CAPITULO 3

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CONFUSIÓN.

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No sabía por qué estaba tan nerviosa realmente, quitando el hecho de que me estaba atravesando con los ojos, no tenía un motivo claro.

Me daba una curiosidad que picaba. Juro que en ese momento le habría agotado a preguntas, quería conocerlo y saber qué narices era lo que despertaba esa insistencia en mi.                              O era la universidad o me estaba volviendo loca. Vine a esta ciudad tan lejos de casa por una razón, no quería tener que ver a nadie que me recordase a mi pasado y esta era la mejor forma de asegurarme.                                                                                                                                                                    Podía ver la diversión en sus ojos cuando vio mi nerviosismo, ojalá no se diese cuenta de que era por su forma de mirarme.

-Sue... - pronunció él. Casi me da un escalofrío, parecía que me había violado mentalmente mirándome y diciéndolo así.

《mas quisieras tu, espabilada》.

oh, venga ya.

Continuó.

- Supongo, por tu actitud, que no estás muy familiarizada con esta zona, asique te daré un consejo. Aquí se respeta eso de la privacidad, ¿sabes?,  asique si quieres obtener aunque sea un mísero respeto de la gente métete en tus asuntos .

Vale, de qué iba.

La lluvia no paraba y parecía que cada vez cogía más fuerza, di gracias por el tejado que sobresalía y me tapaba . Lo miré fijamente por tres segundos. Estaba segura de que estaba acostumbrado a ir por la vida creyendo que intimidaba a la gente y que sabía usar su mirada para conseguirlo, pero conmigo no funcionaría. Di un paso al frente, quedando a no mucho más de cinco centímetros de él.

- No tienes ni la más mínima idea de quién soy ni del respeto que merezco o no. La próxima vez espera a que alguien te pida un consejo, aunque, honestamente, dudo que lo hagan.                Dicho esto no esperé un segundo más, me di la vuelta y comencé a caminar hacia la dirección por la que había venido, aún seguía intentando acostumbrarme.

No había dado el cuarto paso cuando lo oí.

- ¿Por qué querías ver el libro que leía?- notaba la insistencia en su pregunta. Realmente debió molestarle. Acortó la distancia dando más pasos de los que debería en mi dirección y quedamos más pegados de lo necesario. volvió a insistir; -Respóndeme, Sue. - ¿Podía dejar de decir mi nombre así?

- Déjame en paz.

Volví a caminar, ahora más rápido, hacia la residencia. Gracias a Dios, o a lo que fuese, no insistió más. Al menos esa vez fue capaz de captar mi indiferencia y dejarme tranquila.

O eso creí yo.

LA LLUVIA DE OCTUBREWhere stories live. Discover now