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La habitación de Saint se encuentra completamente obscura, la única fuente de luz es el portátil que descansa en sus piernas. Son aproximadamente las 3:00 a.m y Saint no puede dejar en paz las compras en Internet.

Pero no lo puede evitar, es la única forma en la que puede comprar las cosas que le gustan sin recibir malas miradas o que al llegar a casa su padre tire todo a la basura, o lo rompa.

Cuando piensa que ya es suficiente por esa ocasión toma su celular y llama a su mejor amigo.

Tres toques y entra el buzón de voz, se le ocurre mirar la hora y se siente apenado por casi despertar a Plan a tales alturas de la noche.

Plan le dio permiso a Saint de que todos los paquetes llegaran a su casa, su madre no tenía problema con eso.

Mañana daba inicio el último ciclo escolar, luego de eso podría irse a la universidad a ser quien realmente es.

En el instituto actual, no podían llevar prendas que no formaran parte del uniforme, entonces Saint se conformaba con llevar sus broches en el cabello o calcetas en tonos pasteles que combinaran con el uniforme deportivo.

A Saint le hubiera encantado una mochila color rosa o azul cielo, pero su padre le hubiera insultado frente a toda la tienda, entonces eligió una mochila color negro para tener feliz al señor.

¿Qué hacía con todo lo que compraba por Internet?

Lo usaba cuando su padre no se encontraba en casa, cuando iba a dormir a casa de Plan y cuando iba de visita con sus tíos a Daegu.

Saint ama a sus tíos, nunca le negaron nada ni se burlaron de su forma de vestir y de ser.

En Busan todo eso era diferente, sus compañeros siempre le dejaban notas groseras en sus cuadernos o en su casillero, le pegaban insultos en la espalda o golpeaban, incluso una ocasión en el baño lo despojaron de sus ropas para ver si en verdad tenía pene.

En su casa no era diferente al instituto. Saint nunca conoció a su madre, ella murió cuando él nació. Saint tenía 3 años en el momento en que su padre se casó con Hye, ella siempre hacía que su padre lo regañara, y Saint nunca decía nada.

Saint estaba harto de no poder ser quien realmente era.

A Saint no le gustaba la ropa que su padre compraba para él.

A Saint no le gustaban los autos ruidosos o luchas sudorosas y asquerosas con tipos gritando y rompiendo sillas en sus espaldas.

A Saint le gustan las cosas bonitas y
femeninas.

Le gustan los colores pasteles.

La purpurina y pintarse las uñas. Los peluches y muñecas.

Las faldas y los vestidos.

La lencería y el maquillaje.

Y por supuesto: los chicos guapos.

Su identidad sexual no era un secreto en su familia, su padre no podía verlo a la cara y siempre se avergonzaba de Saint, pero a Saint no le importaba en absoluto, él solo quería irse pronto a la universidad.

Ya había imaginado todo.

Su primer día usaría una falda color violeta y unas panties de un tono más bajo. Un suéter lindo, un poco de maquillaje, y el remate: un broche sencillo que haga juego con su falda.

La universidad no sería tan cruel...

¿Cierto?

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