañana, pero no le importo mucho. Con cuidado y en silencio salió de la habitación y casa de los Potter. Tembló un poco por el frío.

Estaba nevando, pero tampoco le tomo mucha importancia y empezó a caminar rumbo a la mansión de los Avery. La hora de caminata se le estaba haciendo eterna con el frío y porque no había llevado algo más abrigado.

Al llegar frente a la mansión la miró unos segundos, sabía por dónde podía entrar, no era la primera vez que lo hacía, él y James la iban a ver en vacaciones cuando su madre no la dejaba salir y le hacían compañía hasta el anochecer.

Corrió por el jardín hasta quedar abajo de una de las ventanas del segundo piso. Vio luz dentro de la habitación y sonrió, estaba despierta. Empezó a lanzarle pequeñas piedras a la ventana por unos dos minutos, hasta que ésta se abrió.

—¿Sirius? —dijo _____________ sorprendida a verlo.

Este le sonrió haciéndole señas que le lanzara la cuerda que utilizaban para escalar. La chica la sacó de se escondite y se la lanzó, quien no tardó en empezar a subir.

—¿Qué haces aquí? —preguntó en un susurro cuando dio un pie dentro de su habitación.

—Vine a verte —dijo mientras temblaba de frío.

Ella frunció el ceño, cerro la ventana, tomó la mano de su amigo y lo acercó a la chimenea para que se calentara con el fuego que aun había, mientras le ponía una manta sobre los hombros.

—Si así me vas a recibir cuando venga, lo haré seguido —le dijo divertido, mientras ella sonreía y también se sentaba frente a la chimenea—. ¿Está todo bien?

______________ pensó la respuesta y solo quería soltar un no. No quería casarse, no quería ser parte de los mortifagos, no quería estar más ahí, no quería seguir siendo la chica perfecta. Su repuesta era no, pero eso no fue lo que salió de su boca.

—Si —puso su cabeza en el hombro de Sirius, quien no tardó en abrazarla por los hombros.

Sirius no preguntó más. Sabía que había algo, pero no la presionaría, tarde o temprano se los diría y era mejor darle todo el espacio que necesitaba, pero estando a su lado para cuando los necesitara.

—¿Puedo quedarme a dormir? —preguntó después de unos segundos de silencio—. Prometo no hacer ruido —ella lo miró divertida—. ¿Acaso echarás a uno de tus mejores amigos al frío? —fingió estar ofendido.

—Bien, pero el lado derecho de la cama es mío.

Se levantaron del suelo; el fuego de la chimenea estaba por apagarse, así que estaban apunto de quedarse en la oscuridad.

No era raro que ambos compartieran una cama y era la única chica que Sirius respetaba del todo. Se quedaron una vez más en silencio mientras la habitación se quedaba completamente a oscuras y la única luz que entraba en la habitación era la de la luna que entraba entre las cortinas de la ventana.

—¿Estuvo feo la pelea con tus padres? —preguntó en un murmuró la chica.

Sirius bufo y se acercó más a ella, si hablarían bajo debían de acercarse más.