No Goodbyes

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No Goodbyes (canción de Dua Lipa)

in a dark room we don't have to see the light of truth between me and you. We can stay blind in the meantime, let our bodies say what we can never seem to communicate even though it's too late

Regina

En la sala de profesores, un reportaje cualquiera pasaba en la pequeña televisión. Yo intentaba aliviar mi dolor de cabeza con el mejor remedio del mundo: café. Era así, para desestresarse, el vino; para el dolor de cabeza, el café.

La voz de la reportera me incomodaba un poco, y como nadie parecía estar prestándole atención, le quité todo el volumen, dejando a la muchacha muda.

Habían pasado algunos días desde la no tan agradable reunión con la directora Miller y ya había llegado el viernes. No sabía qué esperar de aquella cena, además de una discusión segura. Quizás solo fuera eso, pero definitivamente tenía que preocuparme menos y focalizarme en lo que debería estar haciendo en esta mañana, mi trabajo.

‒ Vas a acabar haciendo un agujero en el suelo‒ Graham, el profesor de matemáticas de secundaria dijo con su voz grave al acercarse a mí y darse cuenta de que andaba de un lado a otro.

‒ Buenos días, Graham‒ sonreí brevemente y dejé de andar, acercándome a él. Algunas miradas se dirigieron a nosotros, pero no me importó.

‒ ¿Algo te está carcomiendo? Pareces tensa‒ preguntó mientras se servía un poco de café que había en la mesa del desayuno.

Graham era un hombre alto, de ojos azul oscuro, cabellos castaños con algunos tirabuzones y una barba bien hecha. Y de ciencias. Era lo único que sabía sobre él, además de, claro estaba, saber que era también responsable de muchos acelerados corazones durante sus clases, tanto de chicos como de chicas. Varias, numerosas, incontables veces me tiró los trastos, queriendo intentar algo que pasara de la relación profesional, pero yo nunca di mi brazo a torcer.

‒ Solo pensando en mis clases de hoy‒ mentí. Estaba claro que mi cabeza se resumía en pensar solo en la conversación que Emma y yo tendríamos en la cena y a dónde nos llevaría eso. Quiero decir, sabía, obviamente, que hablaríamos de los chicos, buscando una manera de arreglar las cosas, pero aún así estaba nerviosa ante la posibilidad de que todo saliera mal, y una vez más no pudiéramos mantener una amigable conversación ‒ La semana tras las vacaciones de invierno siempre me deja muy estresada.

‒ Sí, sé cómo es. Yo también me estreso bastante y tengo mucho que hacer‒ rió bajito y se acercó más. Yo di unos pasos hacia atrás, apoyándome en la pared más cercana ‒ Si quieres, podemos encontrar una manera, no sé, de desestresarnos juntos.

Arqueé una ceja y entrecerré los ojos hacia él.

‒ Eres de lo que no hay‒ dije firme, intentando no dejar ver la sonrisa que quería brotar en mis labios

‒ Lo sé‒ mordió un bizcocho y me guiñó un ojo antes de apartarse y dejar la sala.

Respiré hondo, o mejor dicho, resoplé, incómoda al haber sentido un frío en la barriga ante aquella provocación. Después de la separación, la única promesa que me hice a mí misma fue que no me relacionaría con nadie del trabajo. No había roto esa regla y quería seguir así. O al menos lo intentaría.

‒ ¿Qué ocurre? ¿Qué están mirando?‒ pregunté, irritada, cuando noté que un grupo de profesores, sentados en la mesa del centro, me miraban. Automáticamente desviaron las miradas hacia sus cafés, cuadernos y móviles de nuevo, como si nada hubiera pasado, y me sentí bien con eso. Me gustaba ver lo mucho que intimidaba a las personas en aquella escuela, y no solo a los alumnos.

Exchange Aunt IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora