Sin nombre.

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Cada vez que les preguntaban cuál era su relación evadían la pregunta, cambiaban de tema o simplemente se reían. Sin embargo, en muchas ocasiones aseguraron ser heterosexuales, cosa que nadie entendia. ¿Cómo era posible que fueran heteros cuando se tomaban de las manos y se coqueteaban? Incluso muchos aseguraban que los habian visto en las escaleras de la cancha de fútbol besándose y toqueteandose.

Aún asi, siempre lo negaban.

—"Entonces... ¿Son amigos con derecho?"—

—"No".— respondió sereno el castaño.

—"¿Amantes?"—

—"Nah".—

—"¡¿Son pareja?!"— dijo desesperado por no encontrar una respuesta.

El ojiazul sonrió negando con la cabeza.

—"No soy gay".— dijo calmado.

Siempre era lo mismo con Mike y Acenix, repitiendo el mismo mantra una y otra vez. Ambos salían e incluso se besaban con chicas, aunque nunca llegaban a nada con ellas. Simplemente porque las chicas terminaban con el corazón roto después de ser rechazadas antes de llegar a segunda base. Era como un código escrito entre ambos, podrían salir con quien ellos quisieran, para después terminar y volver a comerse las bocas en los baños de la escuela.

Esto no era ningún secreto, tanto el castaño como el albino se enteraban de los posibles ligues de cada uno. Y en vez de celarse, como otros pensarian, se felicitaban, ya sea por lo bonita que era la chica o por sus atributos. Pero ninguno parecia interesarle realmente alguna para algo serio.

Tenían una relación bastante extraña.

Y alli se encontraba Mike, siendo arrastrado al armario del conserje por una compañera de su grado. No supo muy bien el porqué acabo en esa situación, pero no le sorprendió cuando la muchacha empezó a besarlo desesperadamente. Piel pálida, cabello corto gris, y delgada. Se aferró a su camisa, cortando todo espacio entre ambos.

No hubo reacción del chico, no sintió nada. Se separó del beso agarrándola por los hombros, separándola de su cuerpo. Miro a la fémina tratando de encontrar una respuesta a lo que acaba de pasar. Dos orbes esmeralda se asomaron, mirándolo con timidez. Un click sonó en su cabeza.

Era linda, no podia negarlo, pero no le hizo sentir cosquillas en su estomago, ni ese éxtasis en su cuerpo. Sin embargo, sin pensarlo retomó el beso antes de que pudiera hablar. Esta vez cerró los ojos, disfrutando del contacto, siendo correspondido dos segundos después por la joven. Tocó su cintura sutilmente, y fue en ese momento en que reaccionó.

Se separaron agitados, más roja no podia estar. Se acercó a él, con claras intenciones de volver a besarlo, pero la apartó cuidadosamente.

—"Eres mi tipo, pero no de esa forma".— se disculpó, siendo cierto que no le atraía hablando sexualmente.

La chica pálida no dijo nada, asintió avergonzada y salió rápidamente del lugar, a vista de todos los alumnos en el pasillo. Acto seguido, salió el castaño y los murmullos no se hicieron esperar. Un chico y una chica en un lugar oscuro a solas, era obvio que hicieron algo más que solo conversar. Mas esto no le importaba en lo más mínimo al castaño, seguramente el rumor solo duraría unos días.

Las personas solo hablan porque tienen boca.

Una mano ajena tocó su hombro, haciendo que voltee por inercia.

—"Le rompiste el corazón a mi prima".— regañó el más bajo.

—"¿Tenias una prima?"— preguntó más sorprendido que confundido.

Acenix rió, a veces era muy despistado el castaño. Mike tambien sonrió, contagiándose por la risa de su acompañante.

Tomó su mano y entrelazó sus dedos con el del menor, empezando a caminar en dirección a la parada de autobuses, formando un silencio para nada incómodo. A veces era lo que siempre necesitaban, un momento de calma y el calor de sus manos. Mike sonrió ante tal pensamiento, miró disimuladamente a su izquierda, fijándose en su compañía.

Su piel de porcelana y el pequeño rubor que tenia a causa del frio lo hacian ver adorable. Siempre le gusto su cabello platinado, podria fácilmente confundirse con un blanco, pues siempre relucía brillante. No, no era ordinario, cualquier chica quisiera tener un cabello asi de sedoso y bonito. Siempre se arreglaba el cabello tres veces en la escuela, mala suerte para él, pues siempre quiso que lo dejara peinarlo, pero no, el muy ególatra nunca se le escapaba un mechón. Aun asi, agradecia que estuviera tan al pendiente de su arreglo personal, así podria seguir disfrutando de la hermosa vista.

Su mirada bajo encontrándose con los ojos grandes del menor. Siempre igual de expresivos. Cuan equivocado estaba, las esmeraldas de esa chica no se comparaban en nada como las de él. Sus ojos no eran del todo verdes, una pequeña parte era azulada dandole un aspecto felino, tanto el verde como azul brillaban. La combinación de ambos colores lo hipnotizaba brindándole calor a sus mejillas.

—"Deja de mirarme".— reclamó con nerviosismo.

Apartó la mirada rápidamente, apenado. Reforzando el agarre de sus manos.

—"Eso es muy gay".— completó entre risas el más bajo.

—"No soy gay".—

Rodó los ojos con ironía, aún seguian con sus manos entrelazadas.

—"Por cierto, casi lo olvidaba"— dijo de repente, cambiando de tema. —"Tengo una cita con una de quinto, tiene una linda hermana".

El mayor tragó grueso, aún no se le bajaban los colores de la cara. Asintió con su cabeza dandole pie a seguir con su explicación.

—"Hay que ir los dos, como una cita doble".— dijo entusiasmado. Oh, esa sonrisa.

—"¿Qué gano a cambio?"— Preguntó sugerente.

El más pequeño se tensó, parecia meditar un poco su respuesta. El mayor solo lo miraba con curiosidad, observando sus expresiones. Tierno, pensó.

Mirando a ambos lados se aseguró que nadie los viera. Tomó al castaño de su camisa y lo atrajo hacia él. Primero un roce y una presión en sus labios, dandole escalofríos en su nuca al más alto, dandole un cosquilleo y una descarga en su espina dorsal con solo conectar sus bocas. Sintió tocar el cielo en ese mismo momento, buscando más. Sus manos viajaron apresuradamente a su cintura y con descaro acariciaba su piel. La sensación de la suave piel y lo pequeña que era se grabó en su mente, a la vez que recordaba las veces que el albino platinado se ejercitaba corriendo manteniendo una complexión delgada. No era un cintura de una chica, pero tampoco se parecia a la de un chico. Se aferró a ella, atrayéndola hacia su pelvis.

Un jadeo de sorpresa salió de su boca, terminando con el beso, mas no con la posición. Sus labios, ahora fríos, buscaron los labios ajenos. Una mano sobre su boca no se lo permitió.

—"Lo terminamos en mi casa, después de la cita".— finalizó el otro con una risilla.

Suspiró desganadamente. Pero en ningun momento apartó sus manos de su cintura.

No sabia que su prima estaria ese dia en su casa, siendo ello algo planeado por el menor. Alguien tenia que dejarle en claro a su querida prima que no se hiciera ilusiones con el castaño. Se enteraría de la peor forma posible, pues ese día no durmió toda la noche.

(...)

Jaja no sé escribir relaciones abiertas-

No Context ''Mikenix [One-shots]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora