«Hay heridas que nunca se ven en el cuerpo que son más profundas y dolorosas que cualquiera que sangre.», Laurell K. Hamilton.
A pesar de que el día no comenzó de la mejor manera, ahora podía decir que había mejorado notablemente. La comida estaba deliciosa y la compañía, por extraño que pareciera, era agradable. Le hacía sentir como hace tiempo no lo hacía, relajado y tranquilo. ¿Cómo era posible que Verónica pasara de ser una niña inmadura y caprichosa a ser una mujer con la que se podía tener todo tipo de conversación? Una mujer capaz de hacerlo sonreír y olvidar lo que estaba pasando. Era culta y bien hablada, haciendo contraste con la dama que se encontró horas atrás, provocando que despertara su curiosidad y quisiera conocerla un poco mejor.
—¿Y por qué el modelaje? Con tantos idiomas que hablas, pudiste elegir una carrera mejor —indagó.
—La verdad es que no fue algo que yo elegí. Mi madre fue modelo y profesora de pasarela. En una oportunidad la acompañé a un evento en el que se presentarían unas alumnas y un amigo de ella me vio, notó potencial y me ofreció mi primer contrato, tenía dieciséis —dijo con orgullo—. Mis padres dieron un grito al cielo, pero al ver lo entusiasmada que estaba me dejaron hacerlo con la condición de que no descuidara mis estudios.
—Los imagino, eras muy joven para hacer ese tipo de cosas. Exponerte en una pasarela con poca ropa —se ruborizó al imaginarla modelar lencería. ¿Por qué tenía que tener ese tipo de pensamientos? Era la hermana de su amigo y no era correcto imaginarla de esa manera.
—Ahí está el detalle, no sería ese tipo de modelo, por eso accedieron. No sé si lo has notado, pero no tengo la estatura que tienen las modelos de pasarela.
—Lo noté, pero pensé que eso no importaba.
—Sí importa, bueno ya no tanto como antes, pero hay marcas que siguen muy estrictas con eso —le aclaró—. En fin, el contrato que ofrecieron no era para ser una modelo de pasarela sino de catálogo, y antes de que preguntes, si existe una diferencia.
—Vaya, gracias por la aclaratoria.
Verónica sonrió y continuó con su relato.
—El punto es que lo que me llamó la atención no fue tanto el modelar, sino representar una nueva marca, una marca en crecimiento. Nunca he anhelado ser una supermodelo con fama y reconocimiento, lo que me gusta es poder ayudar a esas pequeñas empresas, a esos emprendedores que intentan figurar en el mercado. Y bajo esa premisa, mis padres no vieron motivo para negarse.
Mateo la miraba sin siquiera pestañear, lo había dejado sin palabras. Jamás habría imaginado que tras esa fachada superficial se escondiera una mujer con tan nobles sentimientos.
—Me parece admirable lo que haces, no cualquiera pensaría de esa manera.
—Supongo que no —se encogió de hombros.
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Todo llega en forma de amor
Romance¿Qué hacer cuando tu mundo se viene abajo? ¿Cuándo te das cuenta de que aquello en lo que tanto creías no era más que una mentira? ¿Cuándo te das cuenta que el amor no es suficiente para mantener a alguien a tu lado? Criado en un hogar lleno de am...