Chapter I

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La puerta fue abierta por el chico peliblanco, una bolsa con jagyamaru-kun cayó al piso emitiendo un sonido que perturbó el silencio en el que sólo habían quejidos y jadeos, captando la atención de ambas personas en la habitación, la escena era esta:

Una silueta, solamente  reconocida por su largo cabello rubio que caía como cascada por su delgada espalda y por sus hombros, la cuál estaba apoyando sus manos encima del pecho de un hombre pelirrojo acostado mientras la adolescente lo cabalgaba, ambos iluminados por lo poco que entraba de luz de la Luna llena.

—Bell, hermano puedo explicarlo...

Silencio... No hubo nada de respuesta por parte de Bell.

El hombre que había aventado a la joven ahora estaba de camino a su 'hermano', un solo descuido y sintió su pómulo calentarse; había recibido de lleno un golpe del conejo.

No se defendió, cayó de bruces al frío suelo mientras era interceptado por el mismo adolescente quien no paraba de reventarle el rostro con sus manos, ambos estaban empatados en el mismo nivel por lo que Welf fácilmente podría alejarlo de él, pero no, solo sentía como se merecía cada uno de los golpes que recibía, mismos que cada vez se hacían más fuertes rompiendo sus labios, los mismos con los que exploró y recorrió un sin fin de veces el cuerpo de seda de Aiz, también abriéndole las cejas con cada golpe.

¿La chica? Ella solo veía como su corazón se partía en dos caminos diferentes, que con cada segundo se iban separando más y más, una mitad era el chico que ama: el joven pequeño, más que ella, pero que aún así conserva todo su cariño con quien apenas mantenía una relación de 11 meses, ese día cumplirían el año, en realidad, él le estaba llevando su comida favorita a la Mansión de su familia.

Bell Cranel tenía todos los huesos de ambas manos rotos, su antebrazo derecho carecía ya de fuerza para proyectarse al cuerpo ensangrentado del hombre a quien le ganó la irá de tanto dolor y tomó la pierna de apoyo del joven como pudo para romperla de la rodilla para abajo con una llave, se levantó y se puso en guardia, pero eso no cortó la adrenalina del adolescente a quien le temblaba todo el cuerpo, apoyó la otra pierna y le dio una patada en las costillas, rompiendo todas las del lado izquierdo y aventandolo a la base de la cama destendida.

Ella estaba pasmada por esa brutalidad, sabía que el conejo era fuerte, no tanto como ella, pero si que podría humillar al 80% de toda la población, a final de cuentas es alguien reconocido en la ciudad apodada como "el centro del mundo"...

—¿Por qué?...
Con la voz quebrada articuló mirando en dirección a la princesa de la espada, la ahora mujer no era nada expresiva, ni al estar con alguno de los hombres ahí ni al estar desnuda.

—Be...
Ni siquiera terminó de decir ese nombre cuando su volumen de voz se convirtió en nada y en cambió extendió su brazo hacia él mientras veía como la otra mitad de su alma abandonaba la habitación.

...

Cojeando sin ganas de vivir, sin lágrimas saliendo de sus lagrimales, sin voluntad alguna, dejando caer sus brazos quebrados... Con sus sentimientos destruidos y su mente en llamas salió lo más rápido que su cuerpo le dejó, quería vomitar al ver que apenas y avanzaba caminando cuando trataba de correr: la otra pierna se doblegaba, su único motivo por el cuál se seguía moviendo era porqué aborrecia a ambas personas en las que había confiado con plenitud. 'Es mi culpa por ser tan ingenuo...' 'No debí golpearlo' 'Nunca debí acercarme a ella...' 'Todos me lo dijeron...' Esos pensamientos se revolvían en su mente como un torrente de lava sobre pasto, calcinando lo que quedaba de sus emociones; "Juntate con alguien tan famoso y labrarás tu tumba", era lo que su diosa le decía, a final de cuentas, un dios cuida sus palabras para no equivocarse...

Al llegar al pasillo que conectaba con las demás habitaciones se encontró a toda la demás familia de la diosa Loki, con Riveria a la cabeza, ciertamente las habitaciones son insonoras, pero eso no impide que con cada impacto las paredes se muevan, alertando a todos de una posible riña.

—¿Qué le sucedió joven Cranel...?
Estipuló una elfa de cabello anaranjado que apenas se había abierto camino entre tantas personas con cierta angustia, a sus ojos no tenía tantos signos de haber sido golpeado, por lo que dedujó que quien estuviera dentro, estaría peor.

Silencio nuevamente, el de ojos rojos, tal cual como un conejo, avanzó entre la gente quienes se quitaban de su trayectoria. La estrecha habitación se mantenía en silencio absoluto, las palpitaciones resonaban en sus oídos desde dentro, le empezaban a doler todos sus huesos rotos y cortadas en sus nudillos. Su ropa estaba echa añicos, sentía todas las miradas posadas en su espalda, era a veces realmente malo que fuera tan sensible a eso, por su forma de ser se habría doblegado hace minutos por tantas miradas, pero no era una ocasión cualquiera.

Cuando desapareció de la vista de todos, los ejecutivos más importantes y los capitanes de la familia entraron a la habitación y vieron a ambas personas desnudas, su inteligencia fue suficiente para saber que era lo que había pasado, desde luego no tomarían represalias en contra de Bell por haber destruido la mayoría de cosas de la habitación en su arranque de irá, pero se dieron cuenta de lo grave del asunto al encender las luces de ese lugar, habían pocas manchas de sangre por toda la habitación pero demasiado enormes, algunas astillas de dientes por aquí y por allá, la pared con un hoyo en el cuál Welf cabía perfectamente.

Nunca se creyó por nadie que Aiz fuera capaz de hacerle eso y de cierta manera también traicionar a su familia.

Riveria no lo quería creer, la chica que había criado desde pequeña había hecho algo imperdonable y las pruebas tangibles estaban delante de sus ojos. —Aiz... ¿Al menos te protegiste?

Aiz carecía completamente de educación sexual, Welf era quien se encargaba de eso.

La rubia se vistió a la velocidad de un rayo e ignorando la pregunta de su madre adoptiva y abandonando a su suerte al pelirrojo con un grupo enorme de gente que lo quería muerto. Salió a máxima velocidad para alcanzar a su anhelo, no debía estar muy lejos tomando en cuenta sus heridas y más que nada su fractura en la pierna...

El caer del conejo... Donde viven las historias. Descúbrelo ahora