Hold on

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Hold on (Chord Overstreet)

Regina

Eran poco más de las seis de la mañana cuando me desperté asustada con el canto de un pajarillo en mi ventana. El primer pensamiento que me vino a la cabeza fue: me tengo que levantar para ir a trabajar. Ruby llevaría a Heny y a Hope a la escuela directo desde su casa, y eso me dejaba más libre para prepararme psicológicamente para un largo día de clases.

En la cama, a mi lado, Graham dormía como un tronco. No voy a negar que mi primera reacción fue llevarme un susto, pero entonces recordé lo que había pasado tras varias copas de vino durante la cena.

La noche pasada me había revigorizado. Era como si el peso de los obsesivos pensamientos hubiera desaparecido de mis hombros dejándome más ligera para seguir la semana sin tantas preocupaciones.

Me senté en el borde de la cama y me estiré. Hacía un frío agradable y mi cuerpo caliente se estremeció cuando me destapé, implorando con urgencia algo caliente. Me puse mi albornoz de todas las mañanas y mis zapatillas que dejaba al lado del armario.

‒ Graham‒ lo llamé, sacudiendo levemente su brazo ‒ Despierta. Tienes que marcharte, tengo que ir a trabajar, y tú también.

La noche pasada quedamos en que no íbamos a llegar juntos a la escuela bajo ningún concepto. Él se despertaría, se vestiría, y como máximo se tomaría una taza de café y se marcharía a su casa para prepararse.

Tras llamarlo, refunfuñó un poco y yo salí del cuarto para bajar a la cocina. Estaba aún sin recoger. La mesa seguía puesta, la camisa masculina tirada en el suelo entre la cocina y el comedor, la botella de vino sobre la encimera junto a las copas sucias. Me dio dolor de cabeza solo de mirar todo aquello y pensar que gastaría mi precioso tiempo limpiando al salir del trabajo.

Estaba mirando mis uñas mientras el café se hacía y recordaba algunos momentos en particular entre Graham y yo en aquella estancia. No estuvo mal. Estuvo bien, muy bien. Pero diferente. Quizás estuviera buscando algo que superase mi cena con Emma, pero creo que podría dar la vuelta al mundo entero y no lo encontraría. Y definitivamente debería dejar de intentar buscar.

Fruncí el ceño cuando escuché que llamaban al timbre. Tuve, incluso, que comprobar el reloj para ver si de verdad eran menos de las siete de la mañana y no se me había pasado la hora de ir a trabajar. Cuando comprobé que sí eran las siete, pensé quién en su sano juicio llamaba a la puerta de alguien a las seis y veinte de la mañana de un martes. Probablemente sería una girl scout vendiendo galletas, pensé. Ya había pasado antes.

Me até más fuerte el cinto del albornoz y me pasé la mano por el pelo con la intención fallida de peinarlo con mis dedos, y caminé hacia la puerta.

Sentí que mi corazón se paraba por breves segundos al encontrarme a Emma allí. Era la última persona que esperaba ver parada en mi porche a aquella hora, o en cualquier otra. Tenía los ojos hinchados y rojos, la boca entreabierta y una expresión de culpa, tristeza.

‒ Tenemos que conversar‒ dijo con la voz tomada mientras entraba en mi casa, pasando por mi lado

‒ ¿Qué...?‒ estaba demasiado confusa para siquiera pensar en una explicación obvia para lo que estaba sucediendo. Sus dos grandes maletas estaban junto a mi puerta, haciendo todo más extraño ‒ ¿Qué estás haciendo aquí? ¿No deberías estar en Inglaterra?

‒ Cogí un avión ayer y he venido directa desde del aeropuerto‒ dio un paso largo ‒ Tengo que hablar con...

‒ Regina, ¿has visto mi camisa por ahí?‒ dijo Graham saliendo del cuarto, interrumpiendo a Emma, que se paralizó al verlo. Él solo llevaba puesto los pantalones de la pasada noche ‒ Ah, hola‒ dijo avergonzado al encontrarse a la rubia.

Exchange Aunt IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora