Capítulo 10 - Para todos y para mí

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Estaba tocando la puerta, parado frente a un montón de vidrio de los colores del arcoíris y replanteándose su existencia. No sabía por qué carajos estaba haciendo eso, pero probablemente no sería incorrecto llamarlo masoquista.

El príncipe Eros abrió la puerta frente a él. Le sonrió ampliamente y abrió los brazos con emoción.

"Conde!" Exclamó simplemente, se notaba extrañamente feliz de verlo, era especialmente raro ya que el Príncipe Darius le acababa de decir que él estuvo ahí cuando se peleó con el Rey para defender su honor "Qué maravilla tenerlo de vuelta por aquí!"

"Príncipe Eros, perdón por la visita inesperada" Saludó, inclinándose con una rodilla al piso como le habían dicho que debía hacer en presencia de un noble.

Sus pies quedaron en su línea de visión, los zapatos de charol estaban tan perfectamente lustrados que pudo ver su reflejo en ellos.

Se sintió pequeño y desprotegido, tenía un único traje que era más o menos formal, una de las pocas prendas que había tomado de su vida anterior para iniciar ahí, tal vez aún tenía algún remanente de su otra identidad, pero estaba tan maltratado que no lo consideraba un peligro.

Aún así, no podía aparecerse en eso en el jardín de los nobles donde se suponía que se reuniría con Atem esa tarde, por eso estaba ahí, para verse decente en caso de que los monarcas siguieran en el castillo. Y para no parecer un maldito mal agradecido en medio de la nobleza.

Su uniforme del Instituto no era opción con lo que había pasado.

El príncipe segundo no dijo nada por unos momentos, en lugar de eso se acercó hasta donde estaba y lo agarró del brazo, lo levantó a la fuerza y se lo llevó arrastrando dentro de la residencia.

"Alteza, yo..."

"Mis hermanos estaban teniendo una pelea épica el otro día por ti, sabes?" Seto se encogió en su lugar y cerró la boca "Uno de ellos está fascinado contigo y el otro te quiere matar y ninguno de los dos te conoce y mi sobrino te considera su mejor amigo y yo apenas he hablado contigo..."

Se tomó un momento para respirar.

Abiak trató de soltarse del agarre del otro, pero era demasiado fuerte. Sus manos lo sostenían con tal fervor que estaba seguro de que le estaba dejando quemaduras en la piel de las muñecas.

"Quisiera saber lo que está ocurriendo" Terminó el príncipe finalmente, después de lo que debió ser el suspiro más largo de la historia.

"Yo también, Alteza" Murmuró, tratando de sonar sarcástico para sí mismo. El hombre lo escuchó.

Largó una carcajada y al fin lo soltó, solo para empujarlo después hasta que cayó sentado con un golpe seco en una silla extrañamente incómoda.

"Bueno, tratemos de resolverlo, querido"

Seto al fin pudo ver a su alrededor y se descubrió en una especie de jardín interior. Había un domo hermoso sobre sus cabezas, la luz del sol entraba amablemente por ahí y todo a su alrededor, a través de los miles de ventanales que había en el recinto.

Plantas de todos los colores adornaban cada rincón, las flores tapizando el lugar en su totalidad en medio de manchas de pasto verde y perfecto, bajo macetas enormes que colgaban del techo por obra de un milagro, y que presumían plantas mucho más exóticas de las que ya podía ver.

Se quedó sentado en la banca de jardín en la que había aterrizado, observando con algo de incredulidad que no parecían haber guardias en los alrededores, ni siquiera cámaras de vigilancia o algo similar.

Únicamente el silencio los acompañó mientras el príncipe acercaba un carrito de una esquina a un lado de un clóset pequeño y comenzaba a servir agua en un par de tazas de porcelana azul claro.

El amor del príncipe [Prideshipping]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora