People you know

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People you know (Selena Gomez)

Emma

Los largos y espaciosos pasillos del aeropuerto me ponían nerviosa. Mucha gente de un lado a otro con sus gigantescas maletas, algunos de traje y chaqueta hablando por teléfono.

Nunca pensé que algún día me acostumbraría a estar siempre en un aeropuerto con el pasaporte y los billetes listos en la mano. Acostumbrarme a, al menos, tres veces al mes estar en la primera clase de un avión. Y en aquella mañana de domingo estaba en el embarque internacional destino Londres.

No sería la primera vez que estuviera allí desde el intercambio, pero sería la primera vez desde la separación. Cuando aún estaba con Regina, ella y yo pasamos algunas navidades y festivos en casa de Fiona, un verdadero viaje en familia. Pero hacía más de un año que no ponía los pies en suelo británico.

Sentada en el asiento de al lado, Gabrielle leía una revista de cotilleo mientras yo me miraba a los pies y pensaba en lo ocurrido a lo largo de la semana. La primera sesión de terapia no había estado tan mal, aunque incómoda. La psicóloga era encantadora, Kathryn, y los chicos se sintieron a gusto conversando con ella. Ella, obviamente, percibió la distancia emocional entre Regina y yo, pero al final de la sesión, cuando dejó salir primero a los niños, garantizó que nos volvería a reconectar como la familia que deberíamos ser, y que todo sería cuestión de tiempo, empatía y aceptación.

‒ ¿Estás bien?‒ me preguntó Gabrielle mientras hojeaba las páginas de la revista y se detenía en un artículo sobre Angelina Jolie.

‒ Sí. Solo algo cansada‒ me estiré en la silla.

Desde la breve conversación y el pequeño "disentimiento" entre Gabrielle y yo la mañana de mi cumpleaños, las cosas entre nosotras se habían enfriado un poco, quizás por mi única y exclusiva culpa. Quizás pensara que era mejor así, ya que mi cabeza era un mar de confusión. Pero a cada momento que ella se acercaba a mí en un gesto que iba más allá de lo profesional, Regina aparecía en mi mente y me desestructuraba por entero. Terminaba por recordar nuestra memorable noche que se suponía que solo iba a ser una cena para tratar asuntos familiares, y acabó con dos cuerpos desnudos y encajados en el sofá de la sala de estar.

‒ Puedes dormir en el avión. El vuelo será largo‒ estaría algo más de ocho horas sentada en un asiento y temiendo las turbulencias ‒ Y cuando lleguemos a Londres por la noche, creo que lo mejor es que te vayas a descansar para lo de mañana.

El evento duraría tres días, y el lunes sería el primero. Tenía que cumplir mis horarios, estaría horas por la mañana en algunos stands firmando libros, dando entrevistas, sacándome fotos, intercambiando ideas con lectores y participando en paneles y mesas redondas.

‒ El hotel al que vamos está cerca del sitio del acto, ¿no?

‒ Sí, lo está‒ cerró la revista ‒ Incluso se me olvidó decirte que hice la reserva mucho antes y no había habitaciones suficientes. Ya sabes, no solo el hotel sino Londres entera está lleno a causa de ese evento.

‒ ¿Qué quieres decir con eso? ¿No conseguiste reservar una habitación?‒ pregunté confusa

‒ No, querida, estoy diciendo que solo reservé un cuarto. Para las dos.

‒ Ah‒ dije sin reacción, no sabía si me iba a sentir mínimamente bien con aquello.

Me gustaba, antes de cada compromiso profesional, tener mi tiempo y mi espacio. Y tener a Gabrielle cerca significaba escuchar de trabajo las 24 horas del día y como consecuencia acordarme de Regina, y echar de menos los masajes que me daba para calmarme antes de cada entrevista, sus modos serenos al echarse a mi lado y no hablar nada para no molestarme y cómo siempre conseguía que su presencia fuera lo más necesario para mí.

Exchange Aunt IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora