«A veces ocurre que lo que empieza como una locura, se convierte en lo mejor de tu vida.»
Si despertar al lado de Verónica se había convertido en su nueva afición. El hacerlo después de pasar la noche haciendo el amor sería su nueva obsesión, su perdición. Había despertado hacía una hora y desde entonces no había podido dejar de mirarla, de contemplarla. Su fragancia y su calor corporal lo tenían en una nube, en un sueño del cual no quería despertar.
No era un hombre al que le gustara compartir su cama o su espacio, por eso, siempre procuraba tener sus encuentros sexuales fuera de su casa, pero con ella sentía la necesidad de hacerlo. Sentía la necesidad de incluirla en los aspectos más mínimos de su vida, de su día a día.
Muchas de las cosas que jamás había pensado hacer, las estaba haciendo y todo por ella. Aún le costaba asimilar la vorágine de emociones que la venezolana le hacía sentir, pero cada segundo que pasaba se sentía más cómodo con ello. Era como si todo aquello en lo que había creído no era más que una falsa, un espejismo que poco a poco se iba desvaneciendo.
Tenía la convicción de que para que una relación amorosa funcionara se debían ir quemando ciertas etapas y que la primera de ellas era el mantener cada uno su espacio hasta que consideraran que era necesario el convivir en el mismo lugar. Pero desde que comenzó a tener sentimientos por Verónica, esa convicción se desvaneció. No había segundo del día en el que no quisiera tenerla a su lado. Se había instalado en el departamento de su amigo solo para pasar más tiempo con ella y ahora que la tenía en su casa, en su cama, en su espacio, se sentía un hombre completo. Se sentía feliz.
Sin poder contenerse, la abrazó con más fuerza inhalando el agradable olor a rosas que emanaba su castaña cabellera. Aquel movimiento provocó que Verónica abriera los ojos, encontrándose con aquellos focos azules que la miraban con devoción.
—Buenos días Cariño —Mateo la saludó y depositó un cálido beso en su frente.
Aun adormilada, ella detalló cada una de sus facciones. Estaba más guapo que nunca con su melena rubia alborotada y esa sonrisa ladina que la hacía perder la razón.
—Te odio —espetó molesta. Los despertares no eran lo suyo, cualquier cosa que viera o escuchara podía desatar su humor.
—¿Qué dices? —no comprendía porque le decía esas palabras cuando horas atrás, de su boca solo salían elogios hacia él.
—Qué te odio. ¿Cómo es posible que te veas tan guapo si estás recién levantado? —Chilló— Es súper injusto. Seguramente yo tengo el cabello bien enmarañado, las mejillas llenas de baba y los ojos llenos de lagañas mientras que tú luces como un modelo de Calvin Klein.
Mateo no pudo evitar reírse. Si alguien estaba llena de ocurrencias esa era Verónica.
—Estas loquita, pero así me encantas —con un movimiento rápido se posicionó sobre ella y la besó. Fue un besó lento y dulce, un beso cargado de ternura que denotaba que lo que había entre ellos era más que un simple deseo—. Ni tu cabello está enmarañado, ni tus mejillas tienen baba, ni tienes los ojos llenos de lagañas, ¿estamos? Además, Está muy temprano para que armes un berrinche —bromeó. Ya había notado lo voluble que podía ser su humor mañanero y lo mejor era no darle mucha importancia.
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Todo llega en forma de amor
Romance¿Qué hacer cuando tu mundo se viene abajo? ¿Cuándo te das cuenta de que aquello en lo que tanto creías no era más que una mentira? ¿Cuándo te das cuenta que el amor no es suficiente para mantener a alguien a tu lado? Criado en un hogar lleno de am...