Capítulo 2

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"LA CITA"

OLIVIA

El tic-tac del reloj me estaba poniendo de los nervios, era lo único que se escuchaba por todo el dormitorio junto con mis latidos acelerados, que provocaban que todo mi cuerpo retumbara al ritmo que lo hacía mi corazón.

Cuando los guardias me dejaron dentro del dormitorio comencé a pensar en una escapatoria, pero la ventana estaba sellada y no había ni una sola trampilla para la ventilación por la cual fuese posible colarse, no superaban el tamaño de mi cabeza.

Di vueltas como loca intentando encontrar algo para defenderme, cualquier cosa que pudiera salvarme la vida en caso de que fuese necesario, estaba segura de que en algún lado de esta habitación debía haber un compartimento secreto con armas, era imposible que no hubiese ni una sola. Yo no lo encontré, miré en el armario, debajo de la cama, en el baño... ni rastro.

Moví las cosas de la estantería desesperada por una puerta secreta, pero solo había fotos del rey con gente, de él solo y con la reina. Y una bastante extraña de un torso masculino cortado justo por la cintura, parecía estar desnudo sobre la cama de esta misma habitación. ¿Sería él? Por supuesto que era él. ¿Quién tenía aún foto de su cuerpo desnudo como decoración?

Pero aparte de fotos y pequeñas esculturas no había nada. Así que media hora después me senté en la cama a esperar a mi verdugo, el rey.

No fueron pocas las veces que maldecí a Nicolas y a Trent, intenté contactar con ellos por todos los medios, pero no recibí respuesta y no les podía culpar, así eran las reglas del equipo. "Mejor perder a uno que a todos". Aunque no pude evitar sentirme traicionada, más por uno que por otro.

Me puse de pie cuando escuché a los guardias hablar con alguien más, jugué con mis dedos, coloqué mi pelo y mi vestido de la manera más casual posible, como si hubiese estado sentada sobre su cama todo este tiempo y no buscando como loca una escapatoria.

La puerta se abrió y el rey entró, ni siquiera me miró, pero yo no me iba a mostrar débil y nerviosa, si iba a matarme, al menos no me verá como una cobarde.

Lo observé cuando fue a servirse una copa en la mesa que había cerca de la chimenea, la cual estaba rodeada de dos sillones. Se colocó frente al ventanal, disfrutó de todo el paisaje que se veía detrás de este. Los jardines de su mansión, llenos de pequeños laberintos, decorados con fuentes pequeñas en el centro, y rosales, aunque ahora todo era un montón de ramas vacías. Se acercaba el invierno. Todo estaba muerto, menos el pequeño palacio de cristal que estaba lleno de vida.

— ¿Cómo lo has hecho?

Preguntó al fin, su voz era más oscura que cuando dio la orden de encerrarme. Estaba más enfadado, quizás porque había tenido tiempo de pensar en ello. Pensar en que una chica cualquiera había conseguido inhabilitar su seguridad.

— Soy muy ágil — Contesté y gracias a dios mi voz no tembló, lo vi girar sobre sí mismo para observarme.

Era un hombre guapo, pero no era por su belleza por lo que destacaba, saber que era el rey más joven desde hace diez años y entender que era el hombre con más poder de todo el país, hacía que simplemente su atractivo se multiplicará por mil.

Pelo negro como el carbón y ojos tan azules que casi parecían grises, algunos tatuajes en sus manos como si fueran guantes y un porte extremadamente elegante.

Ese hombre emanaba poder, liderazgo y sobre todo miedo, pero, aun así, había algo que te atraía a él, como si fueses un planeta orbitando alrededor del sol. Y quizás lo fuéramos, porque él era el centro de todo esto y el resto simples peones.

El Juego Del ReyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora