Chapter II

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La Mansión Crepúsculo estaba demasiado lejos de la Mansión Chimenea, tanto como para qué él llegará antes de ser interceptado por su alma gemela, aunque conociendo bien ese hemisferio de la gran ciudad, su mente sólo pensó en él lugar donde le acogerían y le harían las respectivas curaciones, eso debido a qué mantiene una estrecha amistad con las camareras estelares y la dueña del recinto apodado "La Anfitriona de la Fertilidad", pero por más cerca que estuviera de aquella Mansión, no logró superar ni con atajos la velocidad de su antigua pareja, quien en parte lo alcanzó en tiempo récord ya que iba corriendo en línea recta por encima de los tejados.

A unas pocas avenidas de la reconocida taberna, la rubia se posicionó enfrente del mal herido y destrozado niño prohibiendo el paso, pensaba que él solo caminaba sin rumbo por la noche. Aunque su inteligencia no le permitió el deducir hacia donde iba, dedujó que con ese estado físico sería una presa fácil para cualquier aventurero aún de nivel bajo, y peor si se encontraba con un grupo de estos; al ser reconocido también habría gente detrás de su cabeza, eso no era una suposición de ella, era una realidad que todos sabían, así que no podía dejarlo solo.

—Aléjate... No quiero causarte más problemas con tu familia...

A pesar de lo sucedido, la actitud de Bell seguía siendo pura y bondadosa, aún sabiendo que él no era con quien la familia Loki tenía problemas, al contrario, si se hubiera quedado ahí ya sea por no poder caminar u otra razón, habría sido protegido incluso por Vananguard.

...

En la Mansión Crepúsculo algunos miembros de esa familia habían contribuido a lo que Bell empezó, además de haber dañado a un gran amigo y un ejemplo a seguir de todos. Lo que más les causaba impotencia era que a sus ojos, un hombre mayor había engañado a una niña inocente y la había obligado a tener relaciones sexuales con él. Incluso Finn Deimne ardía de rabia ante la situación.

Se lanzaron a máxima velocidad en contra del ya golpeado adulto joven y le dieron tal lección que la furia explosiva de un nivel 4 como Bell quedaría en ridículo contra eso, un desprendimiento de retina en ambos ojos significaría que Welf fue protegido por los milagros de 100 dioses como mínimo.

Las elfas de nivel alto de la familia y un humano llamado Raúl tuvieron que sacar el cuerpo molido a golpes de Welf y alejarlo de todos los miembros masculinos destacados, de dos hermanas amazonas y una endemoniada diosa pelirroja.

Raúl lo aventó contra el piso detrás de ellos y lo cubrieron con sus cuerpos, ninguno de ellos se doblegó ni en contra del grito desesperado de Bete.

—Qué sepas que no abogamos por ti, humano bastardo, solo que no puedes safarte tan fácil de esta con la muerte, deberás pagar legalmente por lo que haz hecho.

Dijo la elfa que siempre estaba tranquila y sumisa, con un tono que no había hecho aparición en ella sino hasta ahora, podría decirse sin temor a equivocarse, qué era la más molesta en el lugar, solamente detrás de su diosa.

Aquellos que habían atacado al pelirrojo chasquearon la lengua y/o apretaron demasiado sus dientes en respuesta a lo que dijo, retuvieron sus impulsos asesinos ya que están de acuerdo con lo que dijo, pero igual en parte por la nueva faceta de su compañera.

Las y él individuo que 'defendieron' al hombre ni siquiera gesticularon al oír esas palabras, ya que comparten el mismo pensamiento, y si, incluso Riveria desea que se pudra en los calabozos de la ciudad laberinto.

...

—Yo... No puedo dejarte solo.

Ella de nuevo intentó tocarlo posando su mano en su hombro pero él la evitó moviéndose un paso atrás, tenía la mirada al piso, una cosa es cierta, no podía mirarla a la cara, no después de ver como ella disfrutaba el acto con Welf.

—Déjame ir por favor, es mi culpa que esto haya pasado... Tú disfrutas mucho más la compañía de Welf, ¿Cierto?

Bell aprovechó que ella no se movía e incluso bajó su mano, así que pasó al lado de Aiz solo al ver que había alguien a lo lejos que lo miraba a él desde la esquina de la siguiente avenida como diciendo "Chico, ¿Qué te sucedió? Ven acá".

Aiz no lo retuvo, esa pregunta le quemaba como si el chico le hubiera escupido ácido por todo el cuerpo, tal vez, y sólo tal vez así es como se siente el traicionar a la persona más importante para ti. Aiz varias veces, por no decir más del 50 por ciento en las que ella y Welf compartían cama pensaba en Bell, pensaba que Welf era él, también tenía pensamientos distintos: “Si él me viera en este momento, ¿Qué tanto me odiaría?” “¿Yo sería capaz de pararme frente a él?” “¿Puedo detener esto?”

En retrospectiva, la última pregunta era la más imposible, aunque supiera que todo en un momento dado se iba a ir a la ruina, no pudo parar, en verdad se estaba volviendo adicta a eso, tal vez no paraba porqué desde la primera vez que pasó sabía que no había vuelta atrás, o tal vez... Es una posibilidad... No, imposible que quien la hizo hacer eso sea...

Bell apresuró el paso lo más que pudo y en cuestión de un minuto y algo más, logró alcanzar a quien le habló.

—Mamá Mía...

Él pisó un poco más fuerte ya que ella es como una esperanza, una esperanza de que no se acerquen a él ni Welf ni Aiz, pero cayó golpeándose fuerte ambas rodillas en el suelo, tenía que haber pisado con la otra pierna.

Mía solo se asomó una última vez y vio que ella seguía ahí estática, regresó y tomó entre su brazo y su costado a Bell con una delicadeza que no era normal en ella, eso fue porqué ignoraba si Bell tenía alguna costilla rota y lo menos que quería era que un órgano suyo fuera perforado.

—Bell... No se que harán las chicas al verte...

El caer del conejo... Donde viven las historias. Descúbrelo ahora