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Bad Boy de Red velvet resuena en la habitación de Saint.

Su padre y la mujer de este salieron a quién sabe dónde como cada jueves y vuelven a otro día, es su oportunidad para disfrutar y ser feliz al menos en esas cuatro paredes.

Usa una falda a cuadros en colores azul marino y beige, arriba usa una playera de cuello largo y manga larga azul marino, entre el comienzo de la falda y el final de la playera hay un espacio que deja a la vista su piel.

Decidió no usar ropa interior porque a Saint a veces le gusta sentirse atrevido.

Su cama no se alcanza a ver entre toda la lencería que la cubre, las faldas regadas en el suelo y todas sus compras por todos lados.

Saint es feliz en ese pequeño momento, ansiaba la universidad. Faltaba cada vez más poco tiempo.

Pinta sus labios color carmín y se atreve a usar pestañas postizas, posa para algunas fotos mientras baila por toda la habitación.

Pero Saint no escucha la puerta de la entrada cerrarse con fuerza.

Sigue bailando, la falda deja a la vista sus glúteos bien formados y rellenos, sus piernas carecen de vello y son perfectas.

Empieza a sonar Dirty Dirty de Charlotte Cardin.

Saint se encuentra de espaldas a la puerta cantando y moviendo sus piernas de forma sexy. La música se apaga de pronto y Saint siente que el tiempo se detiene, suda frio y una sensación mala se entierra en su pecho. Voltea asustado y ve a su padre en la entrada.

Saint podría jurar que la vena en la frente de su padre podría estallar. Todo pasa tan lento...

Lo primero que ve, es a su padre haciendo un agujero en la pared por la patada que da tratando de contener su furia, pero Saint sabía que su padre podría guardar mucha más ira que eso.

Una chica y un chico pasean en la calle de la mano, ¿Por qué ellos pueden amar cómo quieren?

Un chico y otro chico se besan recargados en la farola de un parque, ¿Por qué ellos pueden?

Saint en ese momento incluso siente celos de los animales que caminan de dos en dos.

El chico va en un taxi, se encuentra nervioso, ansioso.

Afuera el sol brilla haciendo que el agua del lago en aquel parque tenga destellos, la gente es feliz corriendo alrededor por las mañanas y los perritos de las señoras gordas van haciendo sus necesidades por donde quieren.

Todos hacen lo que quieren.

El sobre amarillo en sus manos es apretado con fuerza.

Aquella tarde su padre no le ha tocado ni un pelo; sin embargo, ha destruido todo.

La ropa que tanto trabajo le ha costado comprar, la lencería, el maquillaje. Todo.

Saint dio un suspiro y recargó su frente en la ventanilla del auto.

Con un ruidoso movimiento la pared de su cuarto fue agujerada, la mirada de su padre albergaba odio puro hacia todo lo que estaba mirando en ese momento, el corazón de saint estaba detenido, sus manitos en puño a las orillas de su falda y sus ojos tan abiertos como nunca había pensado poder tenerlos

- ¡¿Qué mierda es todo esto?! eran tan fuertes que, de - los gritos seguro las personas que pasaban por afuera de la casa los podían escuchar-¡Pareces una puta! ¿Eres una puta? ¿De eso sacas dinero para comparar tantas porquerías?

Mientras el padre de Saint gritaba a todo pulmón, iba destruyendo todo a su paso, aventando el maquillaje, pisándolo. Rasgando en las prendas delicadas que cubrían la cama de menor, el mundo de saint se estaba consumiendo de a poco.

- O... ¿acaso compraste todo esto con mi dinero, maldita puta?

Saint temblaba con fuerza pegado a una esquina del cuarto aterrado como si de pronto su padre también quisiera meterlo a una bolsa de basura y dejarlo en la calle junto al buzón.

El mismo destino que tuvieron cada una de las cosas que su padre ha encontrado en su habitación.

Puta, maldito marica, asqueroso,
nauseabundo.

Las palabras favoritas de su padre para describirlo por tanto tiempo que, incluso, para Saint pudieron ser años, pero en realidad fueron minutos.

Desde aquel día su padre se había olvidado de Saint como su hijo, su madrastra no ayudaba en mucho, incluso un día le habían negado la comida.

"No le voy a pagar la universidad a un maricón como tú"

"No voy a alimentar a una puta como tú"

-Chico, llegamos.

El taxista sacó a Saint de su trance, el menor le paga con los pocos billetes que le quedaban y baja del auto.

Cuenta hasta diez y empieza a subir los escalones, ¿es correcto lo que va a hacer? ¡Claro que lo es! responde una voz dentro de si.

Saint iba a levantar una demanda contra su padre.

Paracetamol Donde viven las historias. Descúbrelo ahora