«Te comería a versos, pero me tragaría mis palabras»

26 1 2
                                    

¿Cómo no apreciar esa mirada?

Como no perder la cordura con tus ojos

Esas pequeñas perlas que me miran suplicantes

Y extasiados con amor,

Que miran de mí como si fuese arte,

Como si mi rostro no reflejara la tristeza que llevo.

Sí sólo esos ojos durarán para siempre,

Si tú fueras eviterna,

El tiempo que nos sobra no alcanzaría para nosotras

Porque cuando estás conmigo,

Siento que no hay necesidad de nada más,

Aparte de la necesidad de tu boca.

Siento que vuelo y caigo en tu pelo,

Esas cuerdas que me atan a la tierra,

Solo por tener un segundo más de ti.

Llenas mi mundo de magia cuando saltas en la cama

Y caes a mis brazos dormida,

Es el momento en cuando todos tus monstruos están en paz consigo mismos

Y tu cuerpo emana serenidad y me trasmite calma.

Recuerdo la vez que te besé cuando dormías,

Tenía el corazón desbocado

Y el miedo a que a despertarás apenas era tan grande como las ganas de ti,

no puedo evitar verte tan placida, 

Y pensar que eres más hermosa echada en nuestra cama,

recién despierta, con lagañas en los ojos y despeinada.

Somos cuando tapamos el sol con un dedo,

No lo vemos, pero sabemos que está ahí,

Y lo sentimos en cada pedacito de nosotras.

Somos el amanecer y la noche,

Frío

Abrigador

y sincero,

Como aquello a lo que llamamos amor.

Eres mía sin que lo seas ni que lo desees,

Contigo no me cabe duda,

Ni hay preguntas que se queden sin respuesta.

Estoy hecha de piedra,

y tú eres la agua tan pura que me limpia,

te deslizas sobre mí con tanta sutileza.

Soy ese pilar que te apoya si el cielo se te cae encima.

Y cuando volteas,

Cuando esos ojos de perla me miran,

Mi alma sonríe

Y da gracias a dios, aunque ni crea en él.

Cuando el edén de piernas se abre frente a mí,

Cuando te confiesas humana

Y deseas que las horas pasen lento,

Cuando dices que todas las flores te recuerdan a mí,

Pero que ninguna es como yo,

Entonces,

Te amo.

Y podría decirlo con toda la libertad que me otorgan mis palabras.

Aún nos recuerdo esa noche,

Jóvenes y enamoradas.

"Ven aquí" te obedecí

Y me besaste en la oscuridad—me tienes a tus pies desde entonces—

Me besaste los labios, me sanaste el alma.

Marcaste mi cuerpo, lo reclamaste como tuyo.

Le hiciste un jaque mate a mi corazón,

Y no me incomoda que me tengas colgando,

Por que sé que estoy a salvo en los renglones de tu espontanea felicidad,

Que sin más, se ha vuelto la mía. 

El baúl de los enigmas - del romance y su comediaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora