Cap 1: El orígen del Señor X.

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Vale... Supuestamente debería escribir mí "historia" como tipo de terapia o yo que se...
Solo haré esto porque ya no se que hacer.

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Bueno... Todo empezó en una ciudad en España.
Vivía en una casa bastante grande; éramos una familia de promedio alto (en pocas palabras, éramos millonarios). En aquella casa vivíamos yo (Andrés), mí hermana y mis padres.
Y la verdad... Éramos una familia muy desequilibrada.

Mis padres trabajaban la mayoría del tiempo; mí hermana era muy molesta, soñaba con volverse una modelo famosa para que así todos envidien su "perfecta vida".
Y luego estaba yo, un chico de promedio intelectual alto (pero tampoco para llamarme un "genio"), sin ningún amigo y que disfrutaba de pasar el tiempo solo. (Cualquiera podría decir que soy el "típico rarito de la clase").

Me olvidé decir algo importante en esta "historia". Mis padres y hermana eran abusivos conmigo, ya saben... Maltrato físico y sicológico (tal vez eso expliqué lo que me fue pasando en el futuro). No saben cuánto los odiaba y sigo haciéndolo...

Y si hablamos del maltrato en mí familia, no me hagan hablar de la que sufría en la escuela. Todos en mí clase me molestaban cubriéndose siempre con la palabra: "Solo son unas bromitas, no exageres Andrés". Pues esas "bromitas", acabaron convirtiéndose en un bullying de acoso y maltrato (cualquiera pensaría que esto parece una historia típica de película, como hubiera deseado en ese entonces que eso solo fuera una película, una simple actuación...).
A partir de ese maltrato hacia mí persona, empecé a acumular un odio por toda mí clase, era obvio que en cualquier momento me vengaría de todos...

Algo que nunca olvidaré fueron los espantosos apodos que me daban para molestarme... "Gordo grasiento", "Cerdo inútil", y varios más que detestaba.
Y luego estaba ese apodo... "Persona X" o "Señor X". Concuerdan conmigo en el hecho de que eran unos desgraciados, ¿No?...

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Un día. En nuestra casa habían logrado entrar dos ladrones, (no es de esperar que personas así intentarán robarnos. Además, ya nos habían intentado robar más de una vez). Solo que en este caso, esos hombres venían armados con armas de fuego, cada uno tenía una pistola (específicamente unas pistolas semiautomáticas, creo que ahora me volví un experto en armas jeje...).
Con estas armas en manos, amenazaron a mi familia, llevándolos y atandolos en las escaleras, lugar donde los apuntaron y empezaron a gritarles cosas como: "¡¡¿Dónde tienen el dinero?!!" o... "¡¡Más de vale que no griten y nos digan donde tienen toda su fortuna o si no los matamos!!".

Por suerte, yo en ese momento no había llegado a mi casa. Pero apenas llegar me había encontrado con esa escena de película.
Tuve suerte, ya que los hombres estaban tan metidos en sus asuntos, que no se percataron de mi presencia, y últimamente e ido a clases de kárate (¿Ya saben que se viene, no?).
Me acerque rápida y sigilosamente hacia ellos, golpeando fuertemente a uno y haciéndole una llave al otro, dejándolos quejándose e insultandome tirados en el suelo.
Logrando así que sus armas calleran y chocarán contra mis pies, y sin pensarlo ni un poco decidí tomarlas.

-¡Dispararles hijo!-. Me había gritado mi padre.

Al escuchar ese pedido, me quedé viendo a aquellos hombres quejándose en el suelo. Esas personas no merecían vivir...
Con ambas pistolas en mano decidí apuntar cada una en las cabezas de los sujetos, que me miraban aterrados (ja, patéticos...). Había colocado lentamente mis dedos en los gatillos, quedándome por unos momentos pensando... ¿Es real lo que estaba por hacer? (Oh sí antiguo yo, es tan real como lo deseaste...).
Finamente apreté los gatillos, disparandoles a ambos a la vez. Dejando ver como un charco de sangre empezaba a brotar de sus cabezas, los había matado...

-¡Muy bien Andrés, alguien les tenía que dar una lección para que vean que con nosotros nadie se mete! ¡Ahora ven y desatamos, niño estúpido!-. Me grito mi madre; estando aún atada en las escaleras junto a mi padre e hermana.

En ese momento algo por mi cabeza paso... "Si aquellos sujetos malos debieron morir... ¿Porque mi familia no, si son peores que ellos?".
Y hay, algo en mi cerebro hizo "click". Cómo si el hilo que controlaba mi cordura y locura se hubiera roto. (Tanto maltrato si que me quebrantó...).
Una sonrisa de oreja a oreja se formó en mí rostro. Me acerque a mis padres y hermana, quedando frente a mi madre. Sin pensarlo le apunte en la cabeza, y al ver cómo su rostro se tornaba a uno aterrado, la sonrisa en mi rostro se agrando más, ocasionando que se me fuera imposible no soltar una risa (que cualquiera tomaría como una de un psicópata).

-¡¿A-Andrés, que estás haciendo idiota?!-. Me grito asustada mi madre.

-Lo siento, pero ya no soy Andrés...-. Le dije, mostrando mi enojo con la mirada; para luego simplemente volver a sonreír "psicópata mente"-. Yo soy el 'Señor X'.

Luego de decir eso, apreté sin pensarlo varias veces el gatillo, disparandole una y otra vez a mi madre, matandola y dejándola sangrando en las escaleras.

Mi padre y hermana vieron aterrorizados aquella escena. De seguro estaban pensando que me volví loco. ¡Pero no lo estaba, solo me vengaba!
Giré mi rostro lentamente hacia donde estaban mi padre y hermana. Una aterradora sonrisa aparecía en mi rostro, la cual se encontraba manchada de la sangre de mi madre.
En un rápido movimiento dispare a ambos, dejándolos desangrando poco a poco hasta que murieron hay mismo.

Mire todos aquellos cadáveres que me rodeaban, me sentía tan bien~
Subí las escaleras lentamente, sin poder evitar patear los cadáveres de mis fallecidos familiares.
Subí a mi cuarto, lugar donde decidí tomarme una rápida ducha antes de hacer cualquier cosa.
Al salir de la ducha, me quedé viendo mi armario... Casi toda la ropa era la misma, sudaderas blancas con mangas celeste, pantalones grises y unos simples zapatos celestes, (que mal estilo de moda tenía). Rebusque más profundo en mi armario, para finalmente encontrarme algo de mi gusto. Hace tiempo me regalaron una sudadera blanca con mangas rojas, nunca la use porque estaba acostumbrado a usar el celeste, pero ahora que lo pienso... No se me vería tan mal...
Me puse la sudadera, unos pantalones grises y unos zapatos rojos.

La verdad que el rojo me quedaba demasiado bien. Busque en uno de mis cajones unas cosas... ¡Eureka!, saque de este un barbijo gris y unos guantes negros, rápidamente me los puse.

Me mire al espejo, me gustaba ese nuevo estilo. Pero algo me dejó un tanto extrañado... Mire mis ojos antes marrones... Ahora se tornaron un tanto, azules...
Me sorprendió bastante, ¿Porque se habrán vuelto casi completamente azules? Pero decidí ignorar ese hecho, el azul me quedaba bastante bien, y ademá, tal vez era cosa de mi imaginación.

Tome mi mochila, la basie de todas las cosas del colegio; y ya estando vacía, metí dentro las dos pistolas.
Fui también a buscar mi cuchillo, uno de mis favoritos, el más grande y afilado que teníamos en casa...
Luego, fui buscando por toda mi casa todo el dinero que encontrará, (ahorros de mi hermana, dinero mío, tarjetas de créditos y billeteras de mis padres). Metí todo en mi mochila, para luego decidir salir de mi casa.

Pero antes, una idea paso por mi cabeza... Tenía la necesidad de hacerlo jeje...

Fui a mi garage, lugar donde busque y agarre un bidón de gasolina y unos fósforos.
Salí afuera, y empezé a rodear toda mi casa con la gasolina, luego volví a entrar a mi casa y tire dentro de esta lo que me quedaba de gasolina.
Salí y prendí fuego un fósforo, tirandolo en la gasolina que rodeaba mi casa, provocando un rápido incendio que se espandio por toda la casa.
Solté una sonrisa, (nunca llegue a pensar que haría algo así, pero para nada me arrepentí). Me di media vuelta y salí corriendo hacia la ciudad.

Espera... Mi escuela está cerca de donde estoy... Je...

El orígen del Señor XDonde viven las historias. Descúbrelo ahora