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La boca de la botella apuntaba directamente hacia Ahn declarando, sin lugar a dudas, que el turno era suyo. Sentí nuevamente por segunda vez en el día, o noche en todo caso, como se acrecentaba mi nerviosismo y me comenzaban a sudar las manos, frotándolas repetidamente intentando, de alguna manera, alejar los nervios.

— Bien Ahn— lo llamó Ryan, por la mirada que le estaba dedicando no podía estar imaginando nada bueno— es tu turno, ¿qué escoges? ¿verdad o reto?

— Reto— contestó sin dudar captando todas las miradas, enderezándose hasta quedar frente a la voz de Ryan.

— Bien, justo lo que quería oír— respondió el chico volteándose hacia mi, sonriendo con malicia y regalándome un guiño de ojos. Virgen te lo ruego, protégeme de este ser. Volvió a dirigir completamente su atención hacia Ahn y directamente habló— quiero que me interpreten una película para adultos.

Abrí los ojos de par en par, permitiendo que el sonrojo llegara hacia mi rostro y permaneciera en mis mejillas. Crudo, directo y sin rodeos lo dijo ¿Cómo íbamos a interpretar eso?— ¿Se— tartamudeé a causa de los nervios— ¿Se supone que tenemos que hacerlo aquí? Ya sabes— vacilé, paseando la mirada por todos los presentes, cuya atención recaía en mi pequeña persona— ¿con ustedes mirando?— Ryan explotó en carcajadas al entender a qué hacía referencia mi pregunta, causando que los chicos se le unieran mientras Ahn sólo se mantenía neutral.
Tierra trágame y escúpeme en Corea. No podía con la vergüenza.

— Claro que no Arley, solo quiero el inicio, ya sabes, algo caliente, brusco. No tengo interés en verlos a ustedes haciendo de las suyas pero sí que logre despertar algo en nosotros— explicó con delicadeza ya que me encontraba estaba al borde del colapso.

— De acuerdo— aceptó Ahn, giré rápidamente en su dirección y lo observé como si le hubiese salido un tercer ojo. Creo que eso hubiese estado mejor— sólo necesito que me guíes hasta una pared cercana y donde ustedes puedan ver bien toda la escena— Ryan asintió y se incorporó, ayudando también a Ahn a hacerlo. Movió un poco el butacón que estaba cerca de la pared de la sala, despejó el área y lo ubicó ahí. Estaba en la parte derecha, habían ciertos puntos de oscuridad pero aún estaban las luces de las linternas encendidas y la música a un nivel bajo, dando un ambiente más romántico y pasional a ese momento.

Un segundo, ¿Romántico? ¿Pasional?¿En serio?¿En qué demonios estaba pensando?

Luego de acomodarlo, me hizo un gesto con la mano, deteniendo mis atolondrados pensamientos e indicándome que me acercara, acaté su orden aún sin poder creerlo del todo. Tenía los nervios a mil y sentía como el alcohol que había consumido durante la noche estaba haciendo efecto. Me acerqué hasta Ahn y tomé su mano, para que supiera que ya me encontraba ahí— ¿estás seguro?— pregunté en un susurro, no quería que se sintiese incómodo con esto.

— Lo estoy, ¿y tú?— preguntó de igual manera, acercándose lentamente hasta mi rostro.

— Lo estoy— increíblemente y aún en contra de todo lo que había estado pensando, a su lado me sentía segura.

Hace días estaba ansiando tener más contacto con él, nuestros encuentros se me habían vuelto efímeros aunque constantes, el tiempo transcurría demasiado rápido cerca suyo y sentía la necesidad de volver a verlo con urgencia al instante de desaparecer de mi rango de visión, sucede que nunca imaginé que fuera de esta forma, pero de nuevo, nada sale como espero, es como si el universo supiera lo que quería y dijera ¿Quieres esto?, pues ahí lo tienes, ahora te las arreglas como puedas, sin embargo no podía quejarme, aunque sea de una forma completamente diferente, al final obtenía lo que quería, algo era algo y me conformaba con eso.

Ahn comenzó acariciando suavemente mis manos, subiendo lentamente por mis brazos hasta llegar a mis hombros— relájate, no voy a matarte— dijo y solté una risilla nerviosa, intentando hacer lo que había pedido. Mientras su mano izquierda la movió hasta depositarla completamente en mi cintura, con su mano derecha siguió subiendo hasta llegar a mi cuello. Con la punta de sus dedos lo acarició lentamente, causando un leve estremecimiento en mi cuerpo. Enterró los dedos en mi cabello, jalándolo e inclinando mi cabeza un poco hacia atrás y comenzó con suaves besos desde la zona de mi clavícula. La temperatura de la habitación iba aumentando, y con ella mis latidos, siguió subiendo lentamente hasta acariciar el lóbulo de mi oreja, provocando que se me erizara la piel, para poco a poco incorporarse por mi mejilla hasta llegar a mis labios.

ChiquitaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora