capitulo 4

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Sus manos acariciaron la cintura desnuda de Seungmin, bajando poco a poco y haciendo que el vello del menor se erizara ante su contacto hasta posarse en su cadera

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Sus manos acariciaron la cintura desnuda de Seungmin, bajando poco a poco y haciendo que el vello del menor se erizara ante su contacto hasta posarse en su cadera. Una vez allí deslizó su brazo hacia abajo, rodeando la cadera del chico y acercando su espalda a su torso.

Seungmin acarició aquel brazo que rodeaba su cintura y enredó sus dedos con los de su padre.

El mayor acercó su rostro a la coronilla del otro, acariciando con su nariz el recorrido que había entre su hombro y su oreja, olisqueándolo mientras sus manos acariciaban el cuerpo del menor.

— Seungmin- susurró al haber llegado a su oído, haciendo que el chico se extremeciera al sentir su aliento chocar contra su oreja—, hueles a sexo- su lengua repasó el contorno de su oreja y con sus labios atrapó la zona de arriba de esta, besándola como si fueran los labios del otro—. Te voy a abrir entero, bebé.

— Ábreme, papi.

Sintió cómo Seungmin presionaba su trasero desnudo contra su erección, esperando excitarlo aún más.

Nuevamente la mano que rodeaba la cadera del menor se deslizó, en línea recta, hasta encontrarse con el trasero del chico. Masajeó una de sus nalgas e hizo que uno de sus dedos se internara en Seungmin.

Un gemido escapó de aquellos atractivos labios del chico.

— Gime para papá, bebé- le ordenó, besando su hombro—. Seung, gime para mí.

Minho despertó.

Maldijo nuevamente cuando se dio cuenta de que era un sueño.

Se levantó, quejándose de un horrible dolor de espalda. Se había quedado dormido en el sofá.

Se sentó en este y clavó su mirada en aquel reloj que descansaba en la pared. Estuvo a punto de gritar al ver la hora: ¡Las dos de la tarde! Y entonces recordó que aquel día no tenía que trabajar.

Se percató de que había una nota en la mesa, junto a él. La cogió para leerla pero, antes de abrirla, se dio cuenta de que había alguien en la puerta del salón, observándolo.

Allí estaba Seungmin.

El chico llevaba el uniforme del instituto, su mochila aún estaba colgada a su espalda. Y sus ojos, los cuales estaban muy abiertos, estaban clavados en su padre. Parecía haberse convertido en piedra.

— Seung, ¿qué haces aquí?- Minho frunció el ceño al ver que su hijo no reaccionaba y seguía allí, frente a él, como si no fuera una persona, sino una estatua.— ¿No has ido a clase?

— Y-yo sí. He ido. Yo aca-acabo de llegar. Te-tengo que irme a mi... dormitorio.

— ¿Te encuentras bien?- Minho caminó hacia su hijo y agarró el rostro del menor entre sus manos. Sintió cómo este se ponía rígido.- ¿Tienes fiebre?

Colocó una mano en la frente del chico, pero su temperatura era normal.

Fue entonces cuando creyó saber lo que había pasado.

— Seung, ¿lo has escuchado?

— ¿E-escuchar qué? Yo no he escuchado nada- el chico negó con la cabeza repetidas veces y trató de ir a su dormitorio, pero su padre lo agarró del brazo.

— Seung, no es lo que parece.

— ¿Ah, no?- el menor cerró sus ojos unos segundos y suspiró, parecía estar planteándose si hablar o mantenerse callado. Cuando al fin reaccionó, Seungmin bajó la mirada hasta que esta se posó en la erección que se escondía tras el pantalón del pijama del mayor.

— ¿No estabas teniendo entonces un sueño erótico conmigo?

— Seung, ¿cómo iba a...?- Minho paró de hablar al sentir cómo la pequeña mano del otro se acerraba sobre su pene por encima de la tela del pantalón.

— Seung...

— Sé cómo es sentirte el mayor deprevado sexual de la Tierra- reconoció el menor.

Minho se asustó cuando el chico dejó caer su mochila al suelo y se arrodilló frente a él, bajando los pantalones a la vez que caía. Sus manos rodearon el miembro del hombre y comenzó a masturbarlo.

— Entiendo que estés necesitado- dijo el chico, aumentando la velocidad en la que su mano subía y bajaba por su miembro—, no te he escuchado follar con mamá desde hace meses. No creo que esté mal querer deshacerte de la... tensión.

La lengua del chico lamió la punta del pene del mayor, haciendo que una descarga recorriera su cuerpo. Sintió las manos de Seungmin cerrarse en torno a sus testículos, masajeándolos como él había hecho en sus sueños con las nalgas de su hijo.

Seungmin internó la punta del miembro del hombre en su boca y luego la sacó, cerrando sus labios en torno a ella hasta que esta salió de su boca para hacer que chocara contra sus labios.

Las suaves manos del chico se deslizaron hasta posarse alrededor del pene del otro y lo observó unos segundos, encontrándose con la mirada oscura y llena de excitación del otro.

— Gime para mí, papá- dijo él con una sonrisa ladeada antes de internar el miembro del hombre por completo en su boca.

Comenzó a meter y sacar el pene de su boca, simulando embestidas, acariciándolo con sus labios y su lengua, a la vez que con sus manos masturbaba aquella parte que no metía en su boca para no sentir arcadas.

Sonrió cuando los gemidos de su padre llegaron a sus oídos. Los dedos de este se enredaron en su cabello y lo ayudó a ir a más velocidad.

Hasta que llegó a la liberación.

Su semilla llenó la boca del menor, que trató de tragarlo todo, aunque un hilillo escapó de entre los labios del chico.

Minho sacó su miembro de su boca e inmediatamente subió sus pantalones, viendo cómo Seungmin lamía sus labios, limpiando cualquier rastro de semen de sus labios.

No se contuvo. Se agachó hasta estar a su altura, agarró su barbilla y juntó sus labios con los de él.

Probando, por primera vez el sabor del menor. Su propio sabor.

El sabor de ambos mezclados.

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