Capítulo 3.1 - Mitos

14 0 0
                                    

Entre el vacío del espacio existía una estrella llamada Gama. No existe un color que la describiera, pues la luz que emanaba propiamente cambiaba con la rotación, atrayendo con enorme fuerza rocas del espacio con la que formaba sus anillos y giraban alrededor de ella. Con el tiempo, el polvo cósmico y su vivaz luz pulieron cada uno de sus anillos, convirtiéndolos en relucientes esferas de múltiples colores, algunos más sólidos, otros degradados, pintorescos, con manchas, ondas boreales, chispas, flamas, etc.

Gama los adoptó como sus hijos, entregando infinitaluz y energía, pero era tanta que causó anomalías entre galaxias. Culparon alas crías de los infortunios, y se les castigo con cadena perpetua, trasladándolasa los dueños de cada galaxia.

Las nombraron: mascotas. Eso era lo que veían los dueños de estas, y para recordarles su absoluta esclavitud, les encajaron en la corteza de cada esfera las alas de mariposas. Dividieron a los hijos por secciones, que son los planetas de cada galaxia para que cuidaran lo que sea que existiera en ellos, no obstante, su fuerza era incontrolable, descomunal, hacían más daño que ayuda, requerían de un control, pero ningún dueño supo que implementar para retener a las mascotas. En eso, surgió el superior de los superiores dueños de galaxias, quién incorporó el manejo de los viajeros, seres elegidos por diversos talentos y que merecían un sirviente, una mascota para funcionar como la herramienta excepcional, obedeciendo cada petición así sea absurda. Por eso son mascotas, deberían cumplir sus caprichos al arriesgar los viajeros sus vidas.

—Eso es muy cruel —afirmó Gi despeinado

—Algunos son amables —escondió Gingerline la pizarra en su cangurera

—¿y los devoradores de almas? ¿Para eso enviaron a las mascotas y viajeros? Y ¿De dónde provienen?

—Siempre han existido, no solo en la tierra, igual en otros universos —contestó Gingerline sentándose plácida a la cama.

En el interior de todo ser vivo albergaba uno, se alimentaría del fortunio o desgracia del propietario. Crecería hasta estallar y emerger como se conocía ahora.

—Impresionante, ¿Y los viajeros también lo tienen?

Asintió la adorable coneja en su traje de dinosaurio captando la atención de Christopher y rociando un temor que lo dejó frío mientras volvió el gesto a Marcos de Santa Fe.

—¿Tienen idea del nombre del dueño de esta galaxia?

—lo conocemos como XFD1048570

—¡No juegues!, ¿¡De verdad!

—Calypso no miente, estamos a 6 galaxias debajo del más poderoso líder de galaxias, XFD1048576 —sonrió Gingerline. 

En busca de los tiempos perdidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora