B.

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Al otro día repitieron casi el mismo ritual para trabajar esa tarde. Se veían al salir de su colegio e iban a la casa de uno de los dos.

—¿Puede ser hoy en tu casa? —preguntó cuando vio al pelirrojo. —Es que van a estar haciendo unas instalaciones en la mia así que va a haber mucho ruido. —Pudo ver cierto pánico en los ojos del otro pero respondió al instante.

—S-si ¡Claro! Podemos. —le dijo. La pollera que había comprado pasó por su mente y se sonrojó. Debería de sacar de su mente el asunto de Chanhee y la falda y hacerlo a un lado si no quería perder el control.

Chanhee asintió y caminó a su lado hasta su casa.

Llegaron a la habitación del más bajo. Todo se veía ordenado y limpio, tan reluciente, ni siquiera una sola prenda perdida por el suelo. Chanhee estuvo realmente sorprendido, tanto que Eric lo notó en su rostro.

—¿Qué? —preguntó sin entender la razón por la que Chanhee se haya detenido al ver su habitación.

—Es que, es... ordenado. —dijo, como si fuera algo completamente increíble.

—Si ¿y?

—Bueno, no pareces alguien tan ordenado. —hablaba mientras lo miraba de piez a cabeza. Eric cambió la expresión de su rostro a uno ofendido, aunque se podía ver algo de diversion en ella.

—¿Qué hay de malo con como me veo y mi habitación?

—Podría hacer una lista escribiendo que hay de malo en ti. —dijo, Eric soltó una carcajada al escucharlo.

—Bueno, yo pensé que no podía haber alguien más correcto que nuestro delegado. Al parecer me equivoqué. —dijo devolviendo la misma mirada. Chanhee levantó sus cejas algo sorprendido por lo que dijo. Hasta él había pensado que no había nadie más correcto que el delegado.

—Me ofendes. —dijo, y Eric volvió a reir.

Luego de las bromas empezaron a dedicarse a su trabajo. Cada tanto Eric soltaba uno que otro comentario bromista que le causaba algo de gracia, para su propia sorpresa. Admitía que estar con Eric era algo agradable, solo algo.

—Iré a por refrescos. —le dijo y lo vio salir por la puerta.

Chanhee estuvo admirando la habitación del otro por un rato, las cosas de Eric estaban buen organizadas. De pronto, vio una bolsa con un nombre que le resultó algo familiar.

¿Estaría mal si la revisara? Como sea, lo haría rápido, Eric ni siquiera se daría cuenta.

Al abrirla frunció el seño al ver lo que había en ella. Una falda de color rosa.

Estaba algo desconcertado, pero enseguida la racionalidad lo hizo reflexionar. Tal vez la había comprado como un regalo para una chica que le gustaba. Si, ¿qué más podía ser sino? Es Eric.

La puerta volvió a abrirse y Chanhee no tuvo tiempo para devolver la prenda en la bolsa. Eric casi tira todos los refrescos al ver lo que tenía en sus manos.

—¡Lo siento! Debes pensar que soy un entrometido. —dijo avergonzado. Eric no respondió nada. —Se ve... ¡Se ve muy linda! Seguro a ella le guste. —agregó mirando de nuevo la prenda, como si eso fuera a salvarle de la vergüenza.

Eric que miraba al suelo pareció suspirar. —No. —dijo, Chanhee volvió a mirarlo. —No es... no es ella, es él. —corrigió.

—Oh... —fue lo único que pudo decir Chanhee ¿Qué se supone que diga? Esto se habia vuelto incómodo, y todo era su culpa. Si tan solo no hubiese mirado la bolsa no estaría en esta situación. Él y su maldita curiosidad.

—Y ese él eres tu, Chanhee.

La falda [nyuric]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora