Capítulo 1 - Quién soy yo?

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Su casa parecía una celda. Y le decía casa porque se la habían vendido con ese nombre.

En los barrios del estrato más bajo de la ciudad en la que vivía, donde todas las 'casas' estaban apiladas en estructuras irregulares que se sostenían entre ellas, siempre amenazando con caerse y dejar en la 'calle' (en esos espacios de tierra a la altura del piso entre las estructuras) a todos los que vivían en la zona.

Como estudiante del Instituto Real, para los jóvenes que buscaban salir del agujero al que los habían condenado sus padres de poco poder, el chico que vivía en la casa de cuatro por cuatro, nunca corría ese riesgo.

Mientras estuviera en el Instituto tenía las tres comidas del día y un techo sobre su cabeza asegurados. No mucho más que eso, a menos que subiera de clase... pero quién demonios quería hacer eso?

Salió de su casa al balcón mal trecho que debía ser un espacio de relajación, pero que se había convertido en su entrada y salida cuando el edificio en el que estaba colocada su casa, se estrelló contra el de enfrente y bloqueó su puerta.

El piso superior era una ventaja inesperada, desde el balcón saltó al techo del edificio de a un lado y se fue prácticamente volando en dirección al centro.

Su ciudad, una de las más grandes del mundo y la primera que había implementado el sistema de los estratos estudiantiles, algo ahora aceptado mundialmente, estaba construida como un sistema de círculos concéntricos.

La alta nobleza, incluyendo condes, duquesas y de más, vivían en el círculo central, mismo que a la entrada tenía al susodicho Instituto, todos en el: Primer estrato.

En el siguiente, por fuera de estos, vivían los millonarios, aquellos que de un modo u otro movían la economía tan fuerte que mantenía tal ciudad a flote y con la reputación que se cargaba, ellos eran del llamado: Segundo estrato.

El siguiente podría decirse que era de la clase media, casas bonitas, pero sin mucho más que agregarle, los que vivían ahí tenían el dinero suficiente como para tener una vida más que aceptable, pero no destacaban y el siguiente estrato estaba a años luz de distancia para la mayoría, el que se llamaba: Tercer estrato.

Abajo de ellos en la cadena de importancia, los altos edificios comenzaban a distinguirse en las calles pobremente pavimentadas del sector más pequeño de la ciudad, un lugar destinado a los alumnos ejemplares o de excelencia que no podían subir más que del último estrato por su condición económica: Cuarto estrato.

En el último vivían todos los demás. Aquellos con poco o nulo poder adquisitivo y los estudiantes atrasados o problemáticos. Montones de basura evidenciaban la poca atención que se le ponía a estos últimos y lo mal que se la pasaban en general. Discriminados por su condición, casi nadie tenía la más remota posibilidad de escalar entre los estratos: El quinto estrato o el primer círculo del infierno, como le decían algunos.

Los edificios eran considerablemente más altos que el muro que separaba su zona de las demás, pero no podías cruzar por encima a menos que la barrera te lo permitiera y para que la barrera te lo permitiera, debías portar el uniforme del Instituto.

Solo aquellos que asistían a clases en ese lugar, podían cruzar libremente.

Así que el chico avanzó, con sus zancadas largas y su elegante figura adoptando posiciones que hubieran sido dignas de un atleta olímpico. Su poder en su punto más hermoso.

Saltó el muro de piedra gris con el aire tratando de desacomodar su cabello, desordenadamente colocado debajo de la gorra de su sudadera.

Pasó por encima de los edificios de los estudiantes, tratando de ignorar las miradas que le dirigían los residentes, como si fuera la cosa más odiosa que pudieran concebir.

El amor del príncipe [Prideshipping]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora