Ser un vampiro en el siglo XXI no era fácil. Tenías que crecer con miradas sobre ti por usar un paraguas todos los días y soportar el apabullante deseo de tomar la sangre de tus amigos y compañeros. Afortunadamente se las apañaba con los suministros que su madre le conseguía.
Creía que tenía bien escondido el secreto. Se había asegurado que cuando sus amigos lo visitaran no hubiera ningún artículo extraño al alcance de sus curiosas manos. Y que cuando éstos durmieran, su presencia paranormal bajará a alimentarse sin hacer ningún ruido.
Su vida iba más o menos bien y así se quedaría.
Hasta que la llegada de Mikey y Draken vino a hacer de su calmada rutina un desastre al por mayor. El de tatuaje de dragón tenía muchas preguntas pero si las quería decir se las callaba por respeto, menos Mikey. Mikey tenía esa alarmante necesidad de querer saber todo de él porque en su lógica tenía que saber cualquier cosa que tuviera que ver con su nuevo amigo.
—¿Por qué usas paraguas?
—Mi... piel es sensible al sol.
Cualquier cosa que le respondía él se la creía. No quería creer que el líder de la Tokyo Manji era un tonto, pero... lo era.
Estaba acostumbrado a que lo vieran como un bicho, tanto que a lo largo de su infancia muchos se alejaron de él por salirse del molde. El único que se quedó fue Takuya y con el tiempo se unieron tanto Akkun como Makoto y Yamagishi, que en sí tampoco eran tan normales.
Eran una bola de raros que aunque sospechaban cosas lo aceptaban.
Y al acercarse a la ToMan se vio rodeado de más personas extrañas. Era una criatura sobrenatural rodeado de humanos con varios tornillos sueltos, pero ellos parecían comprender sus acciones y eso siempre lo iba a agradecer.
¿El único problema?
Mikey y su sangre.
Nunca había sentido tanta hambre por una persona en especial. El rubio tenía una esencia atrayente y adictiva, solo con su sentido del olfato había quedado prendado. Tanto que se había sorprendido a sí mismo observando al chico como si fuera una paleta.
Una apetitosa paleta.
Su padre alguna vez le había dicho que cuando sus instintos estuvieran apunto de despertar, sentiría una atracción indiscutible por alguna presa particularmente.
Y sería al primero que mordería formando un vínculo hasta su muerte.
Demasiado dramático en su opinión.
Mientras tanto se negaría a todo. Porque aunque fuera una criatura inmortal... Mikey era el humano que más miedo le daba.
Las miradas que le dirigía cuándo lo atrapaba viendo, le hacían sentir escalofríos y esas sonrisas que le daba cuando estaban solos no mejoraban nada.
Es tu presa y él lo sabe.
El hambre hablando.
Esa noche había visitas. Demasiadas. Muchos adolescentes siendo ellos mismos le aturdía, sus colmillos querían salir y la culpa por querer alimentarse de sus amigos palpitaba en su casi muerto corazón.
Cuando los ánimos se calmaron y todos habían tomado sus respectivos futones, los ronquidos no se hicieron esperar.
Estaba desesperado, los suministros calmaban el antojo pero ya no eran suficientes.
Rodeado de gente era peor. Sus entrañas rugían por comida, por dejarlos secos mientras estaban en el reino de Morfeo y nunca volvieran a despertar.
Ansioso bajo casi corriendo pero con cuidado hacia la cocina.
Abrió de par en par el refrigerador sin importarle el ruido. Sacó todas las bolsas que pudo y las desgarró una por una; bebía como un náufrago atormentado por la inanición. Sin importar si se manchaba las manos o la cara.
Lanzó una última bolsa en un gruñido animal.
Lo necesitas a él. Y solo a él.
—Así que mis sospechas eran ciertas.
La luz de la sala lo cegó, encogiéndose sobre sí mismo intentó quitarse el rastro de la sangre de sus manos.
—Hum, Kenchin me va a comprar muchos Dorayakis.
Lo habían atrapado. Allí va su poca paz.
—¿Cómo lo sabían?
—Tampoco es que lo ocultes muy bien. El paraguas era más o menos normal pero que evitaras ciertas cosas fue lo raro. Oh, también el cómo me mirabas...
Se había dado cuenta...
—¿Me quieres comer? No es que me moleste la verdad.
¿En serio le estaba diciendo eso?
—Mikey-kun
—Takemitchy.
Frente a frente, azul con negro. La expresión del rubio estaba por demás tranquila con su usual sonrisa despreocupada. No se detuvo en ningún momento, y como siempre, invadía su espacio personal.
—Aléjate... te puedo hacer daño.
Su risa fue como una sanación en medio de toda la guerra que había dentro de sí.
—Takemitchy, me deseas y yo te deseo. ¿Por qué quieres que me aleje? Estoy aquí y puedes tomar todo lo que quieras.
Cierto, al dejarlo acercarse, le daba a entender la confianza de dejarlo verse tan vulnerable.
—Pero-
Su boca se secó. Mikey había desabrochado poco a poco su camisa, dejando ver parte de su hombro y cuello. Sus colmillos picaron y su lengua ya estaba saboreando el néctar del chico.
Un manjar estaba en frente suyo. Solo para él.
No necesito más para lanzarse.
En cuanto sus colmillos atravesaron la impoluta piel la necesidad de alimento se sosegó en un interminable cúmulo de placer. Como si encontrara un oasis en medio del desierto.
Las lágrimas no tardaron en salir. Lágrimas de dicha.
Manjirou era su vínculo. Un vínculo que durará toda la eternidad.
Porque sí, los vampiros eran inmortales. Pero solo si encontraban al humano que los complementará.
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Drawing our Moments (TakeMikey Week 2021)
Fanfiction"Tu perfume disipa mis pensamientos aún más y mis preocupaciones se desvanecen". Serie de OS basados en los temas de la TakeMikey week.