CASUALIDAD.
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El sonido de la alarma me despierta, me levanto y lavo los dientes mientras voy a vestirme de mala gana. Cojo las llaves y mi móvil mientras bajo de mi habitación hacia la universidad.
Al llegar al aula, saco mi libro de literatura. Aunque estudie economía me ofrecieron la opción de escoger algunas dentro de la carrera que aunque no tuviesen que ver, podía permitirme.
Al entrar, no tengo muy claro dónde sentarme hasta que veo a Alice. Ella está en segundo, pero compartimos algunas asignaturas como literatura o introducción a la Contabilidad Financiera.
Tenemos poco tiempo para hablar puesto que la profesora entra enseguida en el aula. Paso lo que parece una eternidad metida ahí hasta que, sin explicación alguna, noto unos ojos clavados en mi nuca. Espero a que la profesora se despiste para darme la vuelta, puesto que no quiero que piense que en el primer día de verdad estoy pasando de las asignaturas. Cuando llega el momento me doy la vuelta. Nada. Como siempre, son imaginaciones mías.
La mañana se me pasa rápido, y antes de que me de cuenta ya estamos en la última clase. Por fin.
Al terminar la clase me levanto y empiezo a recoger mis cosas.
-No me contaste si finalmente fuiste o no a aquella cafetería -me comenta Alice.
-Ah, si...,pues me lo pensé mejor y acabé yendo -él volvió a mi mente en ese momento -francamente es un lugar bastante bonito, pero siento decirte que los libros que habían eran de lo peor - me miró como si quisiese matarme.
-No, no y no. Es tu culpa por no saber apreciar la buena literatura. Seguro que algo había, ¿No buscaste Las Olas? -Conocí a Alice por casualidad unos días antes de empezar el curso. Yo iba tan distraída como siempre y, sin querer, al salir de mi habitación en la residencia del campus me tropecé con ella y me tiró su café encima. Se sintió tan culpable que insistió en enseñarme todo esto, y yo acepté.
-De hecho sí, pero ya lo tenía alguien.
-Si yo fuera tú se lo habría arrancado, total, no creo que lo cogiese por gusto. Solo a tí te gustan esas cosas.
Ya estábamos saliendo del campus para ir a comer cuando de repente noté la misma sensación de antes, alguien me estaba mirando descaradamente. Me dí la vuelta, y en ese momento lo ví. Era él. Estaba de pie, esta vez hablando con un corro de chicos y chicas con estilos semejantes al suyo, igual que lo que él transmitía, sencillez y desastre junto.
Me estaba mirando directamente a los ojos, pero hubo un momento en el que bajó la mirada hacia mis piernas para luego volver a mirarme. Estaba poniéndome nerviosa. Tenía la sensación de que me analizaba.
De repente hizo lo que menos esperaba, me miró extrañado como si intentase recordar quién era, si es que me había visto antes. Sacudió la cabeza levemente y clavó la mirada a un punto contrario de mi lugar.
- ¿Qué miras?- comentó Alice extrañada.
-Nada..., vamos.
Nos desviamos un poco del camino del lugar al que nos dirigíamos, puesto que Alice quería que pasásemos a por unos amigos suyos. Estaba empeñada en que hiciese amigos.
Perdí la noción de cuánto tiempo pasamos en su coche en el camino. Estaba pensando en todo lo que debería hacer esta tarde cuando capté un ruido que me desconcentró.
-¡Nel! -gritó Alice con una emoción excesiva. Me incorporé en el asiento para ver de quién se trataba. Era alto, pero no debía pasar del metro ochenta. Tenía la mandíbula marcada y ojos cafés. No estaba nada mal. Tenía algunos rasgos que me llamaban la atención y, enserio, empezaba a preocuparme de que todos los chicos aquí me dejasen intrigada. Unos más que otros, pero ese no era el tema.
Abrió la puerta con agilidad y se agachó para darle un beso en la mejilla a mi amiga
- Ya te he dicho mil veces que me llames Nelson, pesada. ¿Quién es tu amiga?- preguntó sin entender la situación.
En ese momento salieron tres personas de la misma puerta de la que venía él. Primero, una chica de estatura media morena, tenía el pelo muy largo. Era muy delgada, se notaba en sus rasgos lo delicada que parecía. Iba sonriendo. Después de ella apareció un chico rubio de ojos oscuros. Vale, nunca había visto a nadie así, qué raro. Más tarde descubrí que se llamaba Andy, pero ellos tenían devoción por llamarle rubiales.
Por último salió otro chico. Tenía el pelo de color rojizo mezclado con un rubio muy claro, precioso. Tenía pecas cubriéndole toda la zona de la nariz y esparciéndose debajo de sus ojos. Era guapísimo, y fue el que más trató de introducirme al grupo.
Ya estábamos todos sentados de camino a una cafetería, cuando el pelirojo empezó a interesarse en mi vida tan desastrosa. Más le valía, después de todo me había casi rogado que me pusiese en el asiento de atrás con él y aquella chica morena.
- ¿Y qué te ha traido por aquí, Sue?
-Principalmente el cambio de aires que necesitaba, y luego la carrera que he empezado. Podría haberla hecho mucho más cerca de casa, pero sinceramente no me convencía mucho la idea.
-¿Empezado?, ¿No vas a segundo año de carrera con Alice?
-No, he acabado el instituto este año. - asintió y vi que la morena nos miraba alternamente, dependiendo de quien hablase. Poco después llegamos a la cafetería, que resultó ser la misma a la que yo fui unos días atrás.
Pei
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LA LLUVIA DE OCTUBRE
General FictionEs evidente que cuando la pólvora se junta con fuego, quema. Pero no tuvieron en cuenta lo que pasaría si se juntase con agua. Vendría la calma, y efectivamente vino. Arropada por la lluvia.