XI

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La feria, el lugar por el que había estado esperando llegara desde el día en el que invité a Ahn. Esta semana había transcurrido demasiado lenta y finalmente ya estábamos aquí. Tuvimos que salir de casa usando lentes de sol, la claridad nos molestaba demasiado ya que seguíamos con resaca y dolor de cabeza, pero aún así, me aseguraría de disfrutar al máximo este día.

Se encontraba puesta una gran reja dividiendo a la mitad la amplia calle por la que estábamos caminando, indicando que dentro de ella, se estaban realizando las actividades por las que nos habíamos presentado. Marcamos en la larga fila para poder comprar los boletos de entrada, iba de la mano con Ahn, ya se había vuelto una costumbre para nosotros, y por medio de este contacto fue que me pude dar cuenta de que se encontraba tenso, nervioso— ¿sucede algo?— pregunté al ya estar avanzando un poco en aquella fila.

— No es nada— respondió bajo para que no escucharan los otros chicos, que estaban brincando de lado a lado como niños pequeños debido a la emoción— sólo, no me gustan los lugares con mucha gente— asentí en aprobación y observé su rostro, sin expresión alguna.

— ¿Quieres irte?— hice la pregunta un tanto nerviosa, en verdad quería entrar, las gemelas me habían contagiado su emoción desde el minuto cero, y desde donde estábamos ubicados, se veían las grandes atracciones a la distancia, haciéndonos una invitación a que pasáramos y nos divirtiéramos, aunque si quería marcharse yo me iría con él, después de todo, lo había traído yo.

— No no— respondió negando y exhalé, disimuladamente, un suspiro de alivio— tranquila, nos vamos a divertir hoy— dijo, apretando mi mano y sonriéndome. Estaba enternecida con él, intentaba convencerse a sí mismo sobre aquello.

Al llegar a la cabina, Ryd se acercó a la señora en el interior y compró los billetes para todos, comenzando así a caminar hacia el guardia que estaba de pie en la entrada.

— Los billetes— exigió con expresión seria y Ryd se los tendió en la mano, realizó un asentimiento de cabeza y nos permitió ingresar al interior.

Estaba repleto de gente, tuve que acercar más a Ahn porque daba la impresión de que cualquiera que caminara cerca nuestro se lo podría llevar a rastras, así que me enganché con firmeza a su brazo, logrando que sonriera aún con sus nervios a flor de piel. El sitio era grande, lo suficiente para poder perderte en el interior, tenía diferentes puestos a cada lado de la calle por la que transitaba la gente, y detrás de estos, al ser al aire libre, solo habían árboles e hierbas, muy bien cuidadas y podadas. Al finalizar las filas de los puestos, comenzaban los vendedores ambulantes, promocionando todo tipo de recuerdos para llevar a casa de este día en la feria, y un poco más atrás de ellos, se hacían ver las distintas atracciones que ahí se encontraban. La gran Rueda de la fortuna sobresalía entre todas, como si quisiese alcanzar el cielo.

— Bien— dijo Ailah, reuniéndonos a todos, formando un círculo entre la multitud— ¿Cómo le hacemos?

Extrañada y con el ceño fruncido levanté la vista, quedando directo en dirección a su rostro— ¿Cómo que cómo le hacemos? ¿Vamos a montar todos juntos no?.

— El problema es que son demasiadas las atracciones y demasiadas distracciones también— comentó Eimy, obsequiándome un guiño de ojos en lo último, refiriéndose a mi mano aún sujetando con fuerza la de Ahn— sabemos que no todos tenemos los mismos gustos y no queremos terminar peleando, al menos no hoy con este dolor de cabeza infernal.

— Exacto, nos vamos a dividir en grupos— interrumpió Eva, continuando la explicación— y a una hora acordada nos reuniremos todos bajo la rueda de la fortuna— indicó, señalándola con el dedo— creo que no hay que decir quien va con quien— asintió ella misma a su respuesta— así que solo nos queda concertar la hora de reunión.

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