𝐂𝐚𝐩 𝟐: Marianne

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Jamás en todo lo que llevo de vida, había esperado con tantas ansias iniciar las clases. Pero desde que supe que Marianne estaba conmigo en varias clases, la semana que había pasado desde la última vez que la vi, fue una tortura.

Eso sin contar que falle al intentar recordarla. Tenía esperanza en haber convivido con ella en algún momento, tal vez un saludo, un intercambio de miradas o algo, pero no había nada, solo ella en esa fiesta completamente sola pero feliz.

-Ahí está tu Julieta, Romeo - la voz de Marco me saco de mis pensamientos, mientras que dirigía mi vista hacia la chica rubia que iba entrando al salón.

Por primera vez había llegado temprano a una clase, para ser el primero en llegar al salón; claro había arrastrado a Marco conmigo, él cual no dejaba de hacerme burla, al ser la primera vez que me encaprichaba con alguien, pero vaya que valía la pena.

Mara entro al salón con su mochila en el hombro, llevaba su cabello recogido en un desordenado chongo, con algunos rizos cayendo por el frente, solo llevaba un pantalón de mezclilla con un top de manga larga color lila y unos tenis, muy diferente a la última vez que la vi, pero lucia igual de hipnotizante.

Cualquiera que me viera diría que soy un acosador, pero no sabía de qué otra manera reaccionar, Marianne me intrigaba de gran manera, que me es desconocida. Cuando la clase termino, no espere a Marco y fui inmediatamente atrás de ella.

-¿Marianne puedo hablar contigo? - hablé una vez estuve detrás de ella. En lugar de seguir caminando paró en seco haciendo que varias miradas curiosas nos observarán. Giro lentamente sobre sus talones para después fulminarme con la mirada.

-Sígueme - no lo dude dos veces y la seguí hasta que llegamos a una de las jardineras - tienes cinco minutos para decir lo que quieras decir.

La observe divertido.

-Así que eres mandona - me volví a ganar una mirada de odio -, el punto es que, quiero que salgas conmigo - me miro asustada unos instantes para después cambiar su expresión a una de confusión.

-Sabes me asustas, actúas como un acosador y no como un rompe corazones y créeme no se cual es peor - se cruzó de brazos mientras me analizaba.

-Solo quiero conocerte y que de igual manera tú me conozcas...

-Y si yo no quiero conocerte.

-Ignoraré ese golpe a mi ego y a cambio te responderé que quiero que me conozcas para que cambies tu percepción sobre mí.

-Si no acepto, seguirás insistiendo, ¿cierto? - sonreí de lado, lo cual la hizo suspirar frustrada -, está bien, hay que salir. Hoy en la noche es la última función del lago de los cisnes y quisiera ir, claro no contigo, pero supongo que servirás.

-Entonces, ¿A dónde paso por ti?

-Oh no - me frenó en seco - nos vemos en el teatro a las ocho en punto, no faltes Michael - me dio un beso algo burlón en la mejilla y se fue.

Claro que no iba a faltar.

[...]

No muy a menudo solía vestir de traje, casi siempre optaba por las chaquetas o sudaderas, pero esta ocasión todo se sentía completamente especial y eso me asustaba.

Estaba esperándola en las escaleras del teatro, nervioso que todo haya sido un engaño y que en realidad no fuera a venir. Pero un taxi se paró justo enfrente de mí, para que después saliera ella con ese inconfundible brillo que ella proyectaba.

Vestía con un vestido negro, ajustado en la parte superior y hecho de tul en la parte inferior, el cual terminaba en las pantorrillas dejando a la vista sus tacones del mismo color del vestido, el cabello lo llevaba medio recogido, dejando caer algunos mechones en su frente, pero lo que más me llamaba era su tonalidad intensa del rojo en sus labios y maldita sea si no quería besarla.

𝐇𝐚𝐬𝐭𝐚 𝐞𝐥 𝐟𝐢𝐧𝐚𝐥Donde viven las historias. Descúbrelo ahora